7. Alguien apto para estar a su lado

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Esta vez sí que acepté su buena voluntad de llevarme a casa en su limusina, así que, aquí estoy tratando de sentarme erguida, y no como siempre me siento pareciendo un saco de papas mal acomodado en una silla

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Esta vez sí que acepté su buena voluntad de llevarme a casa en su limusina, así que, aquí estoy tratando de sentarme erguida, y no como siempre me siento pareciendo un saco de papas mal acomodado en una silla. Cruzo mis piernas y las inclino un poco hacia un lado, recuerdo haber visto esta forma de sentarse en alguna revista.

—Además de Elfo, es voluntaria en el hospicio. Debe gustarle mucho ayudar a los niños, señorita Shelly de la calle 25.

—Sí —río con nerviosismo por lo fácil que ha salido esa mentira, pero ya no puedo retractarme—, disfruto estar rodeada de pequeños...angelitos.

¡Ay, Shelly! Si fuera posible usaría repelente contra niños.

>>Usted...Su Alteza, también es muy bueno con los niños —intento cambiar el rumbo de la conversación.

—Tengo una hermanita, y primos pequeños que a menudo visitan el palacio. Hoy he disfrutado conocer a los niños del hospicio y confirmar que están creciendo en un ambiente seguro y con todo lo necesario para su comodidad.

—Sí, a mí también me sorprendió lo bien equipado que está el hospicio —agrego sin pensar, y me doy una cachetada mental.

¡Qué torpe! Se supone que soy voluntaria ahí desde hace tiempo.

—Pero usted...

—Quiero decir —Lo interrumpo para arreglar mi desastre —, que siempre me sorprende que tengan todo lo necesario, pero...que haya pocos juguetes y en su mayoría deteriorados, con los que ellos puedan jugar. —concluyo y no es mentira.

A veces soy muy observadora, y aunque las habitaciones compartidas de los niños eran preciosas, con closets, escritorios, y entre otras cosas, no habían casi juguetes. Y sé que no soy muy empática con esos pequeños especímenes, pero creo que todo niño debería tener por lo menos un juguete propio con el cual divertirse.

—Tiene razón, no me había fijado en ello.

—¿Y si le compra regalos? —Opino y me callo al instante, —Digo, no es que se lo esté pidiendo, solo...es una sugerencia —Intento arreglar otro posible desastre.

—Me parece una gran idea.

—¿Sí?

—Sí, señorita Shelly de la calle 25. Mañana me encargaré de ello.

—Qué bien, y...puede llamarme solo Shelly, Su Alteza. —Pido porque, que me llame de esa forma solo me recuerda otro momento de auto humillación frente a él.

—Solo si usted también me llama por mi nombre.

—Bien, pero solo si dejamos de ser tan formales.

—Es un acuerdo —acepta y extiende su mano para que la estreche y así lo hago, sin embargo, el apretón dura más de lo normal y va acompañado de un par de miradas que no sé cómo descifrar —. ¿Alguna otra condición?

15 días y un deseo de Navidad - Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora