Historia de Buenos Días (GonKillu AU, Omegaverse)

Capítulo Il

Killua abrió los ojos lentamente y de inmediato lo golpeó un intenso dolor de cabeza. Con dificultad se sentó sobre la cama, cubriéndose los ojos con el dorso de la mano, y suspiró. 

—¿Eh…? —masculló aún algo aturdido. 

No estaba en casa.

Abrió los ojos de par en par y saltó sobre la cama tratando de contener el pánico que comenzaba a sentir: No tenía idea de dónde estaba. 

—Oh, tranquilo, estás a…

—¡¿Quién mierda eres?! —interrumpió apenas sus ojos descubrieron al chico moreno que lo miraba desde el suelo.

—Soy Gon Freecss —contestó éste mientras se ponía de pie y se acercaba para tratar de calmarlo. Pero no fue buena idea.

—¡No te acerques! —gritó mientras le arrojaba uno de los cojines que tenía a su alcance y retrocedía hasta arrinconarse contra la pared— ¡Si te acercas más voy a golpearte de verdad!

Gon abrió la boca como para decirle algo, pero se contuvo y se quedó de pie con las manos en el aire, mostrando las palmas en un gesto de paz. 

Definitivamente no había esperado esa reacción tan extrema. Pronto comenzó a preocuparse de que el chico se enfermara de nuevo debido a lo que estaba sucediendo, pero por ahora no podía hacer más que esperar. 

Mientras analizaba la situación con el ceño fruncido, lo observó atentamente: Tenía la respiración agitada y las mejillas rojas. Estaba seguro de que la fiebre que lo había afectado durante la noche aún no bajaba, así que si seguía así era probable que se desmayara de nuevo.

—Hey… —le dijo de manera calmada— prometo no acercarme, si quieres incluso puedo quedarme en la puerta, pero por favor vuelve a la cama. Estoy seguro de que apenas puedes sostenerte ahí. 

Sus ojos se clavaron en los suyos, y a continuación el chico le dirigió una mirada molesta, como si esa respuesta bastara.

—Prometo hacer todo lo que digas —aseguró Gon.

—¿... Es en serio?

—Lo prometo.

Éste pareció observarlo detenidamente por unos momentos, y entonces, al fin, pareció ceder.

—...bien… —murmuró.

Lentamente se metió en la cama y se cubrió con las mantas, quedándose sentado sobre ella en el extremo opuesto, y lo miró desafiante.

—¿Responderás mis preguntas?

—Claro.

—¿Qué hago aquí?

—Te encontré ayer por la tarde en un callejón. Estabas desmayado y con hipotermia, así que decidí traerte a mi apartamento para poder curarte.

—¿Curarme...? ¿Eres doctor? 

—Algo así —sonrió—, soy veterinario.

Killua dudó por un segundo.

— ¿Me ibas a curar como a un animal? ¿Es por eso que me recogiste de la calle y no me llevaste al hospital? ¿Eso soy para ti? ¿Solo un animal? —preguntó desafiante.

—Oh… no, ¡Claro que no! No quise decir… Mi padre es doctor, así que también puedo tratar a humanos. Las cosas básicas, ya sabes…

—Ah…

En ese momento el chico pareció perder algo de su ímpetu, y su vista se desvió por unos segundos hacia la ventana.

—¿Puedo saber por qué no me llevaste al hospital? —preguntó sin mirarlo.