Parecía que se estaba ahogando.
Apenas podía respirar y se sentía sofocado y tan caliente. Recordaba vagamente cosas del pasado, y poco a poco estas comenzaron a entremezclarse con el presente.
Una habitación iluminada y acogedora, una cama grande, unos ojos color ámbar que lo miraban. Intensamente. Tan intensamente que creyó iba a enloquecer. Estaba perdido. Necesitaba más. Pero, ¿Por qué era tan doloroso? Ah. Si lo pensaba un poco mejor, era obvio. Él era un Omega. Y además un Omega anormal. La casta más baja. ¿Qué alfa en su sano juicio lo querría de verdad? ¿Quién lo elegiría? Aunque habían intentado casarlo gracias a las conexiones familiares… no. No podía soportarlo. De verdad. De verdad tuvo que huir. Tenía que huir. ¿Qué era más terrible? ¿Cuántos abusos había tenido que soportar ya? Las lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos, y el amargo sabor de la tristeza subió hasta su garganta. Al final, no era más que una mota de polvo en el universo. A nadie le importaba demasiado. A él mismo, no le importaba demasiado ya lo que pudiera ocurrirle. Se estaba ahogando. En realidad, ¿hubo alguna vez al menos una esperanza? Una pequeña esperanza… ¿Acaso era digno de al menos eso?—Killua…
El chico abrió los ojos de par en par como si lo hubieran sacado del agua en donde se estaba hundiendo, e inhaló el aire con desesperación. De inmediato vió a Gon a su lado, dormido, y por unos escasos segundos sintió calma.
Poco a poco comenzó a fijarse en los pequeños detalles. Había un aroma muy fuerte a menta y chocolate, y aunque agradable, le pareció extraño. Noto su ropa algo mojada, y se dio cuenta entonces que estaba casi montado sobre la pierna de Gon. El pánico comenzó a invadirlo, pero las cosas se pusieron peor cuando al fin se dio cuenta de que sí, había tenido su primer celo, y sí, se había corrido con la ropa puesta mientras se frotaba contra un alfa que había conocido hace apenas 4 días.—Mierda… —masculló con un dejo de desesperación.
Miró alrededor pero no había mucho que hacer. Estaba atrapado en el abrazo de Gon, y no le quedaban más que dos opciones: huir, salir corriendo del departamento y no volver a ver al moreno en su vida, o… y esta era la más difícil, enfrentar la situación.
Killua suspiró. Miró la puerta abierta de la habitación, y supo que sería muy fácil salir sin hacer ruido. Podría escapar sin que Gon lo notara. Desaparecería, tal como lo había hecho antes, y nadie volvería a saber de él. Cambiaría de ciudad. Quizá encontraría un empleo. Si lograba llegar a una ciudad decente, podría tener una buena vida. Una vida tranquila, sin tener que preocuparse por los alfas. Quizá… incluso llegaría a ser feliz. Adoptaría un gato y viviría en su propio departamento, sin preocupaciones hasta su vejez.
No podía.
Pero de verdad no quería enfrentar lo que había ocurrido. Sabía que era su culpa. Sabía que él se había acercado a Gon mientras sus feromonas estaban descontroladas. Se había pegado a su cuerpo sin saber bien qué hacía, y básicamente lo había obligado… la vergüenza que sentía era demasiada. Incluso ahí, sabiendo que nadie lo veía en ese momento, se sonrojó por lo que había hecho.
Si lo pensaba bien, la primera era la mejor opción. Tenía que huir.Pero entonces, ¿Por qué su cuerpo se negaba a moverse?
Killua levantó la vista por primera vez en un rato, y se fijó en el rostro dormido de Gon. Le dolía el pecho. Era el único alfa que había sido bueno con él y que no lo trató como alguien inferior. Gon era distinto. Se conocían hace unos días, pero en ese pequeño lapso de tiempo había logrado formar una conexión tan profunda que era difícil de creer. Como si fuera el destino.
Killua sacudió la cabeza. Por supuesto había oído hablar de esas historias. “Los destinados”. Un Alfa y un Omega que son el uno para el otro, que están destinados a encontrarse, y que comparten un vínculo tan fuerte, que no puede ser disuelto. Si tenías suerte podías encontrar a tu destinado y ser feliz por siempre con este. Pero Killua sabía que solo eran cuentos de niños, y que, de ser verdad, las probabilidades reales de encontrar a “tu destinado” eran increíblemente bajas, habiendo tanta gente en el mundo. Además, las posibilidades se reducían aún más si eras un Omega con fallas.
Debía huir.
Él no tendría una historia de amor. Ni un cuento de hadas. Ya había sufrido lo suficiente como para darse cuenta de que su vida no se parecía en nada a uno.
Y estaba bien con eso.
Miró por última vez el rostro de Gon y se permitió acariciarlo con suavidad, apenas tocándolo con el dorso de la mano. Su piel era suave y tibia.
Su corazón dolía tanto que le quemaba.
Pero debía negarlo todo.
Aguantando la respiración para no despertar al chico, se deslizó de entre sus brazos moviéndose con cautela.
Gon era demasiado bueno. Y merecía a alguien a su altura. Alguien extraordinario, alegre y amigable, que lo hiciera feliz cada día de su vida.
Y él, muy a su pesar, no era así.
ESTÁS LEYENDO
Historia de Buenos Días (GonKillu AU, Omegaverse)
FanficEn un día nevado Gon Freecss encuentra un misterioso chico a punto de morir y decide salvarlo sin pensarlo demasiado. Poco sabía que había encontrado a quien cambiaría su destino.