Joaquín es un chico que para su mala suerte se acaba de presentar cómo omega.
Su novia lo dejó al enterarse y se puso de novia con el alfa que le venía coqueteando desde hace tiempo, Emilio Osorio Marcos.
Pero ¿Qué pasará cuando el lobo de Emilio...
Eran las 2 de la tarde cuándo Joaquín esperaba en la sala de su casa el mensaje de Emilio indicándole que ya había llegado por él.
Por supuesto lo habían dejado ir, pues su padre apenas platicó con el señor Osorio y le inspiró confianza... si supiera.
Para su buena suerte no tuvo que esperar mucho, pues fué cuestión de minutos para que aquel mensaje llegara y Joaquín rápidamente se despidió de sus padres, diciéndoles que los vería en la cena.
La señora Bondoni estaba feliz de ver a su hijo emocionado por pasar tiempo con el alfa, pues había demostrado ser un buen chico y tenía contento a su hijo, no podía pedir más.
Por parte del señor Bondoni ya le tenía más confianza al rizado, siempre se mostró respetuoso y educado, además de que Joaquín no se había quejado de él.
— Hola.— Saludó el omega una vez vió al alfa frente al auto, dándole un corto beso en la mejilla, pues sus padres estaban presentes.
— Hola, te ves muy guapo, omega. — Le dijo y Joaquín sintió aquella sensación en su pecho y estómago, no era mala, se sentía bonito recibir halagos de la persona que le interesaba.
Emilio le abrió la puerta trasera del auto para que éste pudiera pasar.
— ¡Hasta luego señor Bondoni, me saluda a su esposa! — Gritó el alfa hacía el alfa mayor que lo observaba desde la puerta, quién lo despidió con su mano y finalmente se metió al auto.
Joaquín saludó al señor Osorio educadamente antes de que éste pusiera en marcha el auto.
—¿Les parece si les compro comida china antes de llegar? — Preguntó el mayor.
Los menores aceptaron, pues una deliciosa comida no se puede negar.
Emilio tomó la mano de Joaquín, jugando con los dedos de éste, percatándose de un detalle.
— ¡Tus dedos son cortitos! Tienes manitas de bebé.
Joaquín lo miró con molestia fingida. — Mis manos son bonitas.
— Lo son, nunca dije lo contrario. Pero me dan ternura.
El castaño sólo atinó a sonreír, en presencia del mayor no ayudaba mucho.
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Alrededor de 20 minutos después fué que llegaron con todo y comida a la casa, ahí se encontraba la señora Osorio, esperando a su esposo.
— Hola Joaquín, que gusto verte. Pasa, ésta es tu casa.— Saludó al omega menor.
— Hola Niurka, es un gusto verla.
La mayor le sonrió.— Leidy vá a llegar más tarde porque vá a acompañar a Elyzabeth a una cita con el doctor para ver al bebé, así que espero que puedan cuidarse ustedes mismos.
