-Tras estos acontecimientos los dragones quemaron parte del Gran Puente que conectaban las islas de los dos reinos y los magos, por si parte, crearon una muralla a base de magia que impedía nuestro paso- Lyra recitaba la historia del reino de su madre, que durante toda su vida había tenido que saber con todo lujo de detalles.- Y no fue hasta hace diecisiete años que los magos bajaron la muralla tras el acuerdo de paz que firmaron la reina Seleria y el presidente Clyreon. Hoy en día la relación entre reinos es de cordialidad, y aunque el muro no se volviese a construir, se han reanudado las comunicaciones como en el pasado, pero como nueva medida preventiva y de control se debe realizar un aviso para viajar entre los reinos.Finalizó su discurso justamente cuando las campanas del castillo sonaron, avisando de la hora y finalizando así sus clases, que ella creía innecesari por hoy. Mura, su profesora y la cuñada de su madre, miró, como siempre, a su único ojo al descubierto, el morado aquel que remarcaba a que familia pertenece, mientras se levantaba.
Como siempre su postura y forma de dirigirse a la más joven denotaba repulsión cuando le habló.
-Hemos terminado por hoy. Deberías seguir estudiando, estás muy por debajo del nivel que se te exige. Hablaré con el rey sobre eso para que él decida que hacer la respecto.
Ambas sabían lo que aquello significaba y más cuando su madre no estaba por los alrededores, un castigo.
-Lo que usted vea necesario señora- le contestó y cuando Mura ya se encontraba en la puerta le dijo como ella le había ordenado hace años atras-Hasta mañana señora.
Esperó hasta estar segura de que su profesora estaba lo suficientemente alejada como para salir corriendo hacia su habitación en dirección contraria a la de ella. Una vez allí por fin pudo quitarse el parche dejando a la vista su otro ojo de color rojo, su heterocromia mostraba su linaje impuro, y se relajó completamente permitiendose descansar un poco en esa habitación pacífica y libre de personas con altos cargos, antes de recibir un castigo del rey.
☾ ☾ ☾ ☾
Había pasado una hora tranquila leyendo un libro cuando tocaron a la puerta, rápidamente se puso el parche y acepto la entrada de quien fuese que había tocado la puerta.
-Señorita Darwel, su majestad la espera en su despacho.- le dijo una sirvienta que sobrepasaba la treintena.
Se refiere al despacho de la reina, de mi madre. Pero tuvo que callar esas palabras, las paredes por muchos años que tuviesen y muy gruesas que fuesen tenían oídos.
-Bien, muchas gracias.- le contestó mientras se levantaba para dirigirse a al despacho para recibir, muy probablemente, su castigo. La sirvienta salió y ella se encaminó hacia el segundo piso.
Por el camino Lyra pensaba en que tipo de sanción se inventaría aquel hombre para ella desconocido, por muchos años que llevase casado con su madre, podría ser desde una denigración, en el mejor de los casos, hasta terminar con varias heridas graves.
Se detuvo delante de una puerta con el escudo de su familia, un dragón que se come su propia cola, con una corona encima.
El despacho de su madre, pero ella no se encontraba en la ciudad.
Ahí dentro estaba él, y ahí fuera estaba ella, alargando la espera, preparándose mentalmente para lo que pudiera ocurrir.
Preparándose para que no se descontrolase y toda la situación empeora se solo para ella, y él solo sería una víctima.
Tocó la puerta y cuando le dieron permiso para entrar se adentró en ella. El despacho era una habitación luminosa, la gran vidriera detrás del escritorio relataba una de las grandes historias de su familia, las paredes laterales estaban cubiertas por estanterías llenas de libros sobre historia, leyes o archivadores llenos de cuentas y contratos. En el centro de la estancia, dos grandes sofás esmeraldas con una mesa de café entre ellos, y tras estos, si lo miras desde la puerta, un gran y oscuro escritorio. Allí estaba él, el consorte, sentado detrás del escritorio como si estuviese en el trono en el que nunca pudo sentarse, mirando la con una sonrisa perversa.
En el que vio como esa sonrisa se formaba Lyra supo que su castigo iba a ser doloroso.
-Te estaba esperando- comenzó a decir el hombre- Mura me ha comentado tu terrible desempeño durante sus clases.
Ella sabía el odio que ambos hermanos le tenían, y ahí estaba frente al hombre con los ojos y pelo como el carbón y una piel tan pálida que daba a entender las pocas actividades pesadas que realizaba, todo lo contrario a ella.
-Y eso merece un castigo. ¿No crees?
-Si señor.
- Ponte sobre la mesa de café y quítate la parte de arriba, de rodillas.
Acató las órdenes mientras oía como sacaba el objeto con el que la dañaría.
Para aquel hombre era tan repugnante su mera existencia que ni a la hora de castigarla la tocaría.
-Serán veinte latigazos en la espalda, todos con el fin de que aprendas de disciplina. Lleva en alto la cuenta.
Apenas terminó de pronunciar aquellas palabras el primer golpe resonó en su espalda, sabía que dolería.
-Uno...- podría haber sido peor- dos..- Vale, no se para que he hablado, duele- tres...- la piel comenzó a levantarse y los músculos de su espalda se tensaban- cuatro...- estaba en carne viva- cinco- empezó a sentir el escurrir de su sangre y en ese momento decidió abstraerse del mundo para dejar de sentir.
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La reina mestiza
FantasíaLos humanos lo conocen como el triángulo de las Bermudas, pero solo es un hechizo ilusorio que protege dos reinos ahora aliados. Nadie quiere a una princesa, y menos a una reina, mestiza y los dragones siendo tan orgullosos se niegan completamente...