Capítulo VII

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La princesa Cordelia nuevamente se encontraba perdida, vagaba sin sentido por un gran y confuso laberinto que escondía un enorme secreto, el cuál Cordelia sin lugar a dudas quería develar. Algunos decían que escondía un cofre, con una fortuna más grande que el dinero te puede dar y otros que sencillamente no había nada, por lo que decidían no creer. Cordelia, sin importar lo que hubiera allí, y los peligros que tuviera que enfrentar para llegar a él, descubriría que es lo que escondía. Gracias a su gran coraje y destreza, cruzó los más largos y peligrosos caminos que jamás hubiera imaginado, donde prontamente la oscuridad y el terror reinarían y, por doquier, habrían buhos mirando atentamente a Cordelia, sobre árboles de ramas sin hojas, y se encontrarían voces desconocidas que, provenientes de lejos, susurrarían cosas incoherentes. Miles de caminos se habrían paso ante ella, a la espera de la elección de uno. Sea cuál sea el que decidiera tomar, siempre la portaba al mismo lugar. Así estuvo por mucho tiempo, no sabía cuánto con exactitud pero, por su cansancio y agitación, parecía haber estado allí por horas. Ya estaba llegando al fín y creía que nada de lo que decían que había allí era cierto, ya que nada había encontrado. Su espíritu desanimado pensó en volver, pero Cordelia no se iba a dejar vencer, y siguió su camino. Oscureció, y la espesa niebla que inundaba el laberinto casi le impidió ver lo que pasos más adelante se hallaba. Corrió hasta él y, al llegar, no pudo con la emoción de descubrir que realmente si descansaba un cofre allí. Curiosamente para Cordelia, el mismo, estaba cerrado con un candado, pero no uno cualquiera, uno en forma de corazón. La duda le invadió a la doncella..
¿Que habría dentro de él? ¿El corazón tendrá algo que ver con lo que hay en su interior?
Cordelia, empezó desesperadamente a buscar la llave que teóricamente abriría el cofre. Pero, en su lugar, halló debajo de él una nota que decía lo siguiente:

"La fortuna que con tantas ansias haz de haber estado esperando hallar, no es de la clase que tu deseas encontrar. Mira en tu interior, y hallarás la respuesta, ya que el lugar en el que solo puedes hallarla será dentro de tu corazón".

Cordelia suspiró. Pensó en qué se podría estar refiriendo esa nota. ¿Qué era lo que realmente esperaba que encontrase? Y más aún, en su corazón. Tal vez, la fortuna que esconde, la cuál es más valiosa que el dinero y que la única llave que puede abrirla está en su corazón, pueda ser...el amor. La llave para abrirla tal vez, sean sus sentimientos, sus verdaderos deseos del corazón capaces de abrir la cerradura del amor. Pero Cordelia estaba confundida, ¿Cuáles eran sus sentimientos? ¿Sentirá ella amor por un caballero? De pronto, tras el cofre, apareció una figura borrosa que luego, poco a poco, se fue vislumbrando. Cordelia sorprendida, miró atentamente al caballero que tenía en frente, tratando de reconocer en él algo que le pudiera indicar al fín quién era su príncipe encantado. Y nuevamente, esos ojos castaños, con una mirada tan atrapante y, esa radiante sonrisa. Desesperada, Cordelia se acercó y el caballero de repente se arrodilló y sacó de su saco un anillo. Por más que trataba, ella no podía deducir de quién eran esos ojos tan familiares. El caballero tomó de su mano, y con temblorosas manos introdujo delicadamente el anillo en su dedo. Al ponerse nuevamente de pie, su rostro empezó a tomar cada vez más nitidez y, sin darse cuenta, el caballero tomaba forma del muchacho que tantos años estuvo con ella, ese que, a pesar de todo, siempre estuvo ahí.
Una brisa trajo consigo una voz que decía:

"Te amo Anne, y quiero que seas mi esposa"

El viento sopló, y poco a poco la voz se fue desvaneciendo y a su vez también lo hizo el cabellero, el cuál terminó por evaporarse en el aire. Cordelia se estremeció al rendir cuenta de que, estuvo cegada todo este tiempo, y de que tal vez no tendría que esperar a la llegada de su caballero, del principe encantado dueño de su corazón, por el contrario, él ya había llegado a su destino.

"𝓜𝓲 𝓐𝓷𝓷𝓮 𝓬𝓸𝓷 𝓾𝓷𝓪 𝓔 "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora