Capítulo XIII

77 2 0
                                    

(Este capítulo contiene diálogos originales propios de la novela)

Los recuerdos nos invaden por momentos, esos que de alguna forma, por más breves o extensos que parezcan perduran en nuestra mente, dejándonos en ella una marca indeleble. Existen esos recuerdos gratos del corazón, que nos han hecho enorgullecernos de nosotros mismos y llenan de vida nuestro espíritu y otros en los que reina la desdicha, recordándonos los errores que nos persiguen desde el pasado, atormentándonos en el presente, como una sombra que nos persigue a donde quiera que deseemos ir. Y por más que el tiempo pase y que ya no seamos los mismos de ayer, ellos siguen ahí, nuestros fieles compañeros de vida.

Hoy haremos un viaje hacia ellos...

_Ese es Gilbert Blythe, Anne. Miralo y fijate si no es guapo

Dirigí mi mirada hacia él, era un muchacho alto, de rizados cabellos castaños, picarescos ojos de igual color y una sonrisa divertida.

De repente, mientras nos encontrábamos en clase, Gilbert se giró en su silla hacia mi dirección. Con el más descaro y a la vez simpatía del mundo, me miró y me guiñó el ojo con su mirada colmada de pura diversión

_Creo que tu Gilbert es muy guapo, Diana, pero es muy atrevido. No es de buena educación guiñarle el ojo a una niña extraña.

..............

Veo el verde campo, junto con sus coloridas flores y un radiante sol los ilumina en su totalidad. Me imagino allí, con un bello vestido tan largo que, al caminar, llevo conmigo el aroma de las rosas que permanecen allí. Luego me recuesto en el césped y miro hacia el cielo, infinito mar azul, salpicado de grandes manchas blancas, y me sumerjo en él. Es tan magnifico todo lo que la naturaleza nos brinda que...

_"Zanahoria.. zanahoria!!"

Vuelvo a la realidad. Un niño muy molesto me tira de mi trenza pelirroja, haciendo que me colme la paciencia por completo. No pude hacer más que...

_"Niñito mezquino y odioso! Como te atreves?!

Y luego si, claro que sin pensarlo, le pegué tan fuerte como pude con mi pizarra en la cabeza. Sus ojos me miraron asombrados pero a la vez lamentados. Nunca nadie había hecho que reaccionase así, pero no me arrepiento de lo que he hecho, sinceramente se lo merecía. Él me había provocado, y mi instinto reaccionó primero. Ademas él me había declarado la guerra, y yo no tenía miedo de luchar.

 Ademas él me había declarado la guerra, y yo no tenía miedo de luchar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

..............

Lo que ella no sabía, es que me había demostrado que no había errado en haber quedado encantado con su persona... además de poseer belleza era muy valiente, y no le importaba lo que pueda llegar a decir las demás personas sobre ella o sobre sus cometidos. Se puede decir que de alguna forma esa mujer me hechizo desde el primer momento, sin manera ni cura alguna de poder revertirlo.

"𝓜𝓲 𝓐𝓷𝓷𝓮 𝓬𝓸𝓷 𝓾𝓷𝓪 𝓔 "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora