Un ángel cae desde el cielo. ¿O es un demonio?

125 16 1
                                    

Peter no está seguro del suelo que pisa. Y no es un eufemismo, pese a que se encuentra literalmente sobre el techo de la casa orfanato que apadrina May, era que tenía dos días desde que habían dejado que vuelva a casa y seguía sin un buen plan para acercarse a Tony.

—¿Seguro que no es mejor que dejes que otro haga eso? —pregunta preocupado el encargado del lugar, mirando indeciso el suelo a unos cuantos metros. Peter, cargando el Santa inflable de formidable tamaño por sobre su cabeza, niega.

—Lo tengo bajo control —promete confiado—. ¿Tienes encima el cable?

José vacila. Sabe bien que el pobre desearía estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa, que estar allí con él, pero dado que el hombre no podría hacer aquello solo, no le queda más remedio que aceptar su ayuda. Peter estira la mano y le lanza una sonrisa confiada e insistente. El pobre José suspira y mira los chicos en el patio, que les hacen porras y los vitorean. La rigidez y la incomodidad en su mirada se aplacan. Peter sabía que eso pasaría, por eso es que llevó afuera a los niños, y se aseguró de que estuvieran abajo, viéndolos acomodar todas las decoraciones del techo.

Con la punta de los dedos coge el cable que le tiende reticente el encargado, jalando en su dirección. Deja el Santa donde corresponde y se agacha para enchufar el tomacorriente. Por unos segundos el ruido alegre de los gritos divertidos se silencia y una ola de vítores se alza unos instantes después, cuando el inflable luminoso empieza a brillar y moverse alegremente. Complacido, Peter se endereza y alza las manos con los pulgares arriba. Su público lo aplaude y lo felicita, solo José lo mira como si le faltara un tornillo y estuviera envejeciendo mil años de solo estar allí en el techo con él.

—La señora Parker va a matarme si se entera de que lo dejé subirse al tejado.

Peter se ríe y menea la mano restándole importancia. May lo mandó allí porque sabía que ayudar a terminar las decoraciones lo distraería lo suficiente. El nivel de ansiedad que tenía por esos días era tal que ya había intentado (por activa y pasiva) cambiar todos los muebles de lugar, reorganizar el librero, los discos y hasta los DVD. Ella era paciente, pero cuando Peter decidió bajar al pequeño almacén/depósito que tenían arrendado en el subsuelo del edificio, le recordó que nunca llevó al orfanato las cajas con decoraciones que trajo de la Sede.

El resto se entendía solo. Peter cogió el auto de May y se aseguró de llenarlo de adornos y luces que uno a uno los niños le ayudaron a desparramar por todo el hogar. Todo había sido tranquilo y relajado, seguramente como ella esperaba, hasta que vio como el pobre de José se preparaba para salir e instalar solo las luces del techo. Bueno, hasta ahí se pudo quedar mirando. Qué clase de héroe sería si permitiera que el hombre excombatiente con pierna ortopédica de cincuenta y ocho años se colgara solo del techo.

—No te preocupes, José —dice sonriendo confiado, mientras vuelve a deslizar cuidadosamente un pie frente al otro—. Yo creo que con eso term-

—¡Parker!

La atronadora voz llena de incredulidad lo hace sobresaltarse de tal manera, que de no ser por los reflejos y la fuerza con la que José le coge el brazo, Peter hubiera volado por el tejado. La mirada furibunda de su mentor nada le envidia al frío asolador de la tarde, ni la desesperada que le da el exmilitar.

—¡Señor Parker! —grita José cogiéndolo más firmemente, rodeando con firmeza su muñeca.

—Mierda, ya. Tranquilo José, no me caeré —murmura al hombre que con ojos desorbitados lo ve y suelta un juramento que incluye a un santo y la difunta madre de Peter.

Con una mueca, Peter desliza los pies por el hielo que se halla entre la junta de las tejas y vuelve lentamente sobre sus pasos. La mano del militar no lo deja ir nunca. El agarre pasa de ser doloroso a razonable ahora que Peter vuelve a tener el control y lo escucha suspirar entrecortadamente.

Otra tonta historia Navideña │starker│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora