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CAPÍTULO 6

Estoy sentada en el suelo de la habitación de Félix, apoyando la espalda en la cama. Tengo el libro de economía abierto en las piernas haciendo como que leo, pero la verdad es que las letras pierden sentido cuando intento concentrarme.

—Mi madre te obligará a quedarte a comer si te niegas—mi mejor amigo entra a su habitación y cierra la puerta a su espalda—. Así que por favor, quédate. O tendré que aguantar su sermón porque pensará que te hice algo.

Ladeo una sonrisa.

—Sabe que me quedaré me invite o no.

Félix se quita la sudadera que tiene encima y se queda en manga corta. Se sienta a mi lado con las piernas recogidas.

—Bueno, cuéntame—le miro—. ¿Qué tal con Michael?

Él frunce el ceño. Me arrebata el libro de las piernas y hace como que lee. Está nervioso. Oh Dios, ¡está nervioso!

—¡Félix! —grito. La emoción me recorre y me incorporo sentándome de golpe—Te gusta.

Hace una mueca llena de asco.

—¿Qué? No.

—Qué si.

—No, Jessica. No me gusta—cierra el libro, lo deja en el suelo y se levanta. Hago lo mismo y le miro con ojos de cachorrito—. Odio que me conozcas tanto.

—¡Te gusta! —grito de nuevo, demasiado emocionada.

—Me llama la atención. —gruñe.

—Parece simpático—me encojo de hombros—. Yo le doy el visto bueno.

Félix abre los ojos como platos.

—¡Solo le has visto una vez! —exclama casi indignado—Además, no sabes nada más que su nombre.

—Tiene cara de simpático.

—No tienes remedio—sacude la cabeza mientras se ríe. Se tira a la cama boca arriba y mira el techo—. No lo sé, Jess. Nunca he estado en una relación así.

Me tiro a su lado y lo miro a él.

—¿Así cómo?

—Con un chico.

—Vamos, Félix—le doy un suave golpe en el costado—. Eres tú quien siempre nos dice de arriesgarnos a Ailén y a mí, ¿a qué esperas tú?

—A saber si le gusto. —hace una mueca inseguro.

—Pregúntale.

Félix gira la cabeza sobre el colchón y me mira incrédulo.

—¿Lo dices en serio?

—Claro.

—Definitivamente, nunca te ha gustado nadie.

—¡Oye! —me quejo.

—¿Qué? —gira el cuerpo y me mira— En temas como este me sirve mucho más Ailén.

Cojo el cojín debajo de mi cabeza y le doy con él en la cara. Félix se ríe a carcajadas. Se está burlando de mí y sabe cual es mi punto débil.

Intenta quitarse el cojín, pero se lo impido. Me estoy riendo y no quiero que me vea.

—Eres un maldito imbécil.

Félix logra lanzar el cojín a una esquina de la habitación. La miro enfurruñada y él se ríe mucho más fuerte. Le odio.

—Ajá—pone el codo en la cama y apoya la mejilla en su mano—. Así me quieres.

Hasta que el hilo se rompa (CORRIGIENDO) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora