EPÍLOGO—¡Como no salgas ya, llegaremos tarde al aeropuerto! —grita mi hermano desde el coche.
Ha dejado la puerta abierta para sacar las maletas y algunas cajas con más comodidad, pero eso no quita que sean las siete de la mañana un sábado y que los vecinos aún estén durmiendo.
Suelto un gruñido mientras miro mi habitación. O la que era. Ahora está completamente vacía y las cosas metidas en cajas para que el camión de mudanzas se las lleve hacia Portland a partir del lunes. Me alegra saber que tanto Jade como Félix cuidarán de esta casa, porque hemos decidido no venderla después de todo.
Salgo arrastrando un par de maletas detrás de mí y me encuentro de frente a mi hermano, cogiendo la última caja con lo importante.
—¿Te has despedido de tu habitación o necesitas más tiempo? —se burla.
—Será mejor que salga antes de que me encadene en mi habitación—amenazo.
Él se ríe y sale cargando la caja. Camino detrás de él, pero freno en seco cuando veo a los chicos apoyados en el coche. Me sorprende verlos aquí, pero intento relajarme y caminar hacia allí con tranquilidad. En cuanto estoy lo suficientemente cerca, dejo las maletas a un lado y me lanzo a abrazarlos.
Ailén tiene cara de sueño, pero está aquí. Félix ya está llorando y eso no me gusta porque solo conseguirá que yo lo haga también. Y Noah solo me mira, soy incapaz de descifrar lo que está pensando.
Busco a alguien más con la esperanza de verle una última vez, pero no está.
—Cambia esa cara y date la vuelta—dice Félix, cogiéndome por los hombros y girándome.
Entonces, veo lo que menos espero pero lo que más quiero. Thiago se acerca a mí de la mano de Lily. Se han bajado del coche y en cuanto Lily me ve, corre a mis brazos. La cojo y la levanto para abrazarla con fuerza. Detrás, Thiago me mira con una sonrisa ladeada que me sorprende.
Cuando bajo a Lily para que salude a los demás con entusiasmo, me acerco a Thiago un poco más alejada de los demás.
—Has venido—susurro sin poder creerlo.
—Quería despedirme—murmura encogiéndose de hombros con las manos metidas en los bolsillos. Acaba de levantarse, porque no está peinado—. Y disculparme.
Abro la boca para decir algo, pero me interrumpe.
—No vayas a decir que no hay nada de lo que disculparse, porque si lo hay—suelta un suspiro—. No hablé bien, porque estaba enfadado. Y sé que no es tu culpa marcharte, lo haces por tu hermano, pero no quiero alejarme de ti cuando apenas he estado contigo.
—He disfrutado cada momento contigo, Thiago—respondo por fin con sinceridad. Creo que se merece escucharlo—. Y gracias por quererme como lo has hecho, de verdad.
Esboza una leve sonrisa que tiembla.
—Estoy dispuesto a intentarlo, Jess—murmura con temor—. No quiero perderte.
—No vas a hacerlo—abro los brazos y le sonrío aguantando las lágrimas—. Estoy aquí.
Thiago no lo piensa ni un segundo más y se acerca para darme un fuerte abrazo. Me alivia tanto estar aquí, que empiezo a pensar que es mi lugar favorito. Huele a vainilla, como siempre, y su cuerpo es tan cálido como un rayo de sol en pleno invierno.
Le voy a echar muchísimo de menos.
—No puedo hacerte eso—susurro en su oído.
Él se aleja y, con los ojos cerrados, apoya su frente contra la mía manteniendo sus brazos alrededor de mi cintura.
—¿El qué?
—Pedirte que me esperes—subo mis manos a sus mejillas y las acaricio—. No quiero que lo hagas porque no sé si volveré. Y no sabes si estarás aquí si lo hago. No sabemos nada.
—Pero, ¿y si estoy? ¿Y si vuelves?
Sacudo la cabeza negando.
—Somos demasiado jóvenes—suelto una suave risa—, no tenemos tiempo que perder esperando algo que no sabemos si volverá.
Thiago me abraza con más fuerza contra él.
—Te quiero—susurra lleno de dolor—. ¿Puedo besarte una última vez, entonces?
Aprieto los labios.
—Si te beso ahora no podré montarme en el coche.
—Es un punto a favor para mí—intenta bromear, pero no consigue sonreír.
Me pongo de puntillas y me inclino para dejar un suave beso en su mejilla. Abre los ojos para mirarme y sonreír suavemente, sabe lo que significa eso.
—Tengo que irme.
Aprieta su agarre en mi cintura pero comprende que es la hora. Acaricio sus mejillas por última vez y mientras me alejo, lo admiro. Me ha enseñado tantas cosas, que olvidarme de él no será fácil. Quiero pedirle que me espere, pero no es justo para ninguno de los dos.
El tiempo es limitado.
Vuelvo a abrazar a mis amigos una última vez, a Jade que también ha venido y a Lily, que comprueba que la pulsera que me regaló está en mi muñeca. Thiago se acerca antes de que pueda montarme en el coche, coge mi mano con suavidad y acerca mi muñeca a sus labios, besando el hilo que la rodea.
Lo miro con ojos aguados.
—Hasta que el hilo se rompa, ¿de acuerdo?
Sonrío de lado.
—Hasta que el hilo se rompa.
Me dedica una sonrisa que me pone la piel de gallina. Thiago era mi hogar, y también lo estoy abandonando.
Me monto al coche, Jeremy arranca y no hay marcha atrás. Los miro por el espejo retrovisor. Me doy cuenta de que Ailén abraza a Thiago con fuerza y Félix se rompe a llorar en cuanto cree que no los veo.
Desde luego las despedidas son el peor castigo que han podido darle al ser humano.
CONTINUARÁ...
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Hasta que el hilo se rompa (CORRIGIENDO) [#1]
Teen FictionEn el último año de instituto, Jessica desea estar tranquila. Sin embargo, el huracán Thiago decide entrar a su vida de repente y sus planes se ven patas arriba. Thiago estará dispuesto a volver loca a Jessica proponiéndole algo que no podrá rechaza...