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CAPÍTULO 21

Me planto frente a la puerta de la casa de Thiago con todo el valor que reuní ayer.

Es viernes y esta noche es la fiesta de despedida, pero Thiago no ha respondido a mis mensajes ni a los de Félix, así que he decidido venir hasta aquí para hablar cara a cara con él. No quiero irme sin explicárselo y menos aún sin que él me dirija la palabra. Después de todo, podemos seguir siendo amigos como hace un mes y medio.

Llamo al timbre con nerviosismo y sujeto el asa de mi bolso para apoyarme en algo porque sino me caeré redonda al suelo del miedo que tengo ahora mismo.

No quiero que me rechace aunque esté en todo su derecho.

Es su madre, Evelyn, quien me abre la puerta. Se ha recogido el pelo en un moño desaliñado, su sudadera estropeada y que tiene la escoba en la mano me hace pensar que está limpiando la casa y la he pillado ocupada.

—Buenos días—le digo con una sonrisa—. ¿Está Thiago?

—Hola, cielo—se aparta de la puerta alegre para que pueda pasar, y lo hago—. Está arriba entreteniendo a Lily para que no baje al salón. Como ves, tengo todo patas arriba.

—Gracias—me quito los zapatos dejándolos a un lado y la miro—. Espero no molestar.

—No, no—le resta importancia con un movimiento de mano—. Puedes pasar con tranquilidad, lo más seguro es que él quiera verte.

Ojalá sea así, Evelyn.

Ladeo una sonrisa y me dirijo a las escaleras para empezar a subirlas. Siempre me ha dado pena pisar este suelo de mármol blanco descalza, creo que mis calcetines negros van a mancharlo.

No me ha concretado en qué habitación están, pero pruebo llamando a la habitación de Lily.

—¿Quién es? —pregunta su vocecilla dulce—. Estamos en una fiesta del té.

—¿Puedo unirme? —inquiero a través de la puerta.

No escucho nada por unos segundos, solo las pisadas rápidas de Lily hacia la puerta. Ha adivinado quién soy, porque cuando la abre se abalanza a mí abrazándome por la cintura. Acaricio su pelo y me agacho para seguir su achuchón con más cariño.

—Te he echado de menos—dice en un susurro. La miro y paso mi índice por su mejilla—. ¿Te unes a nosotros? Thiago y yo hemos hecho galletas.

Escuchar su nombre consigue que se me encoja el corazón.

—Si me dejáis, me encantaría.

—Eres bienvenida.

Lily se aparta de la puerta y me deja pasar. Es entonces cuando mis ojos encuentran a Thiago, sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Él también me mira, incrédulo, porque lo más seguro es que esperara de todo menos mi presencia aquí. Aún tiene el pijama puesto y el pelo despeinado, pero sigue estando guapísimo.

Me acerco a la pequeña mesa de madera cuando Lily me empuja por la espalda y me obliga a sentarme junto a su hermano. Ha dejado de mirarme y se centra en la tetera que está en el centro de la redonda mesa y las tazas.

—Necesitamos otra taza, Thiago—le dice Lily. Su hermano no se queja, se limita a estirarse y coger otra traza con un platillo más—. Gracias.

Me sorprende ver la buena pinta que tienen las galletas con virutas de chocolate teniendo en cuenta que Thiago no es muy buen cocinero. Lily rellena mi vaso de lo que es leche con chocolate y no puedo ocultar mi incredulidad cuando veo que, a pesar de que me han avisado de que es una fiesta de "té", están desayunando de verdad.

Hasta que el hilo se rompa (CORRIGIENDO) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora