Uno

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Ya prácticamente era la hora del cierre, y como siempre la carnicería del supermercado solía cerrar media hora antes para resguardar la carne como correspondía para que no se echara a perder antes de lo normal, Lisandro por supuesto se encargaba de eso y dejaba que los ayudantes se fueran antes, era algún tipo de acción solidaria para con sus compañeros ya que era viernes a la noche y entendía que muchos querían ir lo antes posible a sus casas con sus familia, y él en cambio no tenía ningún tipo de apuro porque en el establecimiento ya vio que estaban sus amigos esperando por él ya que el grupo de jóvenes tenía en sus planes ir de joda esa noche.

Lisandro ya había terminado de guardar todo, y ahora simplemente se estaba sacando el delantal para ir a lavarse de manera adecuada sus manos, tenía entendido que igualmente sus amigos lo iban a acompañar a su casa para que se bañara y cambiara para la ocasión. Una vez listo, lo último que hizo fue apagar la luz del almacén y salir del lugar con Antony haciéndole compañía a su lado y Nahuel unos pasos por delante de ellos que los estaba guiando hacia el pasillo donde estaban las góndolas de bebidas alcohólicas.

— ¿Qué llevamos para escabiar? —pregunta Nahuel frenándose una vez en su destino.—

— Fernet. —dice Lisandro.—

— Vodka. —dijo al mismo tiempo Antony.—

Nahuel espera a que sus amigos se decidan, y estos dos se quedaron tan sólo unos segundos mirándose, como si se comunicaran vía telepatía.

— Las dos cosas. —dijeron al mismo tiempo.—

Los tres se rieron por lo increíblemente conectados mentalmente que podía estar ese dúo. Antony pasó su brazo por los hombros de Lisandro como acostumbraba a hacer desde siempre, y también le dio unas palmadas en el pecho a su amigo como si se estuvieran felicitando por la decisión recién tomada.
Nahuel en cambio, tomó las dos botellas correspondientes y siguió caminando por delante de ellos.

— Para boludo, ¿no nos conviene llevar ya la coca también? —pregunta Lisandro.—

— Si, mal. —responde Nahuel.—

Y dicho y hecho, Nahuel les dejó a cargo las botellas a sus amigos y desapareció unos segundos de la vista de ellos para ir en busca de la gaseosa, mientras tanto Lisandro y Antony siguieron el camino hasta la caja de menos de 10 productos, donde el encargado estaba siendo Sonny, quien tenía un cliente antes que ellos.

— Holaa, Sonny querido. —saluda inmediatamente Licha cuando llega con una sonrisa cordial y encantadora.—

Al coreano pareciera alegrarle totalmente la jornada cuando ve a Lisandro frente a él con esa sonrisa tan característica. Los ojos se le habían iluminado y una sonrisa se asomaba en su rostro, y Cuti que estaba siendo atendido por el coreano se percató de aquello, fue por lo mismo que giró su rostro por curiosidad para ver de quién se trataba, y por supuesto, tenía que ser él; tenían que ser esos dos.

Cuti le tenía un rechazo increíble a ambos, y sumando al que faltaba que en su caso era Nicolás Otamendi, que para suerte del cordobés en este momento no estaba con ellos, aún así con esos dos ya era demasiado y suficiente para que se ponga de mal humor, más notando el cambio repentino y encantador que tuvo Sonny cuando vio a Lisandro.

— ¿Qué pasó, Sonny? ¿Te castigaron y te mandaron a la caja otra vez? —preguntaba Lisandro sacándole charla al coreano.—

Sonny río y asintió.

— Algo así, voy a estar toda la semana acá. —comentaba el surcoreano.— Ojalá tener un poco de tu paciencia con los que vienen, Licha. Sin ofender, Cuti. —mencionó refiriéndose a su amigo-compañero que estaba atendiendo en ese momento.—

Inexplicable. [Cuti & Licha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora