Cinco.

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Viernes ya Cristian se estaba mentalizando para afrontar otro día más con Lisandro de compañero, por suerte el último de esta semana. Leandro ya les aviso a sus amigos que se iba a ausentar por un buen tiempo debido a un imprevisto familiar que los requería en otra provincia del país. Cuti hasta este punto asumió que simplemente la vida lo odiaba, pero realmente no podía quejarse -aunque le cueste el alma- porque las mañanas con Lisandro ahora eran más cortas gracias a que congenia realmente bien con Enzo, los dos juntos eran un torbellino.

La comunicación con Lisandro por su parte iba a paso de tortuga inválida. A Cuti no se le pasaba por alto que Lisandro trataba de hacerlo lo más llevadero posible o incluso tratar de alivianar un poco las cosas. Cuti recopilaba información sobre Lisandro gracias a charlas que tenía con Enzo en las que Paulo y él también estaban presentes, era información indirecta que, si era objetivo, derrumbaba la imagen que él se había convencido respecto a Lisandro. Aun así siguió insistiendo con su necedad. Le caía mal.

Si tenía que ser honesto, se enternecía cada vez que Lisandro levantaba estirando su cuello como una suricata para descifrar lo que estaba escrito debajo de todo en el pizarron porque su baja estatura no le permitía un buen campo de visión con 9 filas de personas delante suya. Un Lisandro resignado y apenado terminaba por hacer su mayor esfuerzo para preguntarle a Cristian qué ponía exactamente en la pizarra, y si le sumaba a eso que Lisandro le pasaba las respuestas de las cosas en biología, tenía que ser justo y se lo debía decir.

La mañana pasó como cualquier otra, Lisandro se había ganado la confianza de Enzo y jodian cada vez que podían, y no sorprendía que fuera así pero ganarse a Enzo significaba muchas cosas, la principal y ya que efectivamente pasó fue que Lisandro estaba invitado al futbito 5 que solían jugar viernes a la noche, y hoy no era excepción. Por la ausencia de Leandro les hacía falta uno, y ese lugar se ocupó por Lisandro.

— Cuchame, te mando mensaje si voy tarde porque salgo de laburar a las ocho. —avisaba despidiéndose Lisandro.—

— El culo te abrocho. —remata Enzo entre risas, ganándose el empujón de Licha.— joda, joda... Dale te espero, no seas gil y anda, sino te hago la cruz y el lunes te espero en la puerta de acá para hacerte bolsa.

— Yo que vos, Licha, no le fallaría al capricho del nene porque se pone insoportable. —dice Paulo.—

— Traanqui, voy a ir. —tranquiliza Lisandro.—

Al despedirse le dio la mano a todos acompañado de un choque de hombros, incluido a Cristian que se sorprendió. Siempre lo saludaba pero parecía como si lo contara como uno más a pesar de que Cristian creía marcar la diferencia con la evidente distancia que ponía, claramente para Lisandro no existía tal malestar con él, y eso lograba dejar de cara a Cuti que se jactaba de ese odio a Lisandro.


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Había llegado la hora y todas ya estaban en la canchita de fútbol 5 esperando por Lisandro, el cual venía sobre la hora. El más preocupado parecía ser Enzo que no dejaba de ver la entrada del lugar para saber exactamente cuando llegaba el entrerriano. Cuti escuchó el suspiro de alivio cuando lo vio llegar, él por su parte no podía estar más podrido de todo lo relacionado con ese integrando poco a poco su grupo de amigos.
Lisandro se acercó al grupo, y se presentó con Julián y Emiliano, los cuales no se tenían fichado en el radar, y también los saludó a ellos. A Cuti lo que más le llamó la atención es que se veía particularmente mucho más agradable a su vista con aquel conjunto del United puesto.

— Hijo de puta era llegar un toque mas temprano, forro. —puteó Enzo.—

— Perdona, pa. Hablamos cuando no te mantengan mami y papi... —contestó Lisandro irónico, haciéndolos reír.— Se me hizo tarde, perdón. Me había olvidando los botines y los tuve que ir a buscar a la salida del laburo. —se excusó Licha.—

Inexplicable. [Cuti & Licha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora