Pasó el fin de semana, la fiesta ya había pasado hace días, y a Cristian le costaba horrores y hasta le dolía tener que verse al espejo y admitir que había soñado durante dos noches seguidas con Lisandro, le hubiera encantado que al menos fueran escenarios violentos o cualquier cosa menos lo que su subconsciente le estaba brindando. Por dos noches seguidas tenía en su mente la imagen de Lisandro recorriendo el físico de Rodrigo con sus manos, tan pegados... tan juntos, pero la modificación que hacía su mente era ponerse a él mismo como el protagonista que estaba recibiendo dichas caricias, hasta lúcido podía describir exactamente lo que le hacía sentir dichas caricias en su sueño. Golpeó la cama enojado consigo mismo, y odiando cada vez más a Lisandro. "¿Por qué?" era lo único que se preguntaba Cristian en ese momento.Gracias a aquel sueño volvió a empezar su mañana de mal humor, aún así tenía que afrontar la jornada educativa. Se levantó antes de que su madre le reprochara que llegaría tarde a la escuela. Hizo su rutina diaria cepillando sus dientes y poniéndose el "uniforme" de su escuela, el cual solo consistía en un jogging holgado y una chomba blanca. Después de eso fue a desayunar como de costumbre con sus madres que ya se estaban preparando para ir a trabajar. Besó la cabeza de su madre y apretó el hombro de su padre cuando pasó cerca de ellos y lo acompañado de un "buen día" sin muchos ánimos.
— Buen día, mi cielo. ¿Dormiste mal ayer? —preguntó su madre dulcemente como acostumbraba.—
Cuti asintió mientras se hacía casi que robóticamente su café con leche como acostumbraba todas las mañanas. Sus padres no quisieron hacer muchas preguntas porque sabían perfectamente cómo era su hijo menor, y así se evitaban también que su malhumor les rebotara. El desayuno se trataba de sus padres comentado por arriba las noticias que daban en la televisión en ese momento, y él los ignoraba tratando de mantener la mente en blanco, al menos lo más posible.
Cuando la familia terminó de alistarse para irse a trabajar, Cristian fue rápidamente a su habitación en busca de su mochila con los útiles y su celular, cuando salió ya sentía el auto de su padre en la entrada que esperaba por él. Se despidió de su madre y abandonó el hogar subiéndose inmediatamente al auto. El viaje fue igual de silencioso, su padre puso la radio y él sólo miraba por la ventana el familiar recorrido que ya conocía de memoria después de tantos años.
Minutos más tarde ya estaba en la puerta de su escuela, no tardó en ingresar haciendo el mismo recorrido de siempre porque con sus amigos ya tenía una especie de punto de reunión al ingreso.
Cerró sus ojos frustrado junto a un suspiro pesado cuando vió a Lisandro, y por supuesto, acompañado de ya sabemos quién, además del resto de sus amigos.El ingreso fue la misma mierda de todos los días, hasta que cada uno estuvo en su aula. Cristian trataba poco a poco de disimular su mal arranque de mañana con sus amigos porque sabía perfectamente que ellos de lo contrario le pegaban un voleo en el orto, y era algo que prefería evitar. Vio que pasaban los minutos y todavía Leandro no llegaba, quien era su compañero de banco, y mejor amigo.
— Che, amigo ¿Lean no viene? —pregunta a sus amigos curioso.—
— No creo, el boludo se habrá quedado dormido. —comentaba Paulo girándose de su banco para verlo.—
— Es un pajero. —se quejaba Enzo.— El único día que armamos fulbito con los pibes en educación física y el pelotudo falta.
El grupito ya más o menos tenía un equipo armado, y le hacía competencia a los del otro curso, y en la estadísticas que llevaba Enzo en su cabeza; ellos iban perdiendo por un partido. Era un enfermito de la pelotita, Cuti y Paulo llegaba un momento que decidían simplemente hacer ruidos sordos y que el nene hablara cuanto quisiera de fútbol, pero la radio ESPN se calló la boca cuando al salón entraba Lisandro Martínez acompañado de la preceptora del curso. Nadie entendía nada, el escenario no era común, y por la cara del chico era evidente el desacuerdo y lo enojado que se mostraba.
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Inexplicable. [Cuti & Licha]
FanfictionRomero estaba enamorado del coreano del super. Son, el coreano, babeaba por Lisandro; el carnicero del supermercado de sus padres. Y Lisandro era un disparo al aire. Al Cuti lo consumía la envidia por Lisandro que se terminó transformando en odio...