Diez.

792 116 42
                                    



Las semanas pasaron y transcurrieron como siempre, pero ahora en el día a día de Lisandro se le sumaba un gran protagonismo y una amistad floreciente con Cristian, y era lo mismo en el caso de él con Lisandro.
A Enzo y Paulo en el principio de esa cercanía parecían sumamente curiosos, conocían a Cristian y justamente eso los hacía levantar muchas más sospechas e intrigas. Varias veces tiraron muchos palitos para que Cuti los pise y terminé sin querer revelando algo, cosa que no pasó pero sus amigos no se rendían.

Se habían enterado, más bien Lean les habían avisado, que justo ese mismo día estaba de vuelta en la ciudad, en el pueblo, el barrio. Por cuestiones de papeleo todavía no volvía a la escuela pero al menos ya estaba confirmado su regreso en su casa después de un mes y medio casi ausente, y sólo se manifestaba a través de mensajes que lo iban actualizando de todo.

De eso habían estado hablando prácticamente toda la mañana. Cuti organizó para que sus amigos se volvieran a juntar después de tanto en su casa esa noche, "la noche de los pibes" como la llamaban ellos. Ya lo había hablado con su madre y ella aceptó dejarle parte de la noche la casa sola a los chicos.
Justamente por eso mismo ahora Cristian acompañaba a su madre al supermercado para comprar tanto cosas que hacían falta como también cosas para esa noche.

— Gaseosa, lo único que van a tomar que mañana se tienen que levantar para ir a la escuela. El fin de semana ya verán lo que hacen. —advirtió autoritaria la mamá de Cristian, cosa que lo hizo bufar pero no podía contradecir mucho a su madre así que optó por no insistir.

— Bueno, ma. No sabia que ahora eras policía... —contestaba irónico Cuti poniendo en el canasto las dos botellas de gaseosa.

— Nada de policía, se le llama ser adulto responsable. —responde rápidamente Rosa con sus cejas inclinadas fingiendo enfado.— ¿Qué más hace falta?

— Las hamburguesas y los panes. —menciona Cristian, a sabiendas -y levemente emocionado- de a quién se podía encontrar— Debe estar Licha encima, porque es su horario.

— ¿Licha? —pregunta extrañada su madre. no entendía el apodo.

— Lisandro, ma... —aclara Cristian como si fuera obvio.— le dicen así.

— Ah, no sabía. Licha... —repite pensativa.— ¿Ese nene trabaja acá? con razón siempre que iba a casa le veía cara de conocido... ¡pero él nunca llegó a atender! —reprochaba encarando para el sector de refrigeración, y con eso a la carnicería.

Cristian siguió a su madre entre sutiles risitas, la mayoría nerviosas, y efectivamente cuando levantó su mirada para dirigirla al lugar habitual donde se encuentra Lisandro, lo encontró allí atendiendo, como siempre.
Rosa de apuró en sacar número para hacer la fila, ya había saludado con la mano a Lisandro quien apenas llegaron los supo visualizar. Los clientes fueron pasaron, el compañero de Lisandro que también estaba atendiendo al público amagó a llamarlos.

— Mi vieja quiere que la atiendas vos, Licha. —informa Cristian a su amigo.

— ¡Ah! —Lisandro con una sonrisa levanta su mirada y se ríe. Luego mira a su compañero y le dirige la palabra.— Deja que yo me ocupo de ellos, José. —su compañero asiente y sigue con el otro cliente. Lisandro finaliza con el tipo antes que ellos, y ahora su atención estaba en los Romeros.— ¿Cómo le vas a decir "vieja" a la señorita? —le recrimina Lisandro a Cristian, en parte para molestarlo frente a su madre, y otra para elogiar y quedar como un caballero con ella.

Cristian bufa poniéndole los ojos en blanco. Sabía lo que se le venía.

— ¿Ves, Cristian? así se trata a alguien como yo. —le recrimina ahora su madre, y Lisandro se ríe de él.— Lo qué pasa es que ahora hay muchos pendejitos mal aprendidos. Por suerte vos no sos uno de esos, Lichita. —se vuelve a dirigir Rosa a Lisandro quien la mira sorprendido por el apodo que le dio bastante ternura.—

Inexplicable. [Cuti & Licha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora