Once.

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Para Lisandro era una reflexión constante y diaria con respecto a su nuevo vínculo con Cristian. Si iba a lo concreto, por supuesto que no eran nada más que amigos que se estaban conociendo, sin embargo él era consciente que la balanza no se inclinaba mucho por ese lado, y era una sensación totalmente diferente a la que tenía con un simple amigo. No estaba para nada seguro de cómo era en el caso de Cuti para con él, aún así la intuición le decía que podía estar pasando por lo mismo.

No existía nada en concreto, pero vivían lo mismo todos los días, ¿cuánto pondrían diferir? hablaban y se contaban su día tanto por teléfono, como también personalmente. Estar en el mismo curso y ser compañero de banco también sumaba a todo ese revoltijo. Por primera vez Lisandro podía decir que se sentía totalmente a gusto y muy diferente a otras situaciones en su pasado, si bien las dudas e inseguridades marcadas seguían allí, sentía estar encarándolo de otra manera y desde una postura mucho más abierta y no tan negada a que suceda algo más serio o simplemente a lo que se le pueda dar lugar.

Ya se había enterado de la vuelta de Leandro, por lo que esa semana disfrutaba cada mínima comunicación o contacto con Cristian, porque sabía que serían los últimos días como compañero de banco. No se enojaba por eso, pero no podía evitar sentirse un poco mal, era mínimo pero ahí estaba esa sensación que era consciente que iba a extrañar estar al lado de Cuti todas las mañanas, y ninguno llegaba a agradarle –gustarle– tanto como Cuti.

Para finalizar esa misma semana, el sábado era el cumpleaños de Nahuel. Era de puro conocimiento que le gustaba celebrarlo bien, o sea; con una buena joda. La cantidad de gente iba a ser la necesaria para que estuviera lleno, porque para colmo lugar donde iba él y era lugar donde se hacía amigo de alguien nuevo, así es Nahuel. Y también por eso mismo todo el grupo de amigos de Cristian estaba invitado, y fueron los mismos que convencieron también a Leandro de ir con la excusa de que sería su primera fiesta de regreso a casa. Todos iban a ir.

...

Dicho y hecho, era sábado en la noche y todos estaban ahí. Estaba lleno, era mucha gente. Lisandro permaneció el inicio de la fiesta con sus amigos, tomando, jodiendo y pasándoselo lo suficientemente bien, como siempre con ellos.
Ya se había cruzado con Cristian y su grupo, pero por motivos obvios no iban a quedarse con ellos. La última vez no terminó bien y eso, aunque no se mencionaba lo suficiente, seguía tenso en el aire. Lo que realmente le llamó la atención a Lisandro fue el hecho de que las veces que cruzo miradas o se encontró con el grupo, Son y Cristian permanecían muy cercanos. No entendía el significado o el motivo de por qué o desde cuando eran tan cercanos. Supuso que se perdió una parte de la historia, aún así prefiero no hacerse ningún tipo de idea al respecto y seguir disfrutando de la noche porque pintaba bien.

La noche transcurrió, y por evidentes razones si Cristian ese día decidía no pasarlo cerca de Lisandro no iba a pasar nada, mientras tanto el seguía viviéndosela en las canciones y en los pogos que se armaban para felicitar al cumpleaños.
Todo empezó a causar cansancio y los tragos encima ya le estaban pidiendo ir al baño de la cantidad de líquido consumido, aunque realmente no estaba para nada tomado, ese día quería estar de chill porque suficiente tenían que cargar con el borracho del cumpleaños, que podía ser el responsable la mayor parte del año, pero en su día discrepaba de su puesto.

— Che, voy al baño. —le informó Licha a sus amigos.

— Anda al de abajo, perrito, yo fui al de arriba y ya lo estaban usando de telo. —informaba Nicolás, cosa que llevó a asentir a Lisandro.

Se tuvo que abrir paso como pudo y con mucha paciencia entre el montón de gente. Como eran en su mayoría conocidos, se tenía que bancar que le dieran alguna que otra vueltita para invitarlo a bailar, cosa que Lisandro con una sonrisa negaba porque se estaba re contra meando. Agradeció y tomó aire cuando pudo salir del tumulto, aún así le quedaban algunos metros por hacer. El baño que le mencionó Otamendi estaba muy cercano a la cocina, donde también había gente pero no a montones. muchas de ellas estaban ahí porque era la más cercana a la "barra" que en realidad era la mesada de la cocina repleta de botellas de alcohol. Todo era a oscuras y tan sólo unas luces de colores que llegaban a iluminar lo justo y necesario. Una vez llegando a la puerta del baño, la cual podía notarse entreabierta, la abrió de par en par con total confianza.

Inexplicable. [Cuti & Licha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora