Siete.

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A Lisandro le había costado recuperarse, pero en ningún momento Cristian dejó de estar para él.

La situación preocupaba al cordobés, y el más bajo guardaba angustia en su pecho, pero no era algo nuevo, fue algo que se iba a desatar tarde o temprano.
Ya habían pasado más de diez minutos en los que Lisandro hizo lo posible por recomponerse de su crisis, y en todo ese tiempo las delicadas y sutiles caricias estuvieron presentes.

— ¿Estás mejor?

Lisandro era observado bajo la atenta mirada de Romero, que se le podía notar por su tono de voz que estaba preocupado y eso le llamaba la atención, pero no iba a ponerse a la defensiva o preguntar por qué estaba haciendo eso por él. Lisandro no le salía mentir, y por eso optó por callarse, y Cuti entendió que su pregunta fue tonta, sin embargo se notaba a Lisandro mucho más tranquilo que antes.

— Mira, lo que podemos hacer es irnos a la mierda de acá. Ahora la tenemos a la vieja conchuda de matemática, y vos así hecho bosta no me vas a pasar las respuestas.

Lisandro logró reírse después de toda esa situación de mierda que pasó, y eso generó la risa de Cuti también.

— ¿Me estás diciendo de ratiarnos? —pregunta Licha.—

— Si, nos hacemos la chupina y fue... No, para ¿cómo estas de faltas vos?

— Estoy limpio. —le contesta Lisandro notablemente orgulloso de sus asistencias.—

— No sé para qué poronga pregunto si sos un come libros, te faltan los anteojos nomás.

— No soy come libros, vos sos muy bruto que es diferente. —se defiende Licha que comienza a reincorporarse igual que Cuti.—

— Pregúntale a tu hermana si soy bruto, chichón de piso.

— Para, enfermo, tiene 10 años mi hermanita.

Cuti parece tragado sus palabras quedándose sin respuestas ya que lo tomó desprevenido. Se tapó su rostro inmediatamente de la vergüenza y arrepentimiento, cosa que hizo a Lisandro estallar de risas.

— Mira vo'... no sabia que tenías hermanita, perdón. —se disculpa afligido Cuti ya que la bromita le salió como el culo.—

— Para que te perdone me vas a tener que sacar de acá porque yo nunca me ratié...

— Ah, re honesto tu perdón por suerte... —dice irónico Cuti.—

— ¿Vas a hablar de honestidad? —pregunta Lisandro cruzándose de brazos y subiendo un poco su mirada para enfrentarse a la mirada de Cristian.—

Cuti no supo el por qué, pero todo su cuerpo le pidió no ser obstinado como de costumbre, hasta sintió volverse chiquito por esa mirada, pese a que también le generaba ternura la diferencia de altura y aún así al otro se le de por no achicarse ni un poco. Le sobraba personalidad, y eso a Cristian... le encantaba.

— Ni idea de lo que hablas, enano, pero bueno yo también me quiero ir de este bodrio. —dice Cuti esquivándole la mirada y encarando para la puerta del baño.— el plan es así, vos vas hasta la entrada y me esperas ahí, ahora los preceptores duermen en los laureles así que me hago el copado ahí y apretó el timbre para que se abra la puerta, que está regaladisimo, y después salimos rajando. Pero escúchame, te tenes que pegar el pique de tu vida. —Cuti le explica la secuencia a Lisandro, y también le advierte.—

El patio estaba desolado para cuando salieron ambos del baño, por lo que se entendía que todos estaban ya en los salones. Lisandro le hizo caso a las órdenes de Cuti y fue directo hacia la puerta de rejas de la entrada, esperando para sentir la vibración que permitía abrir la puerta.

Inexplicable. [Cuti & Licha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora