Donde Jimin quiere que el hombre con el que lo hicieron casar, se fije en él.
Solo quiero, que te fijes en mí.
• Personajes: Kookmin
• Fanfic
• Genero: Bl, drama, angst.
•Créditos: Portada y Banner (si eres la que me hiciste esta portada y el banner...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sus huesos crujieron apenas se incorporó; su espalda dolía como el demonio, y más aún su cuello. Había dormido muy mal en aquel mueble largo de cuero negro que estaba en su habitación. Era muy suave y cómodo, nadie negaba eso, pero solo servía para acostarse en las mañanas mientras disfrutabas de unas cuantas películas o te entretenías con el celular. No era un lugar en el cual pudieras dormir tus ocho o diez horas completas con libertad.
No era recomendable, especialmente si estás acostumbrado a dormir en una cómoda y amplia cama, con un montón de suaves almohadas a tu alrededor.
Jimin estaba acostumbrado a eso; su cuerpo frágil no soportaría dormir en un lugar que no le resultara cómodo.
Pero, para ser sincero, no le quedó otra opción.
—Ni creas que vas a compartir cama conmigo —fue lo que le dijo su esposo cuando Jimin estuvo a punto de acostarse en el lado derecho de la cama. Ya estaban ambos aseados y listos para dormir después del extenso y cansado viaje.
—¿Y dónde quieres que duerma? —preguntó con voz apagada, ya que solo había una cama.
—Ese no es mi problema. Aunque, espera, hay un gran mueble ahí —señaló sin interés y simplemente se acostó en el centro de la cama matrimonial, con los brazos y piernas abiertas, disfrutando de la comodidad.
Jimin no pudo evitar que su corazón doliera por sus palabras y, sobre todo, porque JungKook no quiso dormir con él.
—¿Qué te pasa? —preguntó sin interés JungKook al verlo con una mueca en los labios y con la mano derecha en el cuello, dándose pequeños masajes. Él ya estaba listo para salir a desayunar.
—Me duele la espalda y el cuello —respondió Jimin con un puchero en los labios.
—Dúchate y se te pasará. Y que sea rápido, tenemos que ir a desayunar. Tengo demasiada hambre y sabes muy bien que no comimos nada por descansar —dijo con el ceño fruncido. Sacó su celular del bolsillo de su bermuda y comenzó a teclear algo mientras salía al balcón de su habitación.
Jimin lo miró con ojitos de cachorro, aunque este no lo veía. Tenía unas inmensas ganas de llorar, pero si lo hacía, su esposo se enojaría mucho más y no quería eso. Así que, con un puchero en los labios y tragándose su dolor, se levantó del mueble y se dirigió al baño dispuesto a asearse.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.