[ O17 ⚊ ¿Estas bien? ]

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El sonido del silbato era completamente irritante para todo aquel que lo escuchaba, demasiado molesto para un momento tan tedioso como hacer ejercicio

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El sonido del silbato era completamente irritante para todo aquel que lo escuchaba, demasiado molesto para un momento tan tedioso como hacer ejercicio.

Aquel día era clase de gimnasia, y todos los de la clase de Jimin se encontraban en las grandes canchas del establecimiento educativo realizando dicha actividad.

La clase estaba dividida en dos grupos: a un lado estaban los chicos trotando las cien vueltas que el entrenador disponía, y al otro lado, las chicas realizando ejercicios más ligeros como pasarse el balón.

—¡Vamos chicos, tres vueltas más y terminamos! — gritó el profesor, y volvió a soplar el silbato para apresurarlos.

Los chicos estaban muy agotados, inhalaban y exhalaban con fuerza mientras seguían trotando. Muchos hacían feas muecas con sus bocas debido al cansancio, mientras que otros no lucían para nada cansados y corrían con mucha energía, presumiendo de su buena resistencia física ante sus amigos.

—¡Ustedes pueden, chicos! — gritaron algunas de sus compañeras, que habían detenido su actividad para alentarlos. —¡Tú puedes, Jimin! — terminaron de decir con burla, y continuaron con lo suyo.

Sí, muy atrás de todos los varones iba el pequeño Jimin, tropezando cada tres segundos por el agotamiento que se había apoderado de su delgado cuerpo.

—¡Una vuelta más! — gritó el profesor. Al escuchar esto, todos aceleraron el paso, corriendo como si no existiera un mañana para terminar de una vez por todas.

Pero Jimin no pudo sonreír de felicidad como lo hicieron sus otros compañeros y su esposo al escuchar aquellas alentadoras palabras, ya que, a diferencia de ellos, él solo había dado sesenta vueltas. Todos sus compañeros de clase lo habían rebasado desde que empezaron con el ejercicio, burlándose de él cada vez que pasaban a su alrededor.

Un jadeo de cansancio se escapó de sus labios rosas. No tenía fuerzas para más, sus piernas dolían como si se las hubiese magullado, las sentía demasiado pesadas, y los músculos los tenía rígidos. En cualquier momento podría caer al duro piso por sus piernas temblorosas.

Su energía se había terminado, no podía avanzar un paso más, pero estaba poniendo todo de sí para terminar.

JungKook se decepcionaría de él si no lo hacía.

Antes de que comenzara la clase, su esposo lo había regañado en los vestuarios, diciéndole que no le parecía para nada justo ni para él ni para sus otros compañeros, los cuales se esforzaban corriendo o realizando cualquier ejercicio que el entrenador disponía para la clase, mientras que él solo se encontraba siempre sentado sin hacer nada, observando cómo todos se estropeaban realizando los ejercicios.

Jimin lo único que pudo hacer fue disculparse apenado mientras agachaba su cabeza.

Hoy corres con nosotros. — ordenó y salió del sitio dejándolo solo, sin pedirle una explicación de por qué no lo hacía.

Fíjate en Mí || KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora