hibris|dix-huit

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déséquilibre
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—Dame la cámara—el pedido lanzado como una orden mordaz, es otra señal de alarma. No debería confiar, maldición, no debería estar adentrándome al improvisado estudio con el moreno pisando mis talones.

Sostengo con fuerza la cámara antes de girar. Con su mirada puesta en mis movimientos, cierra la puerta.

—¿Por qué debería hacerlo?

—¿Tienes miedo?—inclinando su rostro, la comisuras de su boca se levantan con burles, aún sin mostrar una sonrisa. La intensidad en sus facciones no hace más que dejarme con los músculos tensos y el pulso tembloroso.

Debería irme, hasta el momento todo parecía guiarse hacía un camino que no sabía si estaba dispuesta a recorrer. Tenía que terminar con lo que sea que estaba iniciando entre nosotros. Con esa sensación asfixiante y opresora fluyendo como humo entre nosotros, con esos pensamientos que han estado atormentando mi poca estabilidad desde que dejé ese salón y con las mentiras que salían sin pensarlo dos veces.

Joder, tenía que alejarme de Kim Taehyung.

—No te conozco—respondo. El peso de esa afirmación me golpea con fuerza, hasta el momento no sabía absolutamente nada de él, me dejé guiar por la desesperación de obtener un modelo para mi trabajo que no le di importancia, al menos hasta que dicha profesora dejó caer cierta tarjeta que indicaba desastre.

Ocultando sus manos en los bolsillos, camina con tranquilidad hasta llegar a mí. Negando con un sonidillo constante con ayuda de su lengua, habla con pesadez:—Eso no pareció importante hace unas horas...—bajo rápidamente mi mirada, encontrando la tela de su camiseta—, ¿qué cambió?

Trago con fuerza y, evitando una respuesta, extiendo mi mano derecha con la cámara. Sin moverse, espera en silencio. Pasando los segundos permitidos, e ignorando mi acción anterior, eleva su mano izquierda, empezando un lento movimiento de mi brazo hasta la parte trasera de mi cuello, acomodando toda su palma y dedos en mi nuca. Jadeo ante el frío de su piel y, por supuesto, por la manera en que su toque se siente sobre mí.

Controlado, exigente y pesado.

—No es correcto—obligando a mi cerebro funcionar, es lo primero que mi boca suelta.

Su ceño se frunce en una acción que deja ver su intento de encontrar la lógica de mis palabras. Dejando esta vez que su sonrisa se ensanche, la ironía explotó en pequeñas muestras de enojo. Haciendo presión en su toque, me hace mirarlo. Sus ojos sin mostrar ninguna emoción, miran mi rostro en busca de algo que no estoy segura.

—¿Según quién?—arrastrando la punta de su lengua por su labio inferior, suelta un bufido—, nadie puede decirte que es correcto o no, al final, la decisión siempre la tenemos nosotros. Te mortifica tanto romper las reglas morales a las que tanto se aferra una sociedad corrupta—bajando su rostro, permite que su nariz roce con la mía en varias tentativas—, pero estoy seguro que eso fue lo que buscaste la primera vez que abriste tu linda boquita para mí.

Abro la boca dispuesta a refutar lo dicho, pero termino sin vocalizar ninguna palabra. Tenía razón. Lo hice. Trago con fuerza antes de atreverme a sostener el material de su camisa, enojada conmigo misma.

—No sabes nada de mí.

—Se lo suficiente para destrozarte, Moon—cepillando sus suaves labios con los míos y sin despejar sus ojos de mi rostro, habla con una tranquilidad que me deja en un desastre de emociones:—, pero no arruino lo que me importa, y no sé si es tu mala o buena fortuna, te tengo en la mira.

Tomando la cámara, se aleja de mí. Una acción que me permite soltar todo el aire retenido. Sus palabras anteriores sabían a amenaza y algo que podía clasificar como posesión. Sin embargo, el tiempo entre nosotros era lo suficientemente vago como dejar fijo dicho pensamiento.

Colocándose en la posición que solía tomar en nuestra sesiones, con un gesto me indica el lugar que ahora me tocará tomar. Aprieto la mandíbula, debería negarme, pero no creía capaz de hacerlo, así que, reuniendo el valor que parecía querer fugarse, obligo a mis piernas moverse hasta quedar al centro, permitiendo que la iluminación verde toque la piel expuesta.

El primer clic, seguido de la repentina luz de la cámara, me aturde por segundos. Horrorizada, abro los ojos.

—¿Qué...

—La primera vez que te vi pensé que había algo malo en ti—impidiendo que me mueva de lugar, continúa sin importarle mi estado—, ahora sé que estabas en el momento equivocado con la persona equivocada. Parecía que constantemente querías desaparecer, pasar desapercibida sin ningún problema.

—No entiendo a qué diablos quieres llegar—refuto en un intento de parar su discurso, sabía que sus palabras iban a doler o, por lo menos, quitar el equilibrio falso al que tanto intento permanecer. Un equilibrio basado en ideas que no tenía intención de confirmar.

Pese a la intención de mis palabras, sigue tomando fotos, acercándose cada vez más. Con el pulso acelerado, agarro la tela de mi vestido.

—Esconderte detrás de una cámara pareció funcionar para ti, incluso para él. Buscas una perfección, esa perfección inexistente en ti, ¿me equivoco?—borrando cualquier rastro de juego, se detiene a solo unos pasos—, tener que ser perfecta aún cuando tienes miedo, esperar los aplausos que tienen que llenar el vacío que te deja cuando por fin cumpliste con lo que se supone que es lo correcto.

Apartando por fin la cámara de su rostro, permite que que nuestros ojos se queden fijos.

»La segunda vez que te vi, estabas en el momento adecuado y, por un momento, pensaste que encontraste a las persona correcta, a la perfección que tanto necesitabas. Pero déjame decirte algo, Gyuri. Nadie es perfecto, y cuando idealizamos tanto a una persona le damos las armas para destruirnos.

Niego, seguía sin poder digerir el ambiente que se había creado:—No entiendo, yo...

—Si me preguntas ahora mismo qué veo en ti, podría resumirlo con esa palabrita que te gusta mucho—me interrumpe. Parecía una maldita broma, un juego que no hacía más que incrementar las ganas de llorar—. Así que déjame mostrarte lo que yo creo que es perfección.

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Hibris: Moira | K.TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora