hibris | dix-neuf

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Los nervios empezaban a sentirse como una bola pesada en la boca de mi estómago. No sabía cómo actuar ni mucho menos qué cara poner, solo podía quedarme parada en medio de las luces que en cada instante cambiaban. Pero incluso desde esta posición, podía vislumbrar las comisuras levantadas de Taehyung.

No parecía divertido, en absoluto.

Había algo en su manera de mirarme, y la forma en que su cuerpo parecía querer encontrar la manera correcta para poder tomar la foto perfecta, que me hacía sentir segura, dejando de lado todas las imperfecciones que estaba segura de tener, las volvía en algo que tenían que ser admiradas y elogiadas por su perfección.

Muerdo mi labio inferior con fuerza. Sintiendo que el poder dado me era lo suficiente para ser atrevida sin pensar en las consecuencias, coloco ambas manos en la costura final de mi vestido.

El clic se detiene.

Inclino un poco mi cabeza, y sonriendo con una timidez que no sentía, pregunto:—¿Qué debería hacer?

Apartando la cámara de su rostro, me permite observar su mandíbula apretada y el rastro de seriedad que se obliga a mantener en sus rasgos. Remojando sus labios, una exhalación sale sin pensarlo.

—Siéntete libre de hacer lo que quieras—cita las palabras que siempre le suelto antes de cada sesión—, pero sin duda, si mis manos fueran las tuyas, ese vestido no estaría ahí.

—¿Eso es así?—mumuro, interesada. Extendiendo mis manos por el ancho de mis muslos, las subo con lentitud. Arrastrando en el proceso la tela que las cubría, dejo que quede al borde de donde inicia mi ropa interior.

Clic.

Aún con su mirada sobre mí, presionaba a cada instante el botón de la cámara. Captando cada movimiento, cada diferencia que le estaba permitiendo ver. Todo parecía dirigirse a un camino sin retorno, a uno que iba directo a un precipicio en el que tarde o temprano caeré sin importar el daño.

—¿Sabes? Es realmente sorprendente como solo una persona puede ser tu desastre—tomando el control de la cámara, se acerca—, convertirte en nada aún cuando no sabías que tenía ese poder en ti.

Podía sentir mi cuerpo calentarse, temblar por las inesperadas decisiones que mi boca tomó en un momento de valentía, y que justo en ese momento las repercusiones se encontraban en cada paso que daba el moreno.

—Supongo que lo haces—prosigue, llegando hasta mí, levanta su mano para ponerla en mi cadera y así poder tomar en su puño el desastre de tela que se reunía en la zona—, haces lo que quieres conmigo pensando que no tiene consecuencias.

Temblando, coloco mis propias manos en su abdomen, sintiendo la contracción apenas el tacto se hace presente.

—No lo hago—levanto mi rostro para poder verlo—, nunca te quise en mi vida.

Dejando que un risa salga de su boca, niega con incredulidad.

—¿Eso es así?—repite mis palabras con la burles contorneando cada palabra. Llevando sus propios dedos al final del vestido, empieza a subirlo hasta que me veo obligada a levantar las manos para sacarlo.

El aire fresco hace que mi piel se erice, pero sin duda es su presencia la que empieza a volver loca la parte baja de mi cuerpo.

Maldición.

Era su culpa tener la necesidad de sentirlo de nuevo, de crear este ambiente asfixiante, pero, sobre todo, de hacerme sentir así. El sonido de la cámara comienza de nuevo. Debería preocuparme, joder, debería importarme el hecho de que mis fotos semidesnuda se encuentren en la memoria, pero la realidad es que no podía importarme menos.

No podía importarme cuando las manos de Taehyung empezaban a vagar por las partes de mi cuerpo descubierto. Cuando sus ojos dilatados demostraban más de lo que su boca podía admitir en algún momento.

Tal vez tenía razón, había trabajado para tener el poder y llevarlo por la borda, dejándolo caminar por un delgado hilo que solo yo podía controlar. No podía admitirlo en voz alta, pero empezaba a amar la manera en que su cuerpo buscaba el mío, en la que sus ojos me veían de aquella forma que hacía mis piernas temblar y mi razón volverse nada.

—¿Entonces debería de parar?¿Dejar de joderte?—besando castamente mi mejilla derecha, las yemas de sus dedos se deslizan por la piel de mi abdomen. Muerdo mis labios para evitar la salida de cualquier sonido vergonzoso, no era el momento de demostrarle lo mucho que me gustaba la situación—, vamos, abre esa tentadora boca y miénteme.

Pasando al lado de mis pechos, la palma de su mano se acomoda en la nuca, manteniendo un agarre firme.

»Niega que te gusta toda esta mierda—besando la otra parte de mi rostro, termina por dejar sus labios a centímetros de los míos—, niega que te gusto.

Mojando mi boca, paso mis brazos por sus hombros, obligándolo a cerrar la distancia. Permitiendo que nuestras respiraciones aceleradas se enlacen, ahora soy yo quien toca la comisura de sus labios, tentándolo y jugando como averigué que le gusta.

—Niegalo tú—le ánimo. Frunce el entrecejo, confundido—, dime que no te gusto.

A decir verdad, estaba apostando por lo incierto, porque pese a todos esos momentos que pasamos juntos, estar con Taehyung era conocer a la falsedad en persona. Él era el mentiroso, pero parecía no darse cuenta.

Apresando mis labios contra los suyos, nuestros agarres se vuelven dolorosos. Era una mezcla de miedo, terror, pero sobre todo, de reconocimiento a un sentimiento que no podíamos clasificar.

—No lo hago—murmura, y por unos instantes dejo de respirar. La respuesta me deja helada, incluso podía sentir la picazón en mis ojos aún cuando no debería hacerlo, no éramos nada—, no puede simplemente gustarme lo que dije que era perfecto, ¿cierto?

Incapaz de responder de forma coherente, dejo descansar mi frente sobre su pecho.

—Tampoco me gustas, Kim Taehyung.

Lo sabía, ambos lo hacíamos. Mentí.

Clic.

(2/2)
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Hibris: Moira | K.TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora