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En una época dónde el mundo era libre, donde el comienzo apenas era un punto en una hoja en blanco, en donde la magia, las leyendas y los mitos habitaban, un lugar donde lo imposible era una palabra que no existía, donde dioses y humanos convivían en plena armonía, donde animales de fantasía, hadas, elfos, criaturas mágicas y seres mortales vivían unos a lado de los otros, gozando de la paz y los dones que los dioses les otorgaban.
Un lugar donde todos adoraban a la princesa consorte, una mujer con una belleza irreal, una mirada hechizante y un poder inmenso corriendo por sus venas, bendecida con la gracia de todos los dioses, siendo la heredera de los tres deseos, con el primero, deseo la prosperidad de su pueblo, con el segundo deseo la armonía entre todos los habitantes y el tercero, lo resguardaba para sí misma.
No existía ni un alma que no amara a esa generosa diosa encarada en humana y todos deseaban lo mejor para ella y su prometido, el velocista escarlata que la fuerza de velocidad le envió para hacerla feliz.
Pero incluso, en medio de tanta feliz, en medio de tal armonía entre todos los seres vivientes, siempre debe existir la maldad, una maldición irremediable que perseguía siempre a los portadores de la luz, cazándolos, tratando de extinguirlos por envidia.
Y las garras por fin se clavaron en ella.
La noche era oscura, una noche sin luna, sin estrellas, como si el mismismo cielo nocturno sintiera la ola de desgracia que estaría por llegar al castillo, en el borde de la terraza donde la princesa y el velocista se reunían a contemplar a su pueblo,
Un hombre de traje amarillo sostenía el cuerpo mal herido del velocista escarlata, a punto de atravesar su pecho con su mano, el pobre hombre apenas y se mantenía despierto.
—¡Basta! —exclama la princesa de una nación que pronto heredaría, de rodillas—por favor, detente—su voz se cortaba, su pecho se estremecía de dolor al ver al hombre que ama en tal mal estado, pensando en que horrible insulto debió darles a los dioses para que esa desgracia este sucediendo
—Aunque me halaga que la futura reina me suplique, no puedo detenerme
—Te daré lo que quieras, joyas, dinero, la corona—le estaba ofreciendo todo lo que poseía, porque nada de eso valía sin Barry a su lado, todo eso era minúsculo comparado con el amor, con la idea de una vida a lado del amor de su vida: Barry Allen
—Irina...no—niega el velocista entre jadeos de dolor—no le des nada—no podía permitir que su princesa lo perdiera todo por él, odiaba verla de esa manera, vulnerable, de rodillas, suplicando.
—Lo siento, princesa, pero nada de lo que puedes darme servirá, mi único propósito es destruir a Flash—responde el hombre con odio en la voz ante la mención del apodo del velocista escarlata, celoso, cegado por la ira de que ese hombre tenga todo lo que él deseaba
—Pues destruye a otro Flash, la fuerza de velocidad te otorga el poder de viajar a oras tierras, ve a otra y destruye al velocista de esa, pero deja al mío en paz—ella conocía los secretos de la fuerza de velocidad, después de todo, fue ella quien la bendigo con Barry
—No puedo hacer eso, princesa, porque aquí es donde comienza todo—responde volviendo a brillar sus ojos de rojo—porque aun no hay otras tierras a las cuales escapar, pero las habrá y acabaré con el Flash de cada una de ellas
Sus palabras debieron advertir a la princesa, pero ella no comprendía lo que él decía, no entendía, solo comprendía que su amado estaba al borde de la muerte y debía recuperarlo, tomo una de sus dagas y la clavo con fuerza en la espalda del velocista amarillo quien soltó a su amado para quitarse el arma.
La princesa actuó con rapidez, tomo a su amado y lo arrastro hasta el templo de los dioses, donde estaba el altar de la fuerza de velocidad, donde él podrá recuperar sus heridas más rápidamente, donde obtendría de nuevo la fuerza para ponerse de pie y luchar, pero antes de que lograra meterlo, sintió una ráfaga de aire y todo su mundo se paralizo.
Ella logró entrar al santuario y observo con horror, furia y dolor como aquel hombre atravesaba el pecho de su amado, quien cayó inerte en el piso, con la vida escapándose de su cuerpo, sus rodillas flanquearon, estampándose contra el piso, lentamente, el hombre desapareció luego de logar su cometido.
La princesa alzo las manos y los dioses obedecieron su orden silenciosa, atrayendo el cuerpo del velocista a su lado, colocándolo suavemente en su regazo, la princesa lo sostenía, gritando, un grito que salió de lo mas profundo de su ser, que desgarro su garganta y entró en los oídos de todos los habitantes del reino, todos quedándose quietos y en silencio.
Un eterno silencio para la perdida que acababa de sufrir la princesa mas querida y amada por todos.
—Vuelve a mi—suplica en un susurro roto, jurando que se vengaría del hombre que le arrebato todo—tu y yo estamos hechos el uno para el otro ¿lo olvidas? Si mueres, moriré contigo—saca del bolsillo de su vestido, la lampara del genio, tomando el ultimo deseo entre sus ensangrentadas manos.
Con mi sangre, con mi sacrificio, hago la promesa de que nos volveremos a encontrar...escuchen mis palabras, dioses, cumplan mi voluntad y extendedla más allá del tiempo y el espacio...las tierras se dividirán y en cada una habrá un final feliz para nosotros, nuestras almas se volverán a encontrar, la espera será corta y el recuentro largo, solo con nuestra unión la maldición desaparecerá y el mundo volverá a ser uno mismo, de lo contrario, seguirá dividiéndose las tierras hasta que las fuerzas oscuras las destruyan todas en señal de mi fracaso.
Les pido que me dejen reunirme con mi amado en un momento donde el cielo este despejado y el viento corra entre nosotros, que él sepa que debe buscarme, que yo sepa que no debo alejarlo, traedlo de vuelta a mi lado...porque no existe la princesa sin su velocista escarlata...
Y tras murmurar su deseo, se enterró una daga de plata en el pecho, para perecer a lado de su amado.
Esa noche, los dioses lloraron y sus lágrimas fracturaron el universo.
Convirtiendo cada pedazo en una tierra nueva, un multiverso de vidas donde en algunos, la princesa y el velocista se encontraban y eran felices, pero sus almas reales, el alma de Barry Allen termino en una tierra que luego sería llamada tierra uno.
Y el alma de la princesa terminó en una tierra vecina, mejor conocida como tierra dos.
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Vaya forma de emepzar esta fic jaja, las dejo con la pequeña introducción y las leo más adelante con el primer capitulo :)
Atte: Su Escritora ❤️
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Ashes of love| Barry Allen
Fanfiction"Cuando el destino llama a tu puerta, no peudes escapar de el"🥀 ☆*: .。..。.:*☆ -Cuando te miro, las lágrimas siguen saliendo, no se porque venías a mi dando vueltas y vueltas...como si estuviera destinado a ser-murmura Barry con un nudo en el estoma...