"Cuando el destino llama a tu puerta, no peudes escapar de el"🥀
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-Cuando te miro, las lágrimas siguen saliendo, no se porque venías a mi dando vueltas y vueltas...como si estuviera destinado a ser-murmura Barry con un nudo en el estoma...
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En los tranquilos Laboratorios S.T.A.R., Badala se encuentra a sí misma atrapada en un torbellino de emociones conflictivas. Ella, una presencia tan constante como las sombras que se deslizan por las paredes del laboratorio, lleva consigo un secreto que pesa más que los mismos confines de la realidad.
Sus días, una vez llenos de certezas inquebrantables, ahora están teñidos de dudas e incertidumbres. Desde aquella noche, aquella noche en la que el cansancio la venció y se quedó dormida al lado de Barry Allen, un cambio sutil pero irrevocable se ha gestado en su corazón.
La imagen de Barry, con su sonrisa amable y sus ojos que parecen albergar galaxias, se ha convertido en un fantasma que la persigue, incluso en la soledad de sus propios pensamientos.
Cada encuentro con él, cada cruce de miradas, es como un eco de una melodía olvidada, despertando sentimientos que Badala cree no tener derecho a sentir.
Es un fuego que crece en su interior, un fuego que ella intenta sofocar con la lógica de la mente, pero que su corazón insiste en avivar. Sabe que se acerca el momento de un sacrificio necesario, un acto de amor en su forma más pura y dolorosa, para salvar a Barry, para salvar a su mejor amiga Jesse.
Y este conocimiento la envuelve en un capullo de tristeza y determinación.
Badala se mueve entre los equipos y las pantallas de los Laboratorios S.T.A.R., como un fantasma en busca de redención. Ve a Barry, tan lleno de vida y pasión, y una parte de ella anhela acercarse, compartir risas y sueños, permitirse un momento de felicidad fugaz. Pero se reprime, se aleja, porque en su mundo, donde cada decisión puede alterar el curso del tiempo y del destino, los sueños personales deben ceder ante el bien mayor.
Harry tenía razón, no debía iniciar algo con él, no cuando ya está decidida a dar su vida por el bien de sus nuevos amigos, por el bien de Harry, de Jesse.
Y así, con cada paso que se aleja de Barry, siente como si dejara pedazos de su alma a lo largo del camino. Es una danza solitaria, un acto de amor y sacrificio que nadie verá, una melodía silenciosa que solo su corazón puede escuchar.
En los momentos de soledad, cuando la luna baña los laboratorios con su luz etérea, Badala se permite sentir, permitiendo que las lágrimas fluyan libremente, como ríos que buscan el mar.
No quiere hacerlo, por eso ha tardado en contactar con Zoom, porque no quiere volver con él, no quiere estar en su prisión de oro.
Odia el hecho de ser tan cobarde y miedosa, de no tener la valentía que tienen todos los demás para hacer lo que deben hacer, pero, una vez contactado Zoom, su vida se arruinaría para siempre y solo quería un poco más de esa luz que la rodeaba ahora, de esa felicidad efímera.
Solo un poco más.
Porque después todo lo que vería sería oscuridad.
Esta es la realidad de Badala, una mujer atrapada entre el deber y el deseo, caminando sobre una cuerda floja tendida sobre un abismo de posibilidades.
