─Capítulo 12: "No me hagas daño"

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-Tito Carlos, la tita me dijo que no quería escuchar palabras tuyas... Pero aún así, se lo dije.

-¿Te contestó? -dije con una sonrisa y él se encogió de hombros.

-Si le llamas contestación a girarse en la cama y darme el culo, sí, me contestó -yo reí con ganas, ¿cómo un niño tan pequeño puede ser tan listo y tener esas salidas?

-Eres un niño listo, Juli -él asintió.

-Era el niño más listo de mi curso... Hasta que dejé de ir. Mi mamá me dijo que no podía pagar una escuela.

-¿Quieres ir a la escuela, verdad?

-Sí, me lo pasaba genial con mis amigos... -dijo triste de nuevo.

-Yo te apuntaré a una, ¿quieres? -el niño empezó a aplaudir y a asentir con la cabeza.

Después de eso, lo senté en mis piernas y continuamos viendo Dora la exploradora. Yo me estaba casi durmiendo con los dibujos. La verdad es que a mí, los dibujos no me gustaban mucho... No eran mi fuerte. Y más la tía ésta, más pesada que una vaca en brazos. Juli le contestaba con entusiasmo una cosa, y ella hacía la contraría. Yo reía entre sueños, Juli se enfadaba y se cruzaba de brazos.

Al final, no sé cómo. Bueno, sí, cerrando los ojos, terminé dormido.

Al levantarme, el sol casi se había ido y la luna estaba apareciendo en el cielo. Me estiré y dejé de hacerlo cuando sentí otro cuerpo encima mío. Juli se había quedado dormido. Sonreí al verlo tan inocente y empecé a acariciar su pelo rubio con mi mano derecha.

Lo dejé en la otra parte del sofá con cuidado y miré a Dani, el cual, seguía durmiendo de lado, para que, como dije antes, no se tragara la lengua y se ahogara. Le tomé el pulso y las pulsaciones habían bajado notablemente. Su respiración estaba normal. Pronto despertaría.

Con un paso casi inaudible, llegué a mi habitación, donde no se escuchaba ni un alma. No puede ser ¿verdad? ¿Se había escapado? Abrí la puerta y me encontré con que _____ estaba durmiendo, tal cual como me había dicho Juli, dándole el culo a la puerta.

Reí y me acosté con sumo cuidado a su lado. Abracé su cintura y la aproximé lo máximo que pude hacia mi cuerpo. Su respiración tranquila me tranquilizó y suspiré en su pelo, y ese acto me hizo llegar un olor a coco proveniente de su pelo, gracias a mi jabón. Sonreí como un imbécil y me hice una pregunta. ¿Dónde había quedado el Carlos duro como la piedra, sin sentimientos, sin remordimientos...?, ¿Se habría ido a la mismísima mierda?

Sentí pequeños movimientos de su culo restregándose contra mí, señal que indicaba que estaba despertándose. Me hice el dormido. Sentí como seguía desperezándose sin apartarme y noté como se movía. Al pensar que se iba de la cama, reforcé mi agarre aún haciéndome el dormido. Pero no, ella no salió de la cama. Se giró para mirarme.

Empezó a acariciar suavemente mi cara, pensando -como quería que creyera- que estaba dormido. Siguió así un rato hasta que me dio una hostia bien dada en la mejilla derecha. Enseguida abrí los ojos. Sus ojos -como los míos- quemaban de rabia.

- Lα sillα elécτяicα. {carlos y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora