─Capítulo 22: "Tu chica es la próxima"

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Me quedé quieto, sin saber qué hacer... Todo esto me superaba. Mi ira crecía por momentos. No habíamos podido hacer nada por ella, Romina había sido más rápida que todos nosotros juntos. Y allí se encontraba Dani, llorando como un niño pequeño por mi culpa, por no poder encontrarla, por no ayudarlo ningún día en la búsqueda...

¿Y ahora qué? Juli se había quedado sin madre... Y de su verdadera familia sólo quedaba Dani... ¿Cómo se le puede dar a un niño la noticia de que su madre ha muerto? ¿Que nunca más la volverá a ver? ¿Que ella no volverá a sonreír al verlo? ¿Cómo? Si alguien lo sabe que me lo diga, porque yo en ese mismo momento no sabía ni qué hacer para tranquilizar a mi amigo. Pero, ¿cómo lo iba a tranquilizar? El amor de su vida había muerto.

Él no notó mi presencia, pero allí estaba yo, viéndolo sin poder hacer nada. De pronto me agaché a su altura y puse una mano en su hombro y el llanto se volvió más bajo. Me miró con los ojos inyectados en rojo, de tanto llorar y no pude más. Una lágrima traicionera salió de mi ojo, cayendo encima del cuerpo inerte de Carol. Su mirada se calmó al ver que era yo. Se relajó y nuevas lágrimas volvieron a rodar por sus mojadas mejillas. Agachó la cabeza y se acurrucó al lado de Carol y la abrazó con fuerza, susurrando cosas...

-Pensaba que te encontraría -habló en un susurro-. Pensaba que te iba a encontrar y sí -rió triste-, te encontré, pero muerta... ¿Sabes? -hizo una pregunta que sabía que no iba a ser contestada-. Yo en serio te quería Carol -se apegó más a ella-. Si me hubieras dicho que en tu vientre llevabas a Juli, yo lo hubiera aceptado -acarició el vientre lleno de sangre de ella-. Hubiésemos sido felices, los tres... Y nada de esto hubiera pasado, porque yo hubiera sabido defenderte de todo... Pero ya es demasiado tarde -sus lágrimas seguían sin control, cayendo en el pecho de la chica-. Espero que seas más feliz en el cielo que lo que fuiste aquí por mi culpa... -se escuchó un fuerte sollozo de su parte y mis lágrimas caían y hacían un sonido seco al ser recibidas por el suelo de madera-. Espero que Dios te cuide y te dé todo lo que merecías y yo no tuve oportunidad de ofrecerte, mi amor.

Sentí como el silencio nos envolvía, y a los diez minutos, escuché unos pasos detrás mío. Miré y ahí estaba Fredo. Sus ojos se abrieron al ver la escena y su pistola cayó al suelo, pero Dani ni se inmutó. Mi nuevo amigo cogió las puntas de sus pelos y miró a los dos jóvenes con pena. Esto era fuerte para todo, incluso para Fredo, que ni siquiera conocía ni a Dani ni a Carol. La verdad es que ver muerto a alguien que sabes que es importante para alguien a quien quieres, no es fácil.

-Dani -lo llamé en un susurro y éste levantó su mirada-. Será mejor que nos vayamos... -sequé las lágrimas de mis mejillas y vi como empezaba a levantarse pero habló antes de ponerse en rumbo hacia la salida.

-Carlos, ¿me la puedo llevar? -¿qué? ¿Estaba loco? Mi ceño se frunció-. No quiero dejarla aquí, como si no tuviese a nadie que la quiere para enterrarla... ¿Podemos enterrarla en el bosque de casa? -preguntó mientras intentaba secar sus lágrimas, pero enseguida salían nuevas.

-No creo que pase nada por llevarla y enterrarla allí -me encogí de hombros.

Dani la cogió en sus brazos, dejando a la vista toda la sangre debajo suyo y algo más... Había una carta. Medio llena de sangre. Me agaché para recogerla y la abrí, con el corazón en un puño.

- Lα sillα elécτяicα. {carlos y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora