* 11 * Энни

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La Sala Roja, hace 10 años:

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La Sala Roja, hace 10 años:

Tras un largo día de entrenamiento, las más pequeñas se fueron a dormir como acostumbraban. Las niñas entre 3 y 6 años podían irse a descansar antes que las mayores, que se quedaban varias horas más entrenando.

Las crías dormían todas en la misma habitación, y tenían suerte de que Dreykov les dejara una habitación particular al crecer. Tres filas de camas y dos grandes ventanales tapiados. Algunas niñas tenían mucha fe en la gente y esperaban que sus padres vinieran a buscarlas pronto, pero no fue así. Otras eran algo más realistas y sabían que estar ahí suponía que las habían secuestrado, y sus padres no volverían.
Inessa era más bien de las primeras, las esperanzadas. Aún sabiendo que era imposible que su madre volviera a la vida para sacarla de allí, tenía fe, por su padre al que jamás había conocido.

Como cada noche, las niñas se reunieron en el suelo de la habitación con una viuda algo más mayor que ellas, que iba casi todas las noches a ver a las más pequeñas para contarles historias y alegrarles el día. A veces les decía como eran sus padres y los de ellas, donde estarían y cómo lograrían encontrarlas, tratando de animarlas un poco. Era todo mentira, como era lógico, pero esas crías iban a estar mucho tiempo allí metidas y no quería verlas perder sus sonrisas siendo tan pequeñas.

Dreykov era muy consciente de lo que esta viuda hacía, pero fingía ignorarlo. Mientras solo fueran falsas esperanzas que las mantenían esperando en la Sala Roja, no le importaba demasiado.

Esa noche fue algo distinta a las anteriores. Todas las niñas comentaban cómo creían que eran sus padres y dónde vivían. —apuesto que son jóvenes y listos— decía una— apuesto que coleccionan cosas, como ceniceros o arte— decía otra.

—Apuesto que son buenos padres y os quieren mucho— dijo la viuda mas mayor, tratando de contener las ganas de derrumbarse— ¿por qué no lo serían?— Todas parecían muy felices de oír estas cosas, y eso era reconfortante para la mayor.

Siguieron hablando de la misma manera otro rato más — seguro que él lee libros y ella cose.—añadió una tercera niña— Quizá ella coserá todo un armario para mí— dijo una cuarta.

—Pero...¿y si son estrictos? Tan rectos como una línea. ¿Qué pasaría entonces?— preguntó la mayor.

Las niñas se miraron entre ellas antes de que la más pequeña de todas contestase— en realidad no importa, mientras sean nuestros.

La mayor de las chicas allí,  se encargó personalmente de acostar a todas las niñas, que se estaban empezando a quedar dormidas, a sus respectivas camas antes de que Dreykov se diese cuenta de que aún estaban despiertas.
Y antes de proponerse a dormir, Inessa se recostó sobre su cama mirando al techo y murmuró— Не хотите ли вы прийти и забрать ребенка, пожалуйста? (¿No quieres por favor venir a buscar a tu bebé?)

San Petersburgo, presente:

Yelena fue a la habitación donde estaba Inessa durmiendo. Se acercó a ella lentamente y la arropó con una sábana de pelo sintético con aspecto calentito para protegerla del frío de Rusia. Lo que no esperaba, era que la niña se pusiera en posición de defensa con la respiración acelerada.

—Черт (joder)— maldijo la castaña antes de darse cuenta de que era Yelena la que se había acercado a ella— Oh, eres tú. Perdon, aún no me acostumbro a dormir tranquila.

—Tranquila... no te haré daño— contestó la rubia acercándose a ella— solo venia a asegurarme de que estuvieras bien— Yelena le acarició la frente a la pequeña apartando un mechón de pelo.

Inessa la miró mucho más relajada y sonrío— estoy bien. Ya si— Cuando la mayor hizo ademán de irse de la habitación tal como había entrado, la castaña interrumpió sus pasos—¿ puedo hacerte una pregunta? — Yelena se limitó a asentir— ¿Por que eres tan buena conmigo?

La rubia pensó por un segundo sus palabras antes de contestar.— Porque no te mereces nada de lo que te ha pasado.

—Entonces es por pena, ¿verdad?

—Ni mucho menos— contestó— Me recuerdas a mi; y si yo no hubiese tenido ese afecto de Natasha cuando éramos pequeñas, no habría sobrevivido tantos años.— Inessa por un momento analizó las palabras de Yelena tratando de buscar algo de compasión en ellas, pero no encontró en absoluto.— tú no la has tenido y quiero remediar eso.

La niña la miró a los ojos con una leve sonrisa— siento el numerito que he montado antes. No era mi intención fastidiar la comida— dijo arrepentida cambiando de tema.

—Primero, el numerito lo he empezado yo, no me quites el mérito— bromeó la rubia— y segundo, no te preocupes, no has fastidiado nada— Inessa bajó la mirada sonriendo discretamente.

Yelena, de nuevo, hizo intención de irse al presenciar el silencio que se estaba formando, y dejar a la castaña dormir como antes de despertarla involuntariamente, pero en el fondo la niña no quería que se fuera— Yelena... ¿puedes quedarte conmigo?— esta le
dedicó una sonrisa para después tumbarse a su lado y arroparla. A ella le gustaba sentirse querida, y a la rubia, necesitada.

Inessa se acomodó a la mayor mientras está la rodeaba con el brazo acercándola a ella. — tranquila Nessa... mañana saldrá el sol. Puedes apostar tu último dollar a que mañana, habrá sol.— La menor se sentía realmente cómoda con Yelena. Con ella sentía algo distinto a con cualquier otro. Era feliz.

Pero esa felicidad no duraría mucho para ninguna de la dos, puesto que Dreykov no descansaba sabiendo que la viuda más especial que había entrenado, se había escapado. Quería recuperar a Inessa de una manera insana.

Mientras tanto en La Sala Roja:

El hombre trajeado en su despacho revisaba las ubicaciones de las viudas que formaban su red, esperando así encontrar a su fugitiva más reciente, Inessa Ivannova.

En un golpe de suerte repentino, una viuda veterana fue a verle con grandes noticias— Dreykov, la he encontrado— dijo alegrando al hombre— Y no solo a ella, está con Belova, Romanoff y Vostokoff.

—Así que se esconde con ellas; interesante decisión— comentó serio— Vigílalas e informa. Con suerte cazaremos 4 pájaros de un tiro.— la sonrisa psicótica que se formó en su rostro preocuparía a cualquiera.

No estaba tan lejos de ellas y podría atraparlas de nuevo a todas. Bueno, a todas menos a Natasha. No era ninguna sorpresa que era un miembro importante en el grupo de héroes autodenominado "Vengadores" y, de no tener noticias de ella, irían a buscarla.

A la que si quería recuperar, además de Inessa, era a Yelena. Siendo sinceros, no le había molestado su huida más que la de cualquier otra viuda. No era la más valiente ni intrépida que ninguna. Si quería recuperarla era por puro orgullo, y para arrebatarle esa sonrisilla de niña que llevaba como trofeo.

Yelena había llegado a ser la mejor niña asesina que ha conocido la Sala Roja, al menos hasta el nacimiento de Inessa y su inclusión a la red; pero antes de eso no había sido más que una niña asustada y miedosa con un corazón de oro- eso no había cambiado-, algo que Dreykov quería destruir. Lo consiguió, pero cuando la rubia se escapó, él dejó de poder considerar esa victoria. Por eso quería recuperarla.

Encargó a la mujer vigilar a esas 4 desertoras e informar al respecto.

Pronto las tendría de vuelta.

Todo lo que tengo~ Yelena Belova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora