* 2 * Irisha

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Oyendo a estas mujeres, la joven chica se planteó si ir al complejo de estos "héroes" Podría resultar su mejor opción

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Oyendo a estas mujeres, la joven chica se planteó si ir al complejo de estos "héroes" Podría resultar su mejor opción. Ella no les tenía lo que se dice mucho aprecio a los Vengadores ya que, según ella era todo postureo, un fraude. No confiaba en ellos -bueno, a decir verdad, no confiaba en nadie- pero si quería vivir y asegurarse de que Dreykov no fuese a por ella, no le quedaba otra.

—No me creo que les vaya a confiar mi seguridad a esos.—murmuró para sí misma.

Se rasgó la camiseta, hizo un corte en su rostro con su navaja  y se tiró fuertemente sobre el suelo rocoso. Los Vengadores serían pura fachada, pero no son tontos. Si una adolescente en perfecto estado iba a verles esperando cobijo, no se encargarían de ella, pero si está muy herida, asustada y traumatizada, la ayudarían sin pensarlo. Por si todo lo demás fallaba o no servía, se disparó en la pierna, haciendo parecer que la habían atacado. Hizo presión con fuerza para no perder la pierna y fue tan rápido como pudo al complejo.

Tardó varias horas en llegar a pie, estaba realmente cansada. Al llegar, se dejó caer de rodillas frente a la puerta derramando algunas lágrimas. El llorar era parte de su actuación, su tapadera para que los Vengadores se compadecieran de ella.

—¡AYUDA! Por favor, ayúdenme—suplicó la chica llorando de rodillas—por favor

Una mujer fue corriendo a abrir la puerta al oírla para ayudar a la chica. Esta levantó la cabeza lentamente y, siguiendo con su actuación, suplicó con la mirada a la mujer.

—¿Qué te ha pasado, pequeña?—preguntó con acento sokoviano.

—Quieren hacerme daño, necesito ayuda—dijo mientras se le cristalizaban los ojos—por favor—a Inessa le estaba costando decir esas cosas. Aunque fuera cierto lo que decía, no le gustaba mostrarse vulnerable porque no lo era.

Wanda entró en el complejo acompañando a Inessa mientras la ayudaba a caminar. Ambas fueron al salón del recinto donde estaban algunos de los Vengadores principales hablando entre ellos. Todos se quedaron extrañados mirando mientras Wanda tumbaba a la niña en el sofá, y las preguntas salieron solas.

—¿Quién es?— preguntó el capitán dirigiéndose a Wanda.

—No lo sé, estaba en la entrada.—contestó la Sokoviana—Está claramente herida y asustada.

Los Vengadores empezaron a interrogar a la niña con preguntas del tipo "¿qué te ha pasado?", "¿quién te ha hecho esto?" y "¿dónde están tus padres?". Cada una con una respuesta más difícil que la anterior.

Tantas preguntas en tan poco tiempo, empezaron a agobiar a la niña y no sabía cómo actuar. No podía decir quien la perseguía, ni de dónde venía. Ser una asesina rusa no está bien visto, si no eres Natasha Romanoff. Entre tanta pregunta, una mujer rubia que estaba en una pequeña esquina del salón, se acercó a la pequeña, apartando a los Vengadores de por medio.

—Bueno, ya basta—dijo poniéndose frente a la niña, mirando a los héroes fijamente—la estáis inundando a preguntas, así la asustáis más.—se dio la vuelta y se agachó delante de Inessa.—¿Como te llamas, linda?

Esa chica le resultaba muy familiar a Inessa. Recordaba-o quería recordar-haberla visto en la Sala Roja algunas veces, pero nunca llegó a saber su nombre.

—Irisha—contestó débilmente. Mintió. La rubia se puso a mirarle el disparo de la pierna y el corte de su mejilla.

—Voy a curarte esto, ¿vale?—dijo levantándose para ir a por un botiquín.

Natasha fue detrás de ella y la agarró del brazo con firmeza causando que la rubia parara de golpe a mirarla.

—¿Se puede saber qué pretendes, Yelena?—cuestionó la pelirroja con expresión de gran confusión.

—Es una niña, está herida y voy a ayudarla, ¿hay algo malo en eso?—preguntó haciendo a un lado a Natasha para volver con los demás. Todos seguían acorralando a Inessa con miradas de duda y Yelena les apartó a todos de nuevo, dedicándoles una mirada de enfado.

—¿Queréis dispersaos de una vez? Aquí no hay nada que ver.— tras oír eso, todos se apartaron un poco de la niña.— ¿estás bien?—preguntó a la pequeña—¿como te has hecho esto?

—Estoy bien—contestó mientras Yelena le curaba la pierna—Me lo ha hecho... un mal hombre, del que he escapado.

—Bueno, aquí estarás a salvo. Ese hombre no te hará nada estando aquí.—añadió con una sonrisa sincera.—ya está la pierna. Si quieres ve a darte una ducha, lávate, refréscate y ponte cómoda. Puedes usar el baño de mi cuarto, arriba a la derecha, por ese pasillo.—sugirió la rubia señalando al segundo piso y ayudándola a levantarse.

—Gracias—dijo con una sonrisa para después dirigirse a la habitación.

Mientras la niña subía con cuidado a la habitación de Yelena, los demás se acercaron a esta intrigados. Ninguno terminaba de entender por qué Yelena, una viuda bien entrenada, asesina sin remordimientos, le había echado una mano a una niña herida, hasta el punto de ofrecerle una ducha en su dormitorio.
El secretario de estado, Ross, llegó al complejo en ese momento para una revisión de que todo estuviese en orden. Cuando le contaron sobre Inessa, o Irisha, como se hacía llamar, se negó rotundamente a permitir que se quedara en el complejo. Se limitaba a decir que una "vagabunda" no era parte de su cometido, y que los Vengadores no eran una obra de caridad.

—Es solo una niña, no está segura y...—empezó a defenderla el soldado Rogers siendo interrumpido por Ross

—¿Y qué si es una niña? Hay un montón de organizaciones benéficas en Nueva York y refugios donde puede quedarse. Los Vengadores no están para esto y se tiene que ir, de inmediato.

—Yo no soy una vengadora—dijo Yelena dejando a todos callados unos instantes—Si estoy aquí es por ser hermana de Natasha, pero yo no soy una vengadora y no tengo que seguir tus órdenes para ellos.

Por un momento parecía que Ross se iba a tragar su orgullo y sus palabras y la dejaría quedarse, pero ceder no entraba en sus planes.

—Si quieres que se quede, tendrás que encargarte tú de ella. Alimentarla, bañarla, sacarla...—enumeró Ross

—No es un perro—dijo Yelena saliendo de nuevo en defensa de la chica—pero si, me ocuparé de ella. Por tu parte, ella solo necesitará una habitación, contigua a la mía hay una vacía, para ti será como si no estuviera.

—La más mínima queja sobre ella y se va, y agradece que no te vayas tú también, como has dicho, no eres una Vengadora.

Ross se fue Justo después  y Yelena se sintió algo orgullosa por haberle conseguido un buen lugar donde dormir a esa niña, y pronto averiguaría que le había pasado. Quería ayudarla, sin saber realmente por qué.

Todo lo que tengo~ Yelena Belova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora