* 14 * La Nota

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Al salir después de semanas de aquel lugar infernal, y antes de irse en el jet con el que habían ido a rescatarla los héroes, Inessa se revisó los bolsillos para descubrir que se le había caído el objeto más preciado que tenía, y aprovechó que aún...

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Al salir después de semanas de aquel lugar infernal, y antes de irse en el jet con el que habían ido a rescatarla los héroes, Inessa se revisó los bolsillos para descubrir que se le había caído el objeto más preciado que tenía, y aprovechó que aún no estaban por el aire para volver a entrar y recuperarlo. Yelena agarraba la muñeca de la niña con tanta fuerza como si estuviera cargando una montaña, únicamente para evitar que la cogieran o hirieran. Cuando la castaña se soltó bruscamente del agarre y salió corriendo en dirección contraria, todos quedaron extrañados.

Yelena volvió a cogerla de la muñeca con fuerza tratando de arrastrarla dentro del vehículo— ¿Qué coño haces? Vámonos— preguntó  alterada.

— He perdido algo— contestó mientras salía corriendo— no os vayáis sin mi, no tardaré— su voz se oía agitada y nerviosa por sus actos temerarios.

Yelena fue detrás de ella mientras la voz de su hermana gritaba a sus espaldas— Daros prisa

La mayor no alcanzó a Inessa hasta que esta llegó a su habitación. Allí encontró lo que buscaba, y antes de darle tiempo a girarse, la rubia volvió a agarrarla esta vez con algo más de fuerza para irse. Mientras se iban tuvieron que disparar a un par de mujeres que trataban de atacarlas. No querían matarlas porque sabían que no era culpa suya, solo querían ganar algo de tiempo. Una vez llegaron al jet, subieron mientras aún esquivaban disparos y salieron de allí tan rápido como el motor les permitió.

Yelena miraba a la niña con enfado hasta que se percató de la herida sangrante que tenía en la parte superior del brazo. Alguien, posiblemente Dreykov o las viudas, le habían hecho un corte tratando de debilitarla. Parecía reciente y aún sangraba, por lo que lo más probable era que se lo hubieran hecho al tratar de escapar.

La mayor se acercó a ella sentándose a su lado para coserle la herida. No era profunda, pero derramaba mucha sangre— espero que te mereciera la pena al menos— dijo enfadada.
Inessa no dijo una palabra en todo el camino de regreso al complejo, ni tampoco cuando llegaron.  No dijo una palabra hasta que la rubia empezó a regañarla por la acción tan temeraria que acababa de hacer. La castaña se mantuvo con la cabeza baja todo el rato mientras sujetaba la nota en su bolsillo para evitar que se cayera o la vieran. Pese a sus intenciones, Yelena vio que escondía algo, seguramente lo que había ido a buscar, pensaba.

Sin esperar a que esta reaccionara, se acercó hacia ella y rápidamente sacó el trozo de papel de su bolsillo, desdoblándolo para leer que era tan importante como para que arriesgara su vida.

—¡Yelena, no!— gritó Inessa a la defensiva— no lo leas.

— Veamos que era tan importante— dijo la rubia ignorándola y empezando a leer— No me jodas Inessa, esto lo escribí yo.

Ahora la que estaba enfadada era la menor por cómo había violado su intimidad— ya lo sé— contestó en susurro.

— ¿me estás diciendo en serio que has arriesgado tu vida por un puto trozo de papel que encima podía volver a escribir?

Inessa le arrebató el papel de las manos con furia en su mirada— no tendría el mismo impacto si lo escribieras ahora. Me he estado aferrando a un trozo de papel los últimos 8 años porque era lo único bueno que alguien me ha dicho alguna vez, ¿contenta?—reprochó enfadada antes de irse corriendo de nuevo a su dormitorio.

Natasha detuvo a su hermana cuando iba a tratar de ir detrás de la menor— Tengo que ir a  hablar con ella— dijo la rubia haciéndose paso.

—Déjame a mi, Yelena— contestó de nuevo frenándola— Yo he sido hermana mayor antes que tú, se que hacer.— tras decir eso, fue al dormitorio de la niña.

Inessa estaba sentada en su cama con la cabeza apoyada en las rodillas y una almohada en medio cuando vio entrar a Natasha— Genial, has venido. Solo has tardado ¿cuanto? ¿7 años?— preguntó sarcástica

—Vale, me lo merezco— contestó de vuelta antes de que la menor le dijera que no quería hablar con nadie y menos con ella— de acuerdo. Pues nos quedamos sentadas contemplando la nada— añadió en un tono de burla que Inessa trató de ignorar.

No dijeron una palabra en las siguientes 2 horas. La pelirroja soltaba bromas sobre el entorno que no parecían causar mucho impacto en la castaña pero aparte de eso, nada.

Natasha interrumpió el silencio— ¿Qué es Yelena para ti?— su pregunta dejó algo confusa a La Niña, quien no tenía una sola respuesta. ¿Era amiga? ¿Heroína? ¿Una mera conocida? No sabia que contestar y no lo hizo. Natasha siguió insistiendo hasta obtener una respuesta.

— ¿Quieres que diga hermana? ¿Eso es lo que quieres oír?— contestó con cierto tono de molestia que cada vez empezaba a sacar más de quicio a la pelirroja, pero que se callaba por no complicar más las cosas.

Miró la vengadora a través de la ventana de la habitación y siguió con la conversación— Una vez me dijo que lo que nos diferencia a ella y a mi es que ambas somos asesinas pero ella no es la asesina que las niñas consideran su heroína. ¿Es eso cierto?— preguntó.

— ¿Qué coño tiene que ver eso ahora?— respondió siendo cortada por Natasha repitiendo su pregunta— No se a donde pretendes llegar— de nuevo fue interrumpida por la misma pregunta— Enserio, para ya— y una vez más—¡ NO! No es cierto, ¿contenta?

Natasha había conseguido la confesión que quería, solo tenía que pulirla un poco— ¿por qué no?

— Me ha salvado la vida, de Dreykov y de mi misma con esa nota. Estoy aquí por ella.— la pelirroja la miraba impaciente por oírselo decir— Sí que es mi heroína.

— Pues entonces sal y díselo, lo necesita tanto como tú— le ordenó la vengadora. Inessa no parecía muy conforme con hacerlo pero la mayor conseguiría convencerla— Tendrías que haberla visto el otro día, estaba destrozada. Ella te quiere, Inessa, por eso se ha enfadado— Antes de que pudiera acabar la frase, la niña se levantó de su cama, salió de la habitación y abrazó a Yelena sin decir una palabra.

La rubia sintió un gran alivio al sentir los fríos brazos de la menor rodeando su cintura y su bello rostro del que caían dos mechones de pelo en su pecho. Ambas pidieron perdón a la otra por su comportamiento horas atrás sin separarse. Yelena acariciaba el pelo sedoso de la niña hasta que sus latidos lograron sincronizarse. Se sentían bien, cómodas y seguras juntas.







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Ya se acerca el final de la novela
espero que os esté gustando aunque
pronto llegue a su fin. 💗

Todo lo que tengo~ Yelena Belova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora