* 15 * Malas noticias

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Tristemente, como suele pasar en esta historia, cuando Inessa se sentía en la cima del mundo, a salvo y querida, algo le iba a hacer tener una caída en picado hasta el mismísimo inframundo

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Tristemente, como suele pasar en esta historia, cuando Inessa se sentía en la cima del mundo, a salvo y querida, algo le iba a hacer tener una caída en picado hasta el mismísimo inframundo.

Quizá suene algo exagerado por mi parte pero fue Justo esa sensación la que tuvo la niña cuando un par de días después de salir de la Sala Roja a Yelena le llegó una llamada del secretario Ross, una amenaza más bien. Estaba enfadado con la menor por el ventanal roto de su cuarto y la ausencia de los Vengadores aquel día del secuestro. Su voz sonaba muy enfadada y fría, hasta el punto que Yelena juraría que podía notar una vena sobresaliendo de su frente aún sin verle. Estuvo hablando con él varias horas y a cada minuto que pasaba Yelena lo veía más claro: tendría que irse.

El hombre quería echar del complejo a Inessa por los daños ocasionados y la rubia trataba de convencerle de que le diera una oportunidad de  arreglarlo; que la dejara seguir allí a salvo. En un último intento de hacerle cambiar de opinión le dijo que se iría ella en su lugar.
No le gustaba la idea de separarse de su hermana- Bueno, hermanas- pero ella sabía que Ross no iba a aceptar que no hubiera un cambio. Yelena no pintaba nada allí, no era una Vengadora ni formaba parte de S.H.I.E.L.D, no tendría que estar allí en un principio, pero le habían dejado quedarse y ahora tendría que cederle el favor a la joven viuda negra.

Otra opción sería que se fueran ambas, que vivieran juntas y así al menos se tendrían mutuamente, pero Yelena sabia que no podría proteger a Inessa ella sola, que cualquier casa era menos segura que el complejo y que necesitaba ese lugar mucho más que ella.

Por mucho que le doliera, tendría que dejar ese lugar en un máximo de 48 horas. Afortunadamente para la rubia tenia un sitio perfecto donde quedarse, el piso franco de su hermana en Budapest podría ser una buena opción, aunque eso supusiera irse de America.
A regañadientes, Ross aceptó el cambio y le dio un plazo bastante limitado para irse.

A Yelena realmente no le importaba tener que irse, ella misma sabía que en algún momento tendría que hacerlo y no depender de Natasha toda la vida. Lo que más le dolió fue darse cuenta de que tendría que decírselo a Inessa, que se iba por su culpa. El motivo era lo de menos y tampoco tenía pensado contárselo, pero era una chica ruda y no tardaría en darse cuenta ella misma.

Antes de ir con las malas noticias al cuarto de Inessa, prefirió decírselo a su hermana, Natasha. Ella era el motivo por el que estaba allí, además de ser la persona más importante de su vida, lo más Justo era que fuese ella la primera en saberlo.

Así que fue al cuarto de su hermana, con la cabeza baja y una cara de preocupación que se le notaba a la legua que algo le pasaba.
—¿Qué ocurre, Lena?— le preguntó la pelirroja al verla entrar
— Tengo que irme de aquí— contestó apenada con una larga pausa al final. Esa frase provocó intriga en Natasha y algo de decepción, pues esperaba que su hermanita pudiera quedarse allí más tiempo. — Ross quiere que Nessa se vaya por los... "accidentes" y— aclaró siendo interrumpida por la mayor.
— Te vas a ir tú en su lugar para mantenerla a salvo— termino la frase por ella, adelantándose a sus palabras, recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta— entiendo.
—Quiero quedarme, contigo, pero ella lo necesita más. Me voy mañana. Mason me da el piso de Budapest.

Natasha, sin decir nada, abraza a su hermana tan fuerte que siente que le va a romper algo. Entonces y solo entonces, le desea suerte en el viaje, le recuerda que siempre es bienvenida a volver y le da todo su apoyo.

La primera despedida había sido fácil, por suerte para ella su hermana empatiza y es comprensiva, y al menos esta vez sabía que podría volver a verla. Pero ahora venía lo difícil, lo duro, lo que más le costaría. Avisar a Inessa.

Una vez fue a su cuarto, se sentó en la cama frente a ella y se lo dijo sin más, que se iba a ir. Al principio pareció que no se lo creía del todo, como si fuera únicamente una broma, una broma de mal gusto, pero la cara de Yelena le dio a entender que no lo era— es por mi, ¿verdad?
—No, no lo es— respondió la rubia tan rapido que la niña entendió que si lo era.
—Mientes.
Yelena agarro su brazo y dio un suspiro antes de explicarle todo con detalle— Ross quiso echarte por los problemas que ha habido, problemas que no han sido culpa tuya.
—Tampoco tuya— dijo interrumpiéndola
—Pero yo no necesito estar aquí. Tú necesitas esto, no yo— afirmó dejando sin palabra en boca a la castaña— yo me voy y tú te quedas— Inessa entreabrió la boca queriendo añadir algo, pero la rubia se le adelantó y lo dijo por ella— y no puedes venir conmigo. Yo no puedo protegerte sola.
— ¿Entonces me vas a dejar? ¿Enserio crees que eso es mejor?— pregunto con una mezcla de miedo, tristeza y enfado en su voz— no quiero ser la razón por la que te alejas de Natasha— terminó bajando la cabeza.
Yelena la agarró suavemente de la barbilla elevándola un poco para mirarla a los ojos—hey... no te preocupes, estaré bien. Nos veremos las tres muy pronto, lo prometo.— al notar la mirada llorosa de la pequeña la agarro en un abrazo tan profundo e intenso que ninguna de las dos quería que acabase, pero tampoco querían que su relación acabase, tampoco querían tener que alejarse.

El abrazo acabo con ambas en la cama, tumbadas aun entre los brazos de la otra y preparándose para pasar la que seria su última noche juntas en un tiempo. La mayor acariciaba el pelo de la castaña mientras esta sollozaba en su pecho hasta caer dormida. — Lo siento Nessa— murmuró a su oído antes de apoyar su cabeza en la de ella y quedarse dormida.

Todo lo que tengo~ Yelena Belova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora