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Cuando Inessa se despertó con Yelena en su cama, su primer pensamiento fue que tal vez le había hecho algo

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Cuando Inessa se despertó con Yelena en su cama, su primer pensamiento fue que tal vez le había hecho algo. Se miró en el espejo de su mesa en busca de heridas, moratones, cicatrices o algo fuera de lo normal pero no encontró nada.

—Buenos días, Nessa—saludó las rubia con una ligera sonrisa sin obtener respuesta por parte de la niña.

Ambas se dirigieron juntas a la cocina. Se podía percibir fácilmente las miradas de inquietud y confusión de todos los Vengadores sobre la menor, quien se sentía incómoda por ello. No había tardado en difundirse la noticia y no parecían muy de acuerdo con haber acogido a una asesina, Bueno, a otra más.

—¿Se puede saber que coño pasa? ¿Por qué la miráis todos como si estuviera empapada de sangre en su vestido de graduación?—preguntó Yelena a su hermana, quien tampoco apartaba la mirada de la niña.

—¿Acabas de compararme con Carrie White?—cuestionó ella en un tono sarcástico—Me gusta.

—¿Quieres contestarme, Natasha?

—Hemos visto un vídeo—dijo dejando de mirar a su hermana para dirigir su mirada a Inessa de manera amenazante, aunque no consiguió intimidarla— resulta que tu niña es una viuda, y con bastante experiencia.—el tono en que lo dijo le resultó demasiado molesto a ambas, pero especialmente a Yelena.

—¿Y qué si lo soy? Hasta dónde yo sé, tú también lo eres y nadie te lo cuestiona.—dijo con enfado.

—Yo soy una Vengadora—contestó con superioridad.

—Deja de ocultar quién eres porque aunque ahora te hagas llamar "heroína", el rastro de sangre que te persigue es mucho mayor que el mío.—empezó a excusarse—si me vais a juzgar por mi pasado lo mismo deberían darle una vuelta al tuyo, porque tampoco es que hayas sido un angelito—estas palabras salieron de la boca de Inessa sin pensarlo.

Estaba enfadada con Natasha por lo que había dicho, pero también un poco con Yelena. Era la única a la que se lo había contado y supuso que si los demás lo sabían, era porque se había ido de la lengua.

Yelena siguió a la pequeña hasta el gimnasio, donde Inessa se puso a darle golpes al saco de boxeo como si nada importara.

—Nessa, siento mucho lo que te ha dicho Natasha. A veces se cree superior por haber cambiado de bando y se olvida de...

—¿Por qué se lo contaste?—interrumpió la castaña.

—¿Qué?—contestó con tono de indignación.

—Solo tú lo sabías, ¿por qué lo contaste?—dijo dejando atrás el saco de boxeo para enfrentarse a Yelena.—Ahora no me van a dejar estar aquí y sin un lugar al que ir, Dreykov volverá a encontrarme y llevarme a la Sala Roja, ¿al menos sabes lo que me has jodido?—reprochó mientras volvía a darle golpes al saco.

—Yo no he contado nada, Nessa. No te vas a ir de aquí y Dreykov no te cogerá, ¿de acuerdo?

Inessa no contestó. Quería creer a Yelena pero la habían hecho daño tantas veces que ya no podía. Los Vengadores no tardaron en reunirse en el gimnasio, donde estaba Inessa, para aclarar lo que sucedía y que debían hacer.

Todo lo que tengo~ Yelena Belova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora