Guayaba 20.

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Nuevamente siento el agua con hielo caer encima de mi haciendo que tiemble, mis dientes castañean y el grito de sorpresa raspa mi garganta.

Observó con resentimiento al hombre que me ha estado echando agua.

Fefa grita desde la silla en la que está amarrada.

—PAREN MALDITOS BESTIAS, SE JEFE ME QUIERE A MI— respira hondo y habla tratando de calmarse— ¿Pueden soltarla? Por favor.

Ninguno de los hombres responde.

Siento el sabor de la sangre en mi boca, me golpearon varias veces, a parte de lo del agua, también me quitaron la camisa.

Solo tengo el pantalón, zapatos y brasier.

Pero tengo el cuerpo tan congelado que siento que moriré de hipotermia, los mareos cada vez son más constantes y eso me asusta, no quiero desmayarme.

Dejaría sola a Fefa y no quiero eso.

Ella me observa, no le han tocado ni un pelo y eso me alegra mucho, tampoco la mojaron.

Creo que me hacen esto a mi para que ella se moleste.

Lo están logrando, Fefa luce muy desesperada y eso me duele más que los golpes que recibí.

—Tranquila, estoy bien— digo en un susurro que casi ni logro escuchar yo misma.

—No estás bien, nada de esto está bien, carajo...

Se escucha una puerta abrirse, el sonido retumba en todo el frío y abandonado almacén.

Luego se escucha una voz femenina a mi espalda, creo... Creo haberla escuchado antes.

¿Quien es?

—Les dije que se iban a arrepentir.

A unos quince pasos frente a mi, esta Fefa que mira entre asombrada y súper asustada a quien está atrás.

—Tu... No puede ser.

Siento a alguien abrazarme desde atrás, siento pánico y me cuesta respirar.

—¿Te acuerdas de mi?— hace un movimiento desde atrás hacia un costado de mi lo suficientemente bien para poder ver su rostro, no puede ser...— soy a la que llamaste puta, te cortaré la lengua por haberme dicho así.

—Ji-ah, eres una enferma mental ¿tu eres la que asesinó a ese pobre animal en mi habitación?— dice Fefa.

Con que se llama Ji-ah.

Una sonrisa tenebrosa escapa de sus labios y Justo en mi cuello, se parece a Bellatrix Lestrange de Harry Potter.

Dejo de sentir su tacto y veo que camina hacia Fefa.

—Si, claro que así, todas esas cosas fui yo... Aunque dejé de hacerlo cuando me topé con alguien, ahora no estoy sola.

—¿Con quien estás? ¿Estos matones o tus amigos imaginarios?

—Es alguien que no conoces, pero que tiene muchas ganas de conocerte.

—¿ También asesina pollos como tu?

— Eso te dejo traumada ¿No?

—El animalito no tenía la culpa de haberse topado con una loca como tú.

—Tu te metiste con mi hombre, dale gracias a dios que fue el pollo y no tu, a ti te quería guardar para después, cuando estuvieras con tanto miedo de no saber cuando te mataría.

—¿Y qué ganas?— digo yo, mi voz suena temblorosa, pero continúo— Jun no volverá contigo y Dan... creo que te sale mejor comprarte una mascota, pero eso si, sin matar al pobre animal.

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