Extra 1: Espaguetis

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En el momento en que entré en clase de trigonometría, vi a Lix. Era un poco difícil de no reconocerlo con esa luz brillante a su alrededor. Noté un par de pupitres vacíos en el otro extremo del aula y decidí que ese era el lugar donde debería sentarme.

En su lugar, cambié mi cuaderno a mi otra mano y me dirigí a donde él estaba sentado. Mantuvo sus ojos pegados en su cuaderno, pero sabía que era consciente de mí. El ligero rubor en sus mejillas lo delataba.

Sonreí.

Pero luego mi mirada se deslizó sobre la férula cubriendo su delgado brazo, y mi sonrisa se desvaneció. Una rabia potente se deslizó a través de mí ante el recuerdo de cómo él estuvo a punto de convertirse en el juguete de un Arum. Mis dientes rechinaron mientras los recuerdos me acechaban y me senté en el asiento detrás de él.

Me asaltaron imágenes de cómo él se veía después del ataque del Arum —estremeciéndose, aterrado y tan pequeño en mi camisa mientras esperábamos a que la inútil policía llegara. En todo caso, eso debió de haber servido para recordarme levantar mi trasero y cambiarme de asiento.

Saqué mi bolígrafo afuera del espiral de mi cuaderno y le di un codazo en la espalda.

Lix miró por encima de su hombro, mordiendo su labio.

—¿Cómo está tu brazo, Lixie? —pregunté.

Su cara estaba cansada, y luego levantó sus pestañas, sus ojos claros encontraron mi mirada. —Bien —dijo él jugando con su cabello—. Me quitarán la férula mañana, creo.

Aproveché y coloqué mi bolígrafo en el borde de la mesa. —Eso ayudará.

—¿Ayudar con qué? —Su tono de voz con cautela.

Jugueteé con la pluma. — Con eso que llevas allí.

Sus ojos se entrecerraron, y recordé que él no era capaz de ver que se iluminaba como un árbol de navidad. Debería haberle aclarado las cosas, pero era muy divertido molestarlo. Cuando parecía que estaba a punto de golpearme en la cabeza con su férula, no pude evitar lo que iba a hacer.

Me incliné hacia adelante, mirando la llamarada de sus ojos. — Menos personas te mirarían si no trajeras la férula, es todo lo que digo.

Sus delgados labios se presionaron con incredulidad, pero no apartó la mirada. Lix se encontró con mi mirada y la mantuvo. No retrocedió — nunca ha dado marcha atrás. Me encontraba reacio a lo que continuaba creciendo dentro de mí, pero debajo de eso, algo más surgía. Estaba a dos segundos de besarlo para quitar esa expresión cabreada de su rostro. Me pregunté qué haría él. ¿Golpearme? ¿Responder el beso?

Apostaba por la parte de golpear.

Billy Crump dejó escapar un silbido de alguna parte detrás de nosotros. —Yuna va a patearte el trasero, Hyunjin.

Los ojos de Lix se entrecerraron tanto que parecía estar celoso. Sonreí. Sólo necesitaba cambiar mi juego. —No, le gusta demasiado mi trasero como para lastimarlo.

Billy rió entre dientes.

Inclinándome en mi escritorio, nuestras bocas respiraron en el mismo espacio. Un rápido flash de calor pasó cerca de sus ojos, y yo lo disfrute. —¿Adivina qué?

—¿Qué? —murmuró, deteniendo su mirada en mi boca.

—Revisé tu blog.

Sus ojos me fulminaron nuevamente. Por un segundo se abrieron de sorpresa, pero luego relajó su expresión. —Acosándome otra vez, ya veo. ¿Necesito conseguir una orden de restricción?

OBSIDIAN¹ [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora