9.

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Al día siguiente, Lucas estaba realmente ansioso, esperando el momento adecuado para irse a ver a Travis. El príncipe no quería admitirlo, pero tenía miedo. Frente a todos sus años como heredero al trono, soñando con casarse con un dragón, nunca pensó en esta situación, nunca se había sentido tan impotente, tan inútil.

Si, podría casarse con un dragón, pero nunca pensó en el hecho de que el dragón seria mucho más fuerte, eterno, mientras que el solo era un humano, tan pasajero, tan débil.

En el hipotético caso de que Travis se casara con el, cuando vayan a gobernar, y llegase una guerra, seguramente Travis iría a pelear, y seria tan poderoso, pero estaría en peligro, Lucas no podía permitir eso, no quería eso, solo deseaba... Ayudarlo. 

¿Pero cómo?

Su vida era corta, su poder poco, su valor dependía de tener un arma poderosa. 

...

Mientras Lucas cabalgaba sobre Anubis, su fiel corcel, se acomodó la capa que llevaba puesta, nunca se la quitó, porque era especial, y quería creer en que ese no seria su ultimo recuerdo de su amado dragón, nunca podría perdonarse si algo le pasaba. Al llegar, todo se veía tan tranquilo, y sentado en el suelo, recostado en la torre, estaba Travis, mirando al cielo, como anhelando algo que nunca tendrá. 

Dejó a su caballo y fue con el dragón, quedándose de pie frente a él. 

—Travis. — La voz de Lucas suena aliviada. El dragón estaba vivo, su dragón estaba bien, sano.

No había heridas, no había notado nada mal en él, incluso su ropa había sido cambiada, estaba como nuevo, un gran milagro.

—Viniste temprano hoy. —La voz del dragón sonó tranquila, una sonrisa suave en su rostro. ¿Por qué parecía tan tranquilo con la idea de verlo? Travis no era así.

—Me tenías preocupado. Luego de lo de ayer...—

—La capa te queda bien... Es un alivio. No te la quites a partir de ahora, por tu bien. —

—... ¿Qué sucede? — Lucas tomó asiento a su lado, escucha la voz del dragón tan apagada. —No estas como de costumbre. Yo... No quería dejarte ayer. —

—Eres un humano, Lucas. Hubieses muerto si te quedabas. ¿Y tú gente? Seguro cazarían a cada dragón...—

—Lamento ser... Una carga. —

Travis hizo silencio, entonces suspiró rendido. El dragón se puso de pie y miró al príncipe.

—¿Sabes por qué los dragones custodian torres con princesas dentro? —

—Yo... No, en realidad. Hasta donde sé, ellas llegan al huir de casa o cosas así. —

—Ella son las que llegan, las torres existen y son propiedad de un dragón. Te diré la razón por la cual no te permito entrar a mi torre. —

Hubo un brillo en los ojos del príncipe, ¿Pero no se supone que es algo privado?

—No tienes que decírmelo, Travis. Debe ser algo que desees. —

—Quiero que lo sepas. —

—Entonces, te escucho. —Respondió el príncipe, poniéndose de pie.

—Hace muchos años, a un familiar lejano lo maldijo una bruja, ya que la trató mal. —Explicó el dragón. —Una maldición para todo aquel con el cual comparte sangre, sus descendientes. Su corazón va a salir de su cuerpo y nuestro destino será buscarlo, porque una vez roto, moriremos. —

—... ¿Su corazón? —Hubo angustia en el rostro de Lucas.

—No podemos tocar nuestro corazón, ningún dragón puede... Escondemos nuestro corazón en la torre, o al menos eso se intenta. Las princesas llegan y lo usan como una joya normal. Es nuestro corazón, no podemos permitir que se lo queden o moriremos. — Travis miró al príncipe. —Soy un descendiente de ese dragón maldecido, y en esta torre está mi corazón. Nunca podré irme lejos, nunca seré libre. —

Escuchar todo eso era demasiado, fue como si todos esos años de escuchar las mismas historias y cuentos, fueron desmentidos, el dragón nunca fue el malo, simplemente estaba cuidándose a sí mismo, ellos solo querían vivir. Ahora, escuchar a Travis decir eso sobre su corazón, fue realmente triste, ahora eso explicaba perfectamente porque el de ojos dorados no se iba de su torre y la custodiaba, eso explicaba porqué cuando llegó, lo vio mirando al cielo de una manera tan deprimente. ¿Cómo debió sentirse todos esos años sin poder volar? ¿Sin poder vivir libremente? El era un príncipe, se supone que podía hacer lo que deseara, ahora mismo abandonó su reino por un capricho, mientras que Travis ni siquiera puede vivir como un dragón normal.

—...¿Por qué me dices todo eso? — Lucas no era tonto, sabía perfectamente que esto no era un desahogo habitual, no estaba confiándole nada sin una razón detrás.

—¿Por qué sigues aquí, Lucas? — Preguntó con la voz cansada, queriendo saber una respuesta.

—Ya lo sabes. Quiero casarme contigo. —

—Consíguete a un dragón que pueda ser libre, hay muchos otros, tantas especies diferentes... Seguro que con tus gustos raros encontrarás a alguien que te fascine. Solo soy un dragón de fuego, soy común, deberías saberlo. —

—Me gustas tú. —

—Adentro de la torre está mi corazón, en lo alto. Puedes entrar y romperlo, seguro que a tu reino le encantará que lleves un dragón y lo cuelgues en algún lado. —

—¡No quiero hacerte daño! —

—Puedes llevártelo, tendré que seguirte. —

—No quiero llevarte a la fuerza. Travis, quiero hacerte feliz, quiero... Quiero ganarme tu corazón de verdad, no... Físicamente, más bien metafóricamente, ¿Sabes? Merecer ser feliz, ¡Quiero hacerte feliz! Soy un príncipe, pero cuando gobierne, quiero hacerlo contigo, darte todo lo que desees. —

—¿POR QUÉ SIGUES AQUÍ? — La voz de Travis se rompió, parecía que en cualquier momento iba a llorar. Su cola se movía con ansiedad, se llevó las manos al rostro. —¿Por qué sigues aquí?... Deberías querer irte, deberías desear a alguien mejor, ¡Eres un maldito heredero al trono! Puedes tener a quien desees, ¡Pero viniste todo este camino a verme! Sabes que estoy maldecido, sabes que soy común, sabes que nunca te daré una familia... Pero sigues aquí... ¿Por qué? —

—Por ti. — Lucas lo agarró suavemente de las manos, quitándoselas del rostro. —Porque habrá muchos dragones, tantos posibles pretendientes, pero yo te quiero a ti a mi lado, Travis. Y nadie nunca podrá ser tu. —

Nadie nunca lo había querido a él.

Era la primera vez en tantos años que Travis se sentía importante, valioso. Podía ver la honestidad en el rostro del príncipe, su cariño, su amor. Era la primera vez que se sentía tan... Especial. El dragón abrió los ojos con sorpresa, con el sentimiento de un nudo en su garganta, las ganas de llorar que estuvo tratando de ocultar.

—Y esperaré todo lo necesario, te daré todo lo que desees... Pero solo te amo a ti. —Lucas lo abrazó. —Y me quedaré a tu lado todo lo que me permitas estar... Porque yo voluntariamente nunca te dejaré. —

Travis normalmente nunca aceptaría un abrazo que el no inicia, pero solo por esta vez, correspondió. Se aferró a aquel abrazo como si fuese todo lo que necesitó toda su vida, y Lucas solo sonreía pacientemente, acariciando la espalda del dragón de una manera tranquilizadora para consolarlo, porque podía sentir perfectamente el temblor del de ojos dorados y sentía las lagrimas cayendo en su hombro.

Hubo silencio, aquel abrazo fue suficiente.

...

A veces los actos son mejores que las palabras.


El Principe y El Dragón De La Torre. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora