Capítulo 6 | Novios

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—¿Por qué esa cara larga, primita? Deberías estar contenta, todas las chicas se emocionan al pensar en el día de su boda, ¿o no?

Si algo sabía Darlyn es que para preservar su esencia de niña buena e inocente era no hablar mucho. No le importaría mandarlo a la mierda como de costumbre, pero debía ir acostumbrandose. En el Oeste ella no sería la hija y sobrina de los líderes del Este, si no el trofeo del próximo kralj.

Era un fastidio el no poder decirle a Alessandro que se callara, pero decidió que mejor trataría de dormir lo máximo posible. Habían tenido que hacer escala, pero eso no impidió que Darlyn siguiera descansando, queriendo estar lo más lejos de la realidad posible. Aún no comprendía por qué diablos Alessandro tenía que venir. Entendía que él iba a ser el siguiente jefe del Este, pero fácilmente pudo haber venido el mismo día de su boda. Aunque claro, Maurzio no había pensado igual, ya que este tenía que 'velar' por su querida prima.

Por lo que ella escuchó de la conversación que tuvieron Alessandro y Gregorio en un momento dado, ni Carlo ni Blade estaban en Eslovenia, solamente se encontraban Gen y sus hombres. Darlyn en parte estaba alegre de solo tener que lidiar con un D'amore, pero a diferencia de Carlo, Gen continuaba siendo un completo misterio para ella. La parte buena, claro, era que este era homosexual. Darlyn nunca se había sentido tan bien por saber la sexualidad de alguien más. Eso le había quitado un gran peso sobre sus hombros, pero más que eso, sentía que aun tenía más esperanzas de vivir.

Ella echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, cayendo nuevamente dormida, como si se trata de la bella durmiente. Cuando los abrió, se dio cuenta de que el avión se había dejado de mover. Justo cuando su padre iba a mover su hombro, este se dio cuenta de que ya estaba despierta.

—Llegamos —le informó en voz baja.

La rubia giró el cuello hacia la izquierda, mirando a través de la pequeña ventana. Cinco hombres esperaban en la pista de aterrizaje con dos camionetas negras detrás. Darlyn resopló hasta encontrar a Gen entre ellos, él se hallaba recostado en una de las puertas, con las manos dentro de sus bolsillos y la mirada en el suelo. Su cabello estaba peinado hacia atrás, pero varios mechones caían por el lado derecho de su rostro.

Cuando el hombre levantó su vista, sus ojos llegaron directamente hacia la sonce. La mujer dio un respingo. Tenía que haber sido una coincidencia y se dio cuenta de ello cuando vio que el senca arqueó levemente las cejas, viéndose sorprendido. Entonces, notó como el hombre formaba una diminuta sonrisa, posiblemente por el susto que le había dado a la rubia.

Estúpido.

Darlyn apartó su atención de él cuando se levantó de la silla. Siguió a Alessandro y detrás de ella venía su padre. Al llegar a la entrada del avión, descendió las escaleras mientras se sujetaba del barandal. Justo cuando faltaban dos escalones más, una palma apareció en su campo de visión. Detuvo su andar y se fijó en quién tenía delante.

El senca mantenía su rostro indiferente como de costumbre, pero sus ojos lucían más cansados si era posible. Ahora que lo veía más de cerca y a una altura casi igualada, notó mejor aquella cicatriz en el pómulo izquierdo de Gen, justo al lado de su ojo. Si bien no era muy larga, habían tenido que hacerle puntos. Darlyn no se quería ni imaginar cómo la había conseguido.

—Hola —dijo ella a la vez que sujetaba su mano—, gracias.

Una vez puso los pies en la tierra, solo deseó poder llegar lo más rápido posible al auto.

—¿Mal viaje?

Darlyn ladeó la cabeza para observar al senca. Empezó a caminar junto a él y sin despegar sus falanges por más que ese fuera su deseo.

El Deber de un HombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora