Capítulo 14 | Cobarde

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Urfa, Turquía



El hambre dejó de ser un problema cuando terminó su plato. En su televisión seguía repitiéndose la película que estaba viendo, llegaba por el final. Iba a colocarla en pausa e ir hacia la cocina para fregar el traste. Una vez se colocó de pie, escuchó su teléfono sonar. Con una mano apática, tomó el dispositivo y lo acercó a su oído cuando vio que era su jefe, Coppola, quien llamaba.

—Dime —respondió con su voz monótona y desprovista de emoción.

La voz grave de Coppola resonó en el auricular, transmitiendo un mensaje urgente.

—Ya es hora.

Neylan frunció el ceño ligeramente, intrigada por las palabras de su jefe.

—¿De qué se trata? —inquirió con su habitual frialdad.

Coppola pareció tomar un respiro antes de responder, sus palabras cargadas de seriedad.

—Llamó Red, ya sé de quién se trata. Él es un socio muy importante, mucho más grande que José Luis Gaitan. Tu equipo, Jones y Shepard, serán notificadas de los próximos pasos a seguir.

Neylan asintió para sí misma, visualizando la situación que se avecinaba.

—¿Y yo?

—Tú te unirás a Red y estarás a su disposición. En este momento, estarán atacando la casa de José Luis.

El sonido de la advertencia en la voz de Coppola no pasó desapercibido para Neylan, quien sabía que el panorama se volvía más peligroso.

—¿Algo más? —preguntó, su voz apenas mostrando un indicio de curiosidad.

Coppola dejó escapar un suspiro.

—Ten mucho cuidado, Neylan. Esta vez se enfrentarán a algo mucho más grande. El Este y el Oeste podrían unirse en esto, es casi seguro. Esto nunca había sucedido antes.

La gravedad de las palabras de su jefe resonó en los oídos de Neylan. Era consciente de que la misión se volvía más arriesgada como ya lo había previsto.

—Tomaré un vuelo en una hora y me dirigiré a Nuevo México —respondió con determinación.

Coppola le deseó suerte antes de finalizar la llamada, dejando a Neylan sumida en sus pensamiento mientras terminaba de limpiar el plato. En silencio, comenzó a recoger sus pertenencias. Estaba lista para la guerra que se avecinaba.


















































California, Estados Unidos


Darlyn nunca olvidaría su cumpleaños numero diez. No tanto por su propia ceremonia que fue con solo miembros de la familia, amigos cercanos y socios muy importantes, sino porque ese fue el día en el que su prima Rose menstruó por primera vez.

Fue un escándalo. Rose gritaba en desesperación al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, y todos los presentes se centraron en ella. Darlyn también recordó con claridad las burlas de Emilia al ver a Rose correr al baño. En ese momento, el pequeño no comprendía la situación y miró a su padre en busca de orientación. En contraste con su actitud actual, su padre se mostraba sumamente serio y apático ante la situación.

—¿Qué le pasa a Rose, papi?

—No me digas así —soltó de malhumor—. Le llegó su periodo a tu prima.

—¿Su periodo?

—Sí, eventualmente a todas las mujeres les llega.

En su juventud, Darlyn anhelaba experimentar la menstruación como lo había hecho su prima, pero nunca sucedió. No fue hasta que cumplió doce años que aprendió sobre el proceso menstrual, no por medio de clases, sino gracias a Icaro, quien le explicó cómo funcionaba. Darlyn nunca le confesó a Icaro que él no menstruaba; en su lugar, le dijo que estaba interesado en conocer el proceso porque no podía asistir a la escuela regularmente. Aunque Darlyn sabía conceptos básicos como sumar y restar, multiplicar y algunos aspectos de las ciencias, como la fotosíntesis o el nombre de ciertos elementos, pero no entendía los chistes de su primo sobre la búsqueda de la "x".

El Deber de un HombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora