Capítulo 9 | Una última vez

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Los arreglos estaban listos, los camareros y chefs estaban preparados. Los invitados hablaban entre ellos animadamente. Todos estaban esperando a la novia. Entre ellos estaban los supervisores de los estados del Oeste, el equipo Alfa eran los caballeros de honor mientras que Alessandro y Blade eran los padrinos de la boda, aunque fuera el primo de Gen quién entregaría los anillos. Carlo estaba en la primera fila, hablando tranquilamente con Jared y Uno.

Gen se mantenía de pie en el altar, observando su reloj de vez en cuando y llevando su mirada hacia la entrada de la iglesia. Se acomodó un cabello rebelde de su peinado. Exhaló.

¿Por qué no llegas, maldición?

Blade caminó hasta colocarse detrás de su primo y le preguntó:

—¿Crees que se haya arrepentido?

—No estoy de humor para tus bromas, Blade.

El mencionado se quedó observándolo, pero Gen tenía miles de pensamientos en ese momento.

—Las mujeres son complicadas..., este..., ¿cuñado? —Rio Alessandro—. Dejá que mi tío la convenza, debe estar haciendo una de sus escenitas.

¿Por qué se arrepentiría? Se había arrodillado, ella aceptó el anillo de compromiso, la trataba con el respeto que se merecía, ¿entonces? ¿Qué era lo que le había hecho dudar a estas alturas?

Ella ni siquiera lo trataba de usted y cada vez temblaba menos ante su presencia. Incluso después de la última prueba, Darlyn supo digerirlo de la mejor manera. ¿Qué había cambiado hace unos instantes?

¿Dónde estás, Darlyn?

El senca se pasó una mano por el rostro. Volvió a revisar la hora. Soltó el aire con fuerza, se bajó del altar y bajo las miradas curiosas del resto de invitados, se dirigió hacia el cuarto donde la novia terminaba de arreglarse.

Se paró frente a la última puerta, pero antes de girar la perilla, escuchó un sollozo prominente de la habitación. Frunció el ceño ante eso.

—..., deja de llorar.

—¿Sigues sin entender? No quiero morir— Jadeó—. ¡Solo mírame!

Se escuchó unos cuantos pasos y algo caerse o moverse, Gen no estaba seguro.

—No vas a morir, Darlyn, tranquilízate, por Dios —Gregorio sonaba más exasperado que comprensivo.

Gen levantó una ceja. ¿Qué diablos estaba pasando?

—Cuando sepa lo que soy, estaré muerto.

—No, no lo permitiré, yo...

—¿Qué puedes hacer tú, padre? Este es su territorio, estaremos acabados una vez lo descubra.

—Deja de ser pesimista. Ahora, déjame arreglarte el relleno, lo sacaste de sitio en medio de tu berrinche.

No esperó más y abrió la puerta.

Sus pies se mantuvieron en el marco.

Su cuerpo dejó de moverse, incluso su respiración se detuvo. Sus ojos estaban fijos al frente, su cerebro sabía lo que estaba viendo, pero algo no le permitía procesarlo.

Darlyn, de pie frente a un espejo, con el vestido a mitad de cintura, mientras que la parte superior se encontraba desnuda, revelando su pecho y su espalda.

Su pecho...

Gregorio estaba al lado de Darlyn, pero los iris verdes pasaron de observar a su padre a posarlos en el reflejo del espejo que tenía de frente.

El Deber de un HombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora