Capítulo 17 | Lo que se esconde tras tus ojos

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Los minutos pasaron, pero ella no apareció.

Gen no fué a cenar.

Darlyn se la pasó entretenido con Ícaro, y Gregorio a veces se unía a la conversación de ambos. El joven de ojos verdes posó su mirada varias veces hacia las escaleras, esperando ver a la pelinegra, pero esta no llegó. En un momento que todos estuvieron en silencio degustando la cena, Darlyn notó como Jared agarraba una bandeja que le daba una de las cocineras. El sonce sabía para quien era esa bandeja. Disculpándose, se levantó y caminó hacia el castaño que ya iba subiendo los escalones.

—Jared, disculpa.

Este se volvió hacia el contrario.

—Mi señora —Le sonrió con amabilidad—, ¿le puedo asistir con algo?

—¿Esa comida es para el kralj?

—Sí, el señor pidió que le llevara la cena a su habitación.

—¿Puedo llevársela yo? —preguntó tímido.

—Oh, por supuesto, señora —Le pasó la bandeja con cuidado—. Sujetela bien.

—Gracias, Jared.

El mencionado le hizo un asentamiento de cabeza.

—Mucha suerte, señora.

Darlyn caminó hasta la habitación de Gen. Tocó un par de veces y escuchó:

—Entra.

Darlyn giró la perilla y entró en el cuarto de la mujer. Notó que la estancia tenía el característico negro y tonos en una escala de grises. Gen podría haberle dado una mansión que podría considerarse un palacio, pero el propio mundo de esta seguía siendo el mismo que ella conocía.

El olor era intenso, masculino... era difícil describirlo. Porque no era una colonia que le hiciera asquear o marear, pero si era muy... varonil a su parecer. Bueno, era Gen, ¿que más podía esperar?

Ella estaba de espaldas, tenía algo en sus manos. La kralj ladeó la cabeza y se giró para mirar a su esposo. Al verlo, ella notó que él agarró la bandeja con fuerza, viéndose algo nervioso.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ela mujer mientras dejaba la carpeta sobre la mesita de noche.

—No bajaste a cenar. Supusé el porqué.

Darlyn fué hasta la pequeña sala que había y dejó la bandeja en la mesa. Gen se acercó hasta el rubio.

—¿Quieres que te ayude a cenar?

—Ya estoy aprendiendo.

El ojiverde la ignoró, se sentó en el sofá y descubrió la tapa de la bandeja. La cena olía muy bien. Volvio a llevar su atención hacia la contraria.

—¿De verdad no necesitas ayuda?

La kralj se sentó al lado de él.

—Enseñame otra vez.

Darlyn no dudó. Tomó un poco de arroz en su tenedor y le enseñó el cómo debía agarrarlo. Este llevó la comida a la boca de Gen y está lo degustó. El sonce le pasó el utensilio y enseñó nuevamente a Gen a usarlo. Poco a poco y sin prisa, la senca logró llevar exitosamente un bocado hacia su comisura. Repetía el mismo proceso, haciéndolo mejor las siguientes veces.

—Lo hiciste muy bien —Sonrió el sonce.

—Gracias.

Darlyn se quedó un poco pensativo antes de preguntar:

—¿A qué edad te fuiste a Italia?

—A los siete, ¿por qué?

—¿Y no te enseñaron a usar cubiertos antes de irte?

El Deber de un HombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora