Capítulo II

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INT. En la recámara de Haila — Día

Son las siete y treinta y cuatro de la mañana, los pájaros cantan incesantemente, Selma toca la puerta de la recámara de Haila y habla:

—Selma: ¡hija es hora de levantarse!

Haila se despierta al inmediato y toca el hombro derecho empujándola un poco a Wendy

—Haila: ¡Wendy, despierta se quema la casa!

Wendy en cuestión de segundos abre sus ojos, se asusta y exaltada grita:

—Wendy: qué has dicho, huyamos por la ventana, tendre que cubrirte con una sabana, no, sería antes que nada, mojarnos y cubrirte con la mayor cantidad de sábanas y lanzarnos por la ventana.

Wendy la agarra de la mano y la lleva al baño, Haila intenta contener la risa y le explica antes de que la moje.

—Haila: ¡no era verdad, sobre lo del incendio!, ¡perdóname, amiga!, pero tu sabes que eres demasiado floja para levantarte con tu propia voluntad de la cama.
—Wendy: me has dado el mayor susto de mi vida, ¡no te lo perdonaré!

—Haila: ¡perdóname!, en verdad que te enojaste, nunca pensé que reaccionarias así. Aunque me alegra en que pensaste en mí, de cómo huir juntas sin que la luz del exterior del día me dañará mi piel.

Haila abraza a Wendy y ve que su cabello está desordenado y le dice que la peinara.

—Haila: ese cabello tuyo es rebelde, déjame hacerte un peinado. Siéntate enfrente del espejo.
—Wendy: ¡ummm!, me sentaré, pero déjame liso el cabello, muy liso así como el tuyo.
—Haila: ¡sabes!, tu cabello es más hermoso que el mío, me imagino que lo cuidas con los mejores tratamientos capilares para mujer.
—Wendy: ¡ummm!, algo así, realmente solo uso el shampoo familiar.
—Haila: en pocas palabras, tu cabello no necesita mucho cuidado.
—Wendy: ¡eh, sí!

INT. Sala de la casa — Día

Haila y Wendy bajan las escaleras y se dirigen a la sala. Wendy se despedirá de Selma y del papá de Haila.

—Selma: ¡quédate a desayunar con nosotros!
—Wendy: ¡no podré, lo lamento! Mi madre me dijo que llegará temprano porque saldríamos hacer unas compras necesarias.
— Selma: ¡ok!, entiendo a la perfección.
— Wendy: me despido!, Haila, Selma y señor Lowell
—Selma y Lowell: nos vemos pronto Wendy.

Haila se dirige a su recámara, sube las escaleras, pero su mamá la detiene.

—Selma: ¡hija!, ven a ver televisión con nosotros un rato.
—Haila: ¡luego mamá!, quiero dibujar ahora mismo.
—Selma: ¡ok!, ¿quieres que te lleve un poco de limonada?
—Haila: ¡sí!, ¡te agradezco!, estaré escuchando música a todo volumen, espero que no les moleste.
—Lowell: ¡para nada hija!
—Haila: madre si no respondo al tocar la puerta, entra sin problemas.
—Selma: en media hora te llevaré tu limonada, ¿o prefieres algo más?
—Haila: ¡con eso estará bien!

INT. Recámara de Haila — Día

Sentada en su escritorio, Haila toma con su mano izquierda una hoja de papel y con su mano derecha un lápiz e imagina qué dibujar.

Piensa en un paisaje natural e inicia a dibujar, pero observa que una de las líneas hechas con anterioridad rompió el papel, en lo que bota la hoja no si antes hacerla en bola y tirarla en la cesta de basura.

Se aburre, no continuó dibujando, se acuesta en su cama y mira el techo fijamente por varios minutos.

Con su teléfono en la mano revisa el calendario y calcula que falta poco para entrar a estudiar de forma presencial en su preparatoria.

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