Capítulo 2

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―Ron, ¿seguro no está muerta?

―Te juro Hermione que cuando me fui, antes de que pasara todo esto, ella estaba bien.

Escuchaba la voz femenina y masculina a lo lejos, pero mientras iba abriendo sus ojos, su cuerpo se encontraba recargado en el lado izquierdo del asiento y era cubierto por su misma capa negra que uso al momento de subirse al tren. Hizo una mueca del dolor que aún tenía por la parte de atrás en su cabeza, se acomodó mejor porque se sentía tan torcida que presentía en cualquier rato le tronarían los huesos de manera no muy hermosa.

Sus ojos captaron enseguida la cabellera pelirroja de aquel chico y dos más: una castaña a medio recoger un poco ondulada y otra negra azabache, ésta pertenecía a otro chico quien estaba sentado a su lado mirando con un rostro de preocupación a la chica que estaba despertándose apenas después de no recordar lo que sucedió al momento de que se desmayó.

― ¿Te sientes bien? ―pregunto la castaña, Bela asintió sin responder―, te encontramos aquí cuando Ron nos avisó de la chica que esta-...

Ella le interrumpió. ―No quiero sonar descortés, pero ¿quiénes son? ―señaló con su mirada a los dos desconocidos mientras esperaba respuesta por parte de Weasley.

―Mis amigos, los que te mencione. Ella es Hermione Granger y él es Harry Potter.

Esperaban una mirada de sorpresa por parte de ella o tal vez que jadeara impresionada de estar sentada a lado del famoso niño que vivió, pero no hubo ninguna reacción así por parte de ella.

―Soy Bela Jones, estudiaba en Beauxbatons, pero fui transferida a Hogwarts por órdenes del director Albus Dumbledore.

―Un gusto conocerte. ―miro a Harry conectando la mirada con ese par de ojos verdes que le parecían encantadores a pesar de tener ese mismo color.

―Quizás esperaban que me volviera casi loca por tenerlo a mi lado, es solo que no soy como el resto. Es grato conocerte al fin, todo el mundo mágico sabe tu historia que no me es imposible no reconocerte. ―esbozó una tierna sonrisa al chico quien se sintió agradecido de inmediato por no tener a otra persona más encima suyo haciéndole preguntas sobre la historia de su vida.

Hubo una confianza inmediata con el trío de oro. Bela no hizo preguntas acerca de lo que había pasado y ellos mucho menos. Parecía que el tema estaba quedando en el olvido sin ser tocado porque la conversación que mantenían los cuatro era increíblemente amenas. Se conocieron entre sí, los tres de Gryffindor contaron un poco sobre de sus vidas para conocerse mejor, aunque Harry no tuvo en realidad mucho que decirle, ya todo lo sabía, al igual que el resto.

Cuando Hermione dijo ser hija de muggles, el corazón de Jones se sintió tan cálido de escuchar eso. No sería la única en el colegio, aunque seguramente habría más como ellas dos ya que Ron se lo había dicho al inicio de la conversación.

―Yo también soy hija de muggles, solo que ellos están muertos. ―hubo un silencio sepulcral cuando la chica menciono eso. Harry, para ese momento, le entendió―. No recuerdo quien los asesino, el haber presenciado su muerte me hizo crear una barrera entre esos recuerdos y mi presente. Hasta hoy sigo sin recordar, creo que el momento de que suceda nunca llegará y moriré sin saber quién le arrebato la vida a mis padres.

― ¿Tu quisieras saberlo? ―pregunto Hermione con delicadeza, no quería ofenderla ni mucho menos herirla.

―Sí. ―respondió sin dudarlo ni un segundo―. Quiero vengarme, no quiero dejar este mundo sin haber conocido su nombre y enfrentarme a esa persona.

―Cuando pierdes a alguien, no piensas en nada más que venganza, aunque eso después te carcoma el corazón. ―hablo Potter con su mirada pegada a la ventana dándose cuenta que estaban por llegar ya.

Antes de que pudieran seguir, les anunciaron que debían cambiarse. El trío de oro se había puesto el uniforme de Gryffindor, pero Bela tenía la túnica con el logo del colegio bordado en su lado izquierdo. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa, esperaba quedar en la casa de ellos tres, había simpatizado tan bien que no quería alejarse.

Los minutos pasando le hacían sentir que tenía costales de arena atados a sus pies, impidiéndole caminar por el largo ―aunque en realidad corto― pasillo que la llevaba hasta el comedor donde el resto de los estudiantes estaban divididos por sus respectivas casas. Se maravilló al entrar y ver como estaba perfectamente distribuido: las largas mesas en medio mientras que enfrente, subiendo los dos escalones, estaba otra mesa donde se ubicaban los profesores y el director.

Su cabello largo hacia movimientos suaves conforme a su caminar, sentía las miradas sobre de ella, quería salir corriendo sin saber si era por la vergüenza de ir con los más pequeños de primero o porque ya sabían que no era de sangre pura.

La voz de Fleur resonó en su cabeza, casi a modo de regaño para que olvidara su lazo sanguíneo y se mantuviera con la cabeza bien en alto sin avergonzarse. Tan sumida estaba en su mundo que no se dio cuenta cuando todos pasaron siendo asignados ya a sus casas quedando solo ella de pie, esperando a que ese sombrero fuera puesto sobre su cabeza y le asignara de una buena vez la casa a la cual pertenecería por el resto de su vida académica ahí dentro.

Pero antes de que fuese llamada, el profesor Dumbledore la hizo pasar al frente poniéndola a su lado. Ya sabía lo que iba a hacer: presentarla él mismo.

―Estudiantes, es un honor para mí presentarles a la nueva alumna transferida de Beauxbatons a Hogwarts. Es una inigualable jovencita con una inteligencia que seguro no dudara en demostrar con competitividad. Un fuerte aplauso de bienvenida a la señorita Bela Jones.

Se sentía casi a desmayar recibiendo tantas miradas sobre de ella. Quería salir corriendo porque no estaba acostumbrada a tener tanta atención encima. Le causaba incomodidad, por eso tenía todavía problemas para socializar y seguía siendo la misma niña tímida de seis años que llego a Madame Maxime esa noche de tormenta invernal en Francia.

Una calma se apodero de ella cuando sus ojos se encontraron con los de Harry Potter, parecía que le decía con la mirada que se calmara, que todo saldría bien y que no debía estar nerviosa. Sabía que él había pasado por el mismo nerviosismo, pero la historia cambiaba: todos sabían quién era Potter, pero nadie sabía quién era Jones.

La profesora McGonagall hizo un ademán para que subiera y tomara asiento al mismo tiempo que posaba el sombrero seleccionador sobre su cabeza.

―Interesante, bastante muy interesante, ―comenzó a hablar el sombrero impresionado de la presencia de la joven―, la sensación de haber tenido una persona igual a ti me es imposible negarla, ―hablo en voz baja permitiendo que solo ella y la profesora escuchara―, pero aun siendo tan iguales son tan diferentes a la vez. ―sus ojos verdes se encontraban divagando por todo el comedor hasta que fuera a parar en el trío de oro―. Así que quieres estar en Gryffindor ¿eh? Tus dotes son indescriptibles, jamás había estado sobre la cabeza de alguien como tú, eres leal y valiente, no dudas en ayudar a los demás, tu inteligencia te hace ser astuta, no piensas con el corazón sino con la cabeza.

―Bueno, eso es algo que me define. ―dijo Narella casi en un susurro, pero el sombrero logro escucharla.

―Astuta, valiente, inteligente y además directa, bien, bien. ―hubo un corto silencio que duro segundos antes de que volviera a hablar para finalizar―. Haré contigo lo que no hice con él, ahí estarás mejor.

―Alto, ¿qué?

Pero antes de obtener una respuesta, el sombrero seleccionó su casa:

― ¡SLYTHERIN!

ʟᴏꜱᴇ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ ⸻ ʜᴀʀʀʏ ᴘᴏᴛᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora