Capítulo 3

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Había una cama disponible ubicada en el rincón, sus cosas estaban ahí junto a su mascota: una lechuza blanca como la nieve, sus ojos de un color diferente cada uno. Mientras el izquierdo era esmeralda, el derecho era escarlata. Cuando vio el ave se quedó maravillada, pero a la vez le daba tristeza que muchos la miraran como si fuese un fenómeno solo por el simple hecho de tener ojos de colores diferentes. Por eso, cuando se acercó y la observo durante corto tiempo, miro a Madame Maxime diciéndole que esa era la que quería.

La hacía sentirse tranquila, eran diferentes al mundo y por eso eran alejadas. Pero al menos su ave podría volar, ir lejos a donde quisiera, a comparación de ella que siempre debía acatar las órdenes de sus superiores. Se preguntaba ¿hasta cuándo sería eso? No es que fuese alguien desobediente, nunca había entrado en su educación serlo, pero quería ser como las aves: libre.

Cambiando sus pensamientos, miro que en la silla a un lado de su cama estaba el uniforme de Slytherin.

Suspiro pesadamente.

¿Realmente estaba ahí? ¿De verdad estaba en los dominios de las serpientes? ¡Era una locura! Hermione le había dicho que eran ellos quienes más detestaban a los hijos de muggles y ahora ella era parte de aquella casa. Se sentía aprisionada, necesitaba salir corriendo otra vez de ahí. No tenía miedo, pero sus inseguridades por el tipo de sangre que tiene que le fueron creados gracias al mundo mágico y a su negación de aceptarlos como son, hacía que se volviera totalmente indefensa.

Descubrió que podía con la magia cuando tenía cinco, unos dos años antes de que sus padres fuesen asesinados. Ella temía que se enterarán y la pudiesen tachar de loca o que estaba maldita por el demonio, que muchas de las veces lograba escuchar eso de los no magos. Poco tiempo después fue que sus padres se enteraron y, diferente a sus pensamientos, éstos lo aceptaron diciéndole que no la hacía diferente al resto porque era especial. Simplemente especial.

Esa frase le había caído de maravilla, dio saltitos como la niña pequeña que era y termino acostumbrándose a eso, aunque claro, con cambios que fueron requeridos para que no sufriera discriminación por parte de los demás siendo tan pequeña.

El cambio de hogar, de ciudad, inclusive de país fue extremadamente necesario, su madre se encargó de darle una pequeña educación antes de encontrar la Academia Mágica Beauxbatons justo a poco tiempo de donde ellos vivían. Pero como aun su edad no era la correcta, tuvieron que esperar y fue ahí, después de esos dos años, donde sus padres fueron asesinados y donde no recuerda nada más que el grito de una mujer la cual, su voz desesperada, no pertenecía a la de su madre.

―Pareces una estatua parada como idiota frente a la silla. ―escucho la voz brusca de una chica que la hizo salir de sus pensamientos, rodo los ojos antes de cerrarlos con fuerza para evitar decir alguna estupidez que la hiciera ganarse su primer castigo en Hogwarts.

―Solo pensaba. ―respondió calmada, se giró para ir hasta sus cosas y sacar ropa con la cual pudiese dormir cómodamente―. ¿Acaso no puedo? ―preguntó devolviendo su vista a la chica de cabellos negros.

―Claro, es lo único que podrás hacer estando aquí porque, digo, como eres hija de muggles. ―lo dicho sonó más a burla que a algo amable, Bela no supo que responder así que prefirió quedarse callada. La noticia había corrido como humo, aunque no sabía exactamente quien había descubierto que era una no nacida de magos. ¿Tan obvia era?

―Pansy Parkinson. ―la azabache se quedó para frente a ella, ¿ahora estaba siendo amable?

―Un gusto. ―trato de que su mentira saliera perfecta, pero ni siquiera se la creía―. Supongo tu eres...

―Sí, todos aquí somos sangre pura, si es lo que te preguntabas. ―se cruzó de brazos mirando con desagrado a Jones―. No entiendo que haces aquí en Slytherin.

ʟᴏꜱᴇ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ ⸻ ʜᴀʀʀʏ ᴘᴏᴛᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora