Estaba molesta, más de lo normal en lo que se refería a Félix. Ni siquiera me quedé allí a leer. Regresé a casa, porque necesitaba caminar un rato. ¿Qué rayos le pasaba? No tenía ningún derecho a reclamarme nada. Si quería visitar el centro cultural, solo tenía que decírmelo. Además, no entendía por qué se enfadaba tanto. Podría simplemente haberme invitado a cenar él. Me preguntaba cuál sería mi respuesta si decidiera hacerlo. Eso no importaba, porque no iba a pasar. Éramos amigos, tal vez ni siquiera llegábamos a ser eso.
No podía dejar que semejante estupidez me deprimiera. No importaba si no pasaba la mañana con Félix, porque tendría toda una tarde con Tomás. Sinceramente, me emocionaba la película que íbamos a ver. Llevaba mucho tiempo esperándola, y no había tenido la oportunidad de que mis padres me dieran dinero para las entradas. Ahora tenía la excusa perfecta. Sonreí satisfecha. Iríamos a la función de las cinco y media de la tarde, en el cine que se encontraba en el centro comercial junto al cementerio Recoleta. Adoraba ese complejo. Era de mis favoritos, por no mencionar que al lado había una librería. Una combinación perfecta.
No me preocupé tanto por la vestimenta. Consideraba que sería mucho menos formal que la comida de la otra vez. Por empezar, no era de noche. Y no cenaríamos. En el cine, en medio de la oscuridad, estaba segura de que no se fijaría en mi apariencia física. Tomás había accedido a mi elección de película, pero no estaba segura de que fuera una elección que hubiera hecho de haber ido solo. Él parecía más como el tipo de persona que adoraría una buena película de terror. Agradecí que no propusiera la que estaba en cartelera en esos momentos, porque no me hubiera atrevido a negarme y realmente no me apetecía. Para nada.
La única película de ese tipo que había visto en mi vida había sido la de un muñeco asesino. No había conseguido pegar un ojo por dos semanas ni ir al baño sola. Recordaba haber encerrado todos mis juguetes en un armario y no me atrevía a abrirlo. Solo tenía siete años cuando eso pasó.
Me estremecí por completo al recordarlo. Quizás si miraba la película ahora, que ya era casi una adulta, no me daría tanto temor, pero no estaba en mis planes arriesgarme. Pasé el resto de la mañana leyendo en el sillón de mi casa, aunque no era igual a mi silla en el salón del centro cultural o mi banco en el parque. Nuestro banco. La mitad era mía, la otra le pertenecía a Félix. Por supuesto, él nunca había dicho que me cedía parte de su declarada propiedad, pero eso era lo que había asumido. Teníamos un acuerdo silencioso al respecto.
La comida estaba un poco desabrida. Eso se debía a que había cocinado mi hermano, por supuesto. Nuestros padres estaban trabajando. Esa era una de las razones por las que tampoco tenía prisa por empezar a ganar mi propio dinero. Las vacaciones eran prácticamente inexistentes. Me preguntaba cómo tendría tiempo para estudiar entre las obligaciones de tener un empleo y la universidad.
Raquel no nos acompañaba en esa ocasión. Y mi hermano era una persona de pocas palabras, al menos cuando hablaba conmigo.
—Entonces...
— ¿No fuiste al centro cultural hoy? —preguntó extrañado cuando reparó en el hecho de que había estado en casa durante las últimas dos horas. Dejé suavemente el tenedor sobre el plato y lo miré un poco extrañada por su pregunta.
—Si no te conociera mejor, si no fueras mi hermano, podría pensar que no te gusta que esté aquí —comenté bebiendo un sorbo de jugo de naranja.
—No es eso, pero sueles desaparecer y solo regresar para la hora del almuerzo. Es como una rutina para ti. Es casi tan extraño como encontrarte aquí en un día de clases. ¿Te sientes mal?
Negué con la cabeza.
—No, no es eso. Hoy salgo con Tomás —expliqué. Estaba segura de que Raquel debía haberle dicho algo sobre la razón por la que había aparecido para ayudarme la última vez.
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Tú, yo y un libro
Teen FictionSolo requirió de un pequeño accidente para conseguir que Félix y Elena se encontraran. Desde ese entonces, volvieron a verse cada día, a la misma hora y en el mismo lugar. Cualquiera diría que siendo ambos amantes de los libros conectarían instanea...