El camino al andar muchas veces no tenía significado alguno pero para Moroha cada paso representaba un cambio al estilo que llevaba desde que se había apartado de la manada.
—Oye Myoga, ¿por qué no te quedaste con las mujeres? Siempre huyes de las batallas pero esta vez escapaste de la seguridad para venir con nosotros.— dudó de repente la muchacha
—No tengo nada que temer con esa técnica espiritual, mi ama es invencible.— exclamó el siervo
—Que bueno que hayas perdido ese lado cobarde, necesito de un buen consejero a mi lado, temía que me dejaras sola.—
Adelantándose a los demás Moroha dio un corto trote hasta el camino próximo guiada por el olfato, era seguro que irían a la costa del mar, la brisa salada se olía cercana.
—Recuerdo que cuando era una cachorra tropezaba a los pocos pasos, ahora veo una fina loba recorriendo senderos.— admitió la pulga con orgullo llevando dos patas a su corazón
—Dudo mucho que la señorita haya sido alguna vez torpe, es muy decidida cuando quiere algo.— Ichiro la observó olisqueando el aire
—Es una buena cazadora, abarca mucho territorio con su simple presencia, de alguna manera siento que será imponente cuando tenga la edad suficiente.— opinó el Daiyokai caminando por delante
—¿Vamos al mar? Tiene que serlo, el aroma... lo tengo bien conocido.— reconoció ella entusiasta ante el hecho
—Tómatelo con calma, dime ¿cómo está tu muñeca?— preguntó Kirinmaru tratando de saberlo
—Supongo que bien, no siento molestias al tener el arco entre manos.— la chica batió los dedos sin lamentarse mostrando así la falta de incomodidad
—Deberías dejar de lanzarte al peligro sin un plan, la próxima vez trata de encontrar el lado racional a la situación.— le aconsejó
—¿Oh? ¿Será que estás preocupado por mí? Un poco más de sentimiento y te hubiera creído, no te gusta la manera en la que lucho ¿verdad?— sarcástica como inamovible la muchacha preguntó el motivo
—¿No tengo derecho a preguntar por tu bienestar? No quiero que salgas herida, los ataques de estás cosas parecen buscar tus debilidades, no creo en las coincidencias Moroha. Tampoco creo en las máscaras que se maquillan.— sus palabras ponzoñosas se oyeron en un susurro mientras la mirada inmortal se fijaba en Ichiro que aún no los alcanzaba
—No puedo creer que aún sigas portandote de esa forma, ¿es que no aprendes de nada ni nadie? Si quieres irte vete, no espero que entiendas las motivaciones humanas, disculpa pero yo tengo en parte un corazón humano. ¿Se te olvidó a la hora de proponerme matrimonio?— peor que la furia de las tormentas verla fruncir el ceño demostraba su enfado —No puedo creerlo.— refunfuñó continuando el camino en soledad
—El señor Kirinmaru hizo enfadar a la ama, actúe a que no ha visto nada— le murmuró Myoga al espadachín mientras este lo obedeció continuando en silencio—¡Hola, señor Kirinmaru!— lo saludó al pasar por delante haciendo que el joven sudara
—Todos actúan a ser tontos.— dijo para si mismo el demonio milenario
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Las orillas no mentían, la frescura del mar le era conocida, la cuarto demonio sonrió al ver las olas bailando entre la marea.
El pueblo era de lo más común, las barcazas, los pescadores, puertos y casas adornando la blanca arena puesta.
—Me enamoré de este paisaje de alguna forma.— admitió entrando al pueblo
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Cuarto demonio, cuarto corazón.
FanfictionSecuela de Mitad humana, mitad reina. Luego de que Osama Kirin fue derrotado las familias regresaron a la normalidad, Kirinmaru ha recuperado a su amada hija y tal vez haya oportunidad de conquistar de una vez el corazón rebelde de Moroha...