IV. Mar

229 30 5
                                    

Moroha volvió a cuestionar si era realidad o una fantasía demasiado elaborada.

—¿Que sucede? No pareces feliz de verme.— contestó de buen humor el Daiyokai

—Realmente eres tú...— susurró mortificada antes de notar la mancha rojiza sobre los hombros en el kimono —Vuelve a tus aposentos, no querrás manchar todo el barco con tu sangre ¿verdad?— pidió ella con una voz un poco gentil, otro tanto indispuesta.

—¿Que sucedió con Rion?— preguntó preocupado

—Está bien, llegará en cualquier momento.— trató de calmarlo acompañándolo hasta la habitación nuevamente

Moroha se arrodilló a su lado una vez que Kirinmaru se acostó en el futon.

No había expresiones genuinas en el rostro de la cuarto demonio, únicamente una pregunta desalentadora.
El rey de las bestias la conocía bien, con aquellos puños cerrados sobre sus rodillas se podía entender perfectamente lo que su voz no se atrevía a expresar.

—Moroha...— apenas atisbó a decir el pelirrojo a lo que los ojos de la chica brillaron, no de emoción sino de tristeza.

—¿Realmente querías matar a mi familia? ¿matarme a mí?— dudó la cuarto demonio mientras las palabras huían de su garganta

—No es una explicación válida pero buscaba el poder venciendo a Sesshomaru, creí que era un camino al control del mundo— explicó con algo de vergüenza el soberano del alba —Lo siento.— se excusó causando impresión en la chica

Esta era la primera vez que se disculpaba ante ella.

—Si te hubiera entregado a Akuru ¿cumplirías tu palabra?— volvió a inquirir la nieta de Toga

—No mentí ese día, te hubiera entregado la perla, la verdad es que contigo fue distinto.— comentó el soberano con amargura

—¿Y la propuesta? Parece que todo lo olvidaste.— la cazarecompensas sonó angustiada 

—La ira me ciega cada vez que toma control de mí, no tenía motivos para creer que existía otra solución— trató de explicar el mayor —Moroha— el volver a escucharlo susurrar su nombre obnubiló a la hija de Inuyasha —No espero que me perdones, verte aquí, en el barco junto al mar... me devuelve parte de la vida que perdí.—

El ojiverde se atrevió a acariciar el gesto de la muchacha reposando su mano en la mejilla sonrosada.
Esta sensación cercana al cielo se podría confundir con un castigo de los dioses, sin palabras la pelinegra cubrió la mano del Daiyokai con la suya compartiendo este magnífico silencio. 

—También me alegra que estés vivo.— habló dulcemente la chica

Los pasos en la cubierta llamaron la atención de ambos, Moroha bajó su mano antes de que el regente del sol lo hiciera igual.

—¿Señorita Moroha?— exclamó Rion desde fuera

—Señorita Moroha.— oyó a Riku decir

La puerta corrediza se deslizó lentamente dejando a la vista a una Rion impresionada ante su padre consciente.

—¡Rion!— exclamó aliviado el rey de las bestias al ver a la jovencita en buen estado

La demonesa se contuvo por instantes antes de lanzarse hacia él con los brazos abiertos.

—¡Padre!— lloró la más joven mientras la otra se enderezó

—¡Señor Kirinmaru!— impresionó Riku todavía en el pórtico

—Mi niña.— se regocijó el demonio devolviéndole el abrazo aún dolorido

—Creí que no despertarías nunca.— sollozó la pelirosa

Cuarto demonio, cuarto corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora