El agua era realmente fría, colándose por sus venas el helado material se hacia cada más difícil de soportar.
Moroha dio el último aliento antes de sentir el suave banco de arena tocando su espalda, aún era de noche y las luces del cielo se habían apagado por volverse la llamarada condenatoria del pueblo.
¿Por qué? ¿Por qué un pequeño pueblo de pescadores debía sufrir tanto?
Nada tenía sentido, aunque era habitual que el comportamiento de los yokais no era predecible los motivos solían ser los mismos.
Ahora estas serpientes demoníacas tenían un poder superior además de inteligencia.
Quizás algo estaba sucediendo pero ya no había tiempo que pensar, el tiempo se acababa.
Ella creyó que sus ojos se cerrarían para siempre pero fue una sorpresa encontrar aire de nuevo corriendo por sus pulmones.
Estaba parada, dentro de una burbuja bastante familiar.
Las pequeñas criaturas del mar le traían cierto recuerdo.
Una risa profunda hizo que se erizara.
—Vaya, vaya, pero si es Moroha, la mata demonios.— rió una vieja serpiente de mar
—¿Mamu? ¿Pero como...?— dudó ella sin entender —No estoy del otro del océano ¿cómo es posible?— preguntó ella acercándose al perezoso ser
—Traías un recuerdo contigo, ambos dueños me pidieron que te diera una mano. Si no te has dado cuenta, te estás muriendo.— dijo extrañamente el monstruo con cara de anciano
—¿Un recuerdo?— al recordar mejor la almeja se encontraba cerca de su corazón
¿Sus abuelos estaban aún con ella?
—Tienes una extraña suerte, princesa Moroha, de todas formas ¿que haces persiguiendo espectros del pasado?— cuestionó Mamu
—Me encargaron esta misión, es un trabajo a paga, no tenía idea de que eran espectros.— negó la chica acercándose
—Son espíritus corrompidos, almas torturadas. Como serpiente me siento avergonzado de que sean de mi especie, hay un demonio controlándolas.— informó el guardián
—Lo sé, también me encargaron deshacerme de él pero si no puedo con esta no tengo idea de como lidiaré con quién las controla.— negó la cazadora
—Kirinmaru sabe, tienes que intentar traerle las memorias de regreso, hace mucho era un majestuoso rey que mataba a todo demonio que se interponía en su camino. Quizás él pueda ayudar nuevamente.— la serpiente del fondo se estiró tratando de buscar comodidad en medio de la formación
—¿Entonces estoy muerta?— inquirió Moroha mirándose ambas manos
—Estás en el limbo de la vida y la muerte, puedes quedarte aquí si te place, no me molestaría tener compañía. También puedo regresarte a la tierra, depende de ti, de las razones para volver.— explayó Mamu
—Tengo tantos motivos para seguir, no quiero dejar a mis padres, a mis amigos, que tonta... Me fui de casa sin pensarlo dos veces pero no estoy sola. Antes podría haberme rendido o tener motivos que no valen la pena, en un año gané mucho que ahora no quiero perder. Además... Kirinmaru.— musitó la chica de rojo
—¿Lo sientes verdad? Excelente, has crecido mucho Moroha, la matademonios. Hay un lazo especial que te une a ese rey caído, contempla el hilo del destino.— levantándose la enorme criatura nadó alrededor de la cuarto demonio
Cuando Moroha observó su mano nuevamente el fino hilo rojo brillaba alrededor de su meñique tensandose hacia arriba, a la superficie.
—Hay distintas formas de cumplir una profecía pero el mismo camino. Estaba predestinado que esto pasara, estás destinada a ser la que cambie a una bestia herida para convertirlo en lo que siempre tuvo que ser.— contó Mamu encontrando su lugar nuevamente
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Cuarto demonio, cuarto corazón.
Fiksi PenggemarSecuela de Mitad humana, mitad reina. Luego de que Osama Kirin fue derrotado las familias regresaron a la normalidad, Kirinmaru ha recuperado a su amada hija y tal vez haya oportunidad de conquistar de una vez el corazón rebelde de Moroha...