/21/

108 20 4
                                    

Debía presentarse a una reunión importante, y entregar el trabajo que desde la mañana había comenzado pero aun no daba indicios de terminar.

Últimamente no tenía cabeza para pensar en algo más que no fuesen sus "problemas" no ponía en prioridad a lo que verdaderamente tiene que dedicarse, y como podría hacerlo. Los problemas le caían en pilas, uno trás otro, cada vez más complicado que el anterior.

Por si no fuera poco, en la mansión todo era total disgusto, malos tratos y molestias. Ambiente que lo frustra más, y si no era en su hogar es en la empresa con tantos pendientes, líos que resolver.

Mycroft ya se hubiera echo cargo de quitarle todo el estrés, si estuviera ahí. Solo le tocaba resignarse y encontrar otra actividad que no fuera él sexo para desahogarse.

Como si hubiera algo mejor que eso.

Decidido a liberarse un poco del cansancio, se puso de pie, daría un pequeño paseo, tal vez el aire fresco ayude con sus preocupaciones. Abrió la puerta de su oficina encontrándose al otro lado con alguien pensó no volver a ver nunca.

—es un gusto volver a vernos Albert Moriarty. —el hombre se abrió pasó adelante, importando le menos si el castaño se lo permitía o no.

—supongo que las cosas no le quedaron claras la última vez, ¿no? Señor Milverton.

—aquí lo que no quedó claro para usted, es que yo consigo lo que quiero. —tomó asiento en el sofá y lanzó una carpeta color amarilla sobre la pequeña mesa cuadrada que estaba en medio.

Albert observo el sobre curioso, no podría imaginar nunca su contenido.

—guarde sus propuestas, no pienso negociar con usted. —le molestaba en la forma autoritaria que ese tipo quería imponerle en su propia empresa.

—habrá el sobre, se que le interesará.

dudo un poco al tomarlo. Sentía temor encontrar algo fuera de lugar, con sus dedos temblorosos despego la parte superior y poco a poco lo fue abriendo hasta observar lo que yacía dentro.

Su expresión se puso pálida, lo que encontró en el sobre eran fotos de sus dos hermanos, de inmediato su semblante se torno molesto. Ése tipo se atrevió a irrumpir en su privacidad, se lo había advertido y aun así poco le importó cruzar la maldita línea.

—¿no te importaría que los visite, verdad? —dijo, con esa sonrisa arrogante que tanto detestaba y la cuál colmo su paciencia.

Lo tomó por las solapas de la camisa con un movimiento brusco, dejando a Milverton sorprendido.

—escúchame bien, porque solo lo diré una vez. Si te atreves acercarte a mis hermanos te arrepentirás por el resto de tus días, o muy probablemente ni tiempo te va dar para lamentos. Porqué yo mismo me encargaré de que te vallas al mismo infierno.

Lo soltó de un empujón. Charles solo lo miro con desdén, nadie se atrevía a amenazarlo.

—mide tus palabras, Moriarty. Se pueden volver en tu contra. —amenazó. Albert lamentará lo sucedido.

Acomodo su traje, quitando las arrugas que tenia y se marchó.

En cuanto Albert quedo solo, aventó todo lo del escritorio contra el suelo. Mil veces maldecía a Milverton, ¿Quien diablos se creía? No tiene ningún derecho de imponer condiciones, ni mucho menos venir a pedirle tan descaradamente visitar a sus dos hermanitos.

Aquí el que debía tener cuidado no era él, si no, Charles Augustus Milverton.

•▪︎•▪︎•▪︎•▪︎•▪︎•

NARCISOS [TERMINADA ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora