NUEVE.

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—¿Puedo decirlo?

—Ni se te ocurra.

—Es que... te lo dije.

—Que te calles, Allen.

Guardé mi guitarra en su lugar y luego intenté ser lo menos brusca posible para quitarme el aparato del retorno del pantalón. Permanecí en silencio y podía escuchar los murmullos de los demás.

Allen, el muy muy muy imbécil, tenía razón con todo lo que dijo. Los jueces nos destrozaron por mi culpa. Literalmente. Al usar tanta técnica, la canción no sonó espontánea ni tampoco se pudo ver qué la haya disfrutado tocando. Aunque lo último se lo debo a que salí al escenario furiosa con Allen.

—...¿Creen que querrá renunciar otra vez? —susurró Amber, a mis espaldas.

—Si, puede ser, es así de imbécil —contestó Elliot, sin molestarse en bajar la voz.

—Saben que puedo oírlos, ¿Verdad? —gruñí, volteando a verlos.

—La verdad es que no nos interesa, no dije nada que no sea cierto —contestó Elliot con sequedad.

Lo miré mal.

—Tú también cállate —mascullé, entre dientes.

Elliot me miró de la misma forma. Era evidente que estaba molesto. Yo también lo estaba, así que no necesitaba que él me usara de muñequito piñata para descargar su ira.

Sí, por mi culpa ahora estábamos en la gala eliminatoria de esta semana, pero eso no le da permiso para usarme como se le dé la gana. Aún conservo algo de dignidad, aunque sea muy poca.

Mi hermana suspiró de forma sonora.

—Tranquilos, muchachos, aún tenemos una oportunidad para poder salvarnos —dijo Clary con serenidad. Ella ya había guardado su bajo, así que solo estaba parada a un lado de Hannah, que seguía ordenando sus cosas.

—Es cierto, ¡Vamos, todavía hay esperanza! —vociferó Hannah, con entusiasmo. Cerró la funda de la guitarra y levantó su vista. —Lo de hoy, es solo un tropezón, no se preocupen.

—¿Un tropezón? ¿Te estás escuchando? —espetó Elliot con brusquedad. —Estamos a un paso de que nos den una patada en el trasero...

—Elliot, para —le advertí, mirándolo fijo.

—Y todo porque Alex...

—Ya basta Elliot —lo calló Allen. Éste se encontraba apoyado en la pared a mi lado y cuando habló, se enderezó. — Todo no fue culpa de Alex. Te recuerdo que también los jueces no se mostraron complacidos con tu falta de técnica.

Allen tenía razón. Los jueces dijeron que, mientras yo utilizaba mucha técnica, Elliot la ignoraba y se esforzaba en lo básico.

Elliot frunció su ceño.

—Escuchen, no es momento de discutir —agregó Allen. —Es hora de levantar las mangas y trabajar más duro, simplemente eso. Hoy presentarán a los coaches, lo que haremos será llamarlos para pedirles ayuda. Y harán todo lo que se les diga, ¿De acuerdo?

Me miró de una forma que dejaba bastante en claro que me estaba hablando a mí. Suspiré con resignación y asentí, antes de cruzarme de brazos y fruncir el ceño. Una esquina de su boca se curvó por un segundo, y volvió a tener el rostro serio.

—Bien, no hay nada de qué preocuparse, muchachos —aseguró Allen. —Así que no se pongan tensos.

Elliot se dispuso a gruñir por lo bajo y luego salió del lugar pisando fuerte. Austin, quien permanecía tan serio y callado como siempre, le siguió después y nosotras cuatro nos quedamos con Allen.

Carry On: Sigue adelante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora