La mortalidad humana

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El día comenzó con emoción por parte de ambos, haciendo todos los preparativos para salir de la manera más amena. Se despidieron de sus amigos y salieron rumbo a la playa con una buena playlist de fondo, y una conversación tranquila pero también con momentos de silencio cómodo. Al llegar a la costa y el muelle, su yate ya esperaba por ellos.

Jensen y Jared subieron al yate rumbo al mar a despejar sus mentes luego de saber lo sencillo que es volverse un humano. El rubio estaba seguro que quería estar con Jared, pero muchas cosas pasaban por su mente, y no podía evitar pensar en escenarios donde hacer esa transformación no resultara en una mala decisión.

-Sé lo que piensas, Jensen, puedo sentirlo -Dijo el castaño mientras observaba el mar frente a él

-Solo tengo miedo -Dijo el humano suspirando

-Yo también, pero lo que más miedo me da es que tu no estés seguro que quieres que sea humano y pase una vida contigo -Dice triste y cortante el castaño

-¿Cómo puedes pensar eso? -Contesta a la defensiva el pecoso. Él trata de entender y comprender a Jared, pero se siente insultado cada vez que insinúan que sus temores o dudas sobre la transformación son respecto a dudas sobre Jared y su relación, cuando realmente sus dudas son sobre si eso de verdad le traerá la felicidad a su novio

-No lo sé, Jensen, noto muchas dudas en ti y eso me hace dudar a mí también -Contesta a la defensiva el angelito también. Ambos se quedaron el silencio un rato, momento que también funcionó para relajarse.

El bote de Jensen estaba ya bastante alejado de la costa, tanto que ya ni siquiera era visible ninguna parcela de tierra. Tal imagen le recuerda a cuando su padre llevaba a toda su familia a ese tipo de viajes, cuando mar adentro pescaban lo que podían encontrar o simplemente descansaban tomando el sol. Más de alguna vez vieron delfines y enormes tortugas marinas, vieron lo hermoso del cielo nocturno sin interferencia de luz terrestre. Jensen siempre lograba encontrarse consigo mismo en esos pequeños viajes familiares, siempre le ayudaban a reflexionar o despejar su mente por un momento para tomar mejores decisiones, por eso pensó que era la mejor opción en esta encrucijada de remordimiento y un felices para siempre.

Jensen apagó el motor y se sentó en el flybridge (terraza superior) para sentir la brisa marina, Jared lo siguió y miró a su humano cerrar los ojos, sonriendo cuando el viento le despeinaba su suave maraña rubia. Aún faltaban unas cuantas horas para que el sol se ocultara, haciendo que las pecas del humano resaltaran más sobre su piel. Para Jared la decisión era tan sencilla que ni siquiera podría considerar que hay más opciones que quedarse con el humano que ha cambiado todo lo que conocía, y que le ha dado más de lo que pensó posible. ¿Por qué su novio no estaba seguro de esto entonces? Comprendía que Jensen no quería alejarlo de su hogar, pero muy en el fondo sentía mucho miedo que la verdadera razón por la que el rubio no quería que se convirtiera en humano era porque ya no lo quería con él, o porque no estaba seguro que quería lidiar con él por tanto tiempo.

A pesar de que ese dolor en el pecho que sentía iba creciendo a medida pasaba el tiempo, no pudo evitar tomar por la camiseta a su novio y estampar su boca bruscamente con la de él, no era suave ni tímido, era pura necesidad en el beso, esperando el angelito que labios, saliva y dientes le aseguraran que Jensen lo amaba y que lo quería a su lado. El empresario respondió el beso sorprendido, pero no menos aludido, porque también necesitaba a Jared, todo lo que pudiera obtener de él, porque el ojiverde esperaba una señal de lo que debía hacer, no quería dejar ir a Jared, al amor de su vida, pero si lo besaba hasta sacarle sangre, si dejaba el cuerpo entero del chico lleno de marcas de sus besos y caricias no tendría que pensar que el angelito pertenece a su hogar en el cielo u otro universo, y tampoco en que el angelito podría arrepentirse de su decisión unos años después y culpar de todo al egoísta de Jensen. El rubio podría incluso tolerar que el angelito dejara la tierra en aras de su felicidad, no importaba si eso lo destruía, pero jamás podría tolerar que el castaño lo odiara.

Mi pobre angelito {Padackles, J2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora