Alitas juguetonas

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El siguiente día, Jensen despertó con una sonrisa en su rostro, pensando en el angelito que estaba en la habitación a su lado. Caminó sigilosamente hasta llegar a su habitación y abrió la puerta lentamente, pero se llevó una gran sorpresa al no encontrar a Jared. Buscó en la sala, la cocina, el baño, el comedor y no lograba encontrarlo, algo que lo alarmó de sobremanera. ¿Podían los Ángeles tener enemigos que quisieran lastimarlos? Esperaba que no. Un cierto sonido de libros desparramandose lo dirigió a la biblioteca, encontrando finalmente al castaño quien recogía los libros del suelo.

-Jared... -Suspiro aliviado de encontrarlo -...al fin te encuentro

-No moverme de aquí -Contestó el angelito desconcertado

Jensen lo miró sorprendido, ¿Le cambiaron a su angelito?

-¿Cómo es que puedes hablar? -Pregunto Jensen

-Libros -Contestó el chico sonriendo tiernamente mientras le mostraba uno -Libros ayudan mucho

-Si eso era todo lo que se necesitaba entonces te hubiera encerrado aquí mucho antes -Comentó el rubio bromeando.

-No gustar ser encerrado... -Dijo cabizbajo el castaño con su mirada triste

-No...me refería...era una broma, Jay -Dijo Jensen sintiéndose culpable

El chico sonrió al registrar las palabras de su contrario. Todo era divertido y estaba bien si era una broma, aunque no entendía la gracia pero así eran los humanos.

-¿Tienes hambre?

Jared asintió tomando la mano de su rubio para llevarlo energéticamente a la cocina.

-¡Pancakes! -Dijo el chico como si fuera un niño pidiendo dulces, en uno de los libros habia visto la comida que Jensen le había preparado el día anterior, por lo tanto ya sabía como se llamaban esos discos esponjositos de masa. Ackles se sorprendió al ver que las alas de su angelito sobresalían de su espalda. Jared comenzó a registrar todos los gabientes y compartimientos de la cocina en busca de su desayuno, no percatandose de que al buscar eufóricamente estaba botando todo lo que se interpuciera en el camino de sus alas.

-Jared... -Trató de detenerlo el humano, sin embargo el castaño seguía en su búsqueda -Jared... -El chico seguía sin prestarle atención, quería los pancakes y no sabía donde los guardaba el rubio.
Cuando un vaso de cristal cayó al piso gracias a las alas del ángel, Jensen perdió un poco los estribos. -¡Jared! -Grito -¡¿Qué estas haciendo?!

El angelito se percató hasta ese momento que sus alas estaban desenvainadas, y que había causado un desastre en la cocina de Jensen. Miró con ojos de perrito apaleado a su humano y sus mejillas de tornaron rojizas por la pena y culpabilidad que sentía en ese momento.

-Buscaba Pancakes -Susurro Jared mirando al piso

-Jared, los pancakes no están hechos, hay que hacerlos para luego comerlos. Has hecho un completo desastre. -Dijo Jensen mirando su cocina

Las alitas de Jared bajaron de altura, como si ellas se achicopalaran al igual que su dueño quien bajaba aún más su cabeza.

-Perdón -Susurro el angelito mientras lágrimas amenazaban por salir.

-Ve al comedor, limpiaré el desastre y luego haré tu desayuno -Dijo el humano con una voz cansada, tener un ángel a su cuidado era como tener a un niño. El castaño siguió las órdenes desapareciendo de la vista de Jensen quien acarició el puente de su nariz mientras suspiraba, no quería ser duro con el pequeño ser, sabía que todo, absolutamente todo era nuevo para él, no era su culpa ser algo torpe e ignorante, y la verdad, era algo tierno y adorable de ver pero era agotador estar todo el tiempo sobre él y asegurándose de que no hiciera cosas que no debería.

Después de limpiar, y de plantearse porqué sus empleadas tenían que tomar sus dos semanas de vacaciones justo el día anterior en que conoció al ángel, se dispuso a hacer la comida que tanto le fascinaba al chico. Preparó diferente el plato de Jared, poniendo varios pancakes sobre otro, había colocado distintas frutas, bananas, fresas y frambuesas alrededor de estas, colocando crema batida el primer pancake, colocando un poco más de fruta sobre la crema como decoración, y bañando el plato con miel y chocolate. El plato se miraba muy bien, digno de salir en un libro de recetas. Colocó el super plato en una charola, acompañado de jugo de naranja, y al lado un tazón de cereal que sería para él ya que no pensaba tomarse tantas molestias para él mismo.

Al llegar a la cocina su corazoncito se estrujó al ver al angelito. El chico estaba mirando a la esquina del comedor con su cabeza agachada y sus manitas entrelazadas frente a el, sus alitas aún parecían achicopaladas y sus piernas estaban juntas. Parecía un niño al que acababan de enviar a la esquina. El humano colocó la charola en la mesa acercándose lentamente al alado.

-Jay... -Llamó suavemente escuchando un sorbido de nariz como respuesta, señal de que el angelito había estado llorando...de nuevo. -Jay, mírame

El castaño se volteo hacia su humano mostrándole sus ojitos hinchados y nariz roja, sus ojos aun fijos en el suelo.

-Ven aquí -Fue todo lo que alcanzó a decir el rubio antes de abrazar fuertemente al ángel, acariciando su cabeza. No soportaba ver al niño así, era algo tan puro e inocente que le rompía el corazón verlo sufrir.

-Perdón -Repitió Jared aferrandose a Jensen y llorando un poco más.

-Esta bien, ya pasó, no estoy molesto

-Cocina desastre

-Shh...fue un accidente, sólo...no saques tus alas en espacios reducidos, ¿Vale? -Dijo el rubio tomando la carita del castaño entre sus manos mientras limpiaba con sus pulgares un par de lágrimas. El angelito asintió.

Jensen no se dio cuenta de lo que hacía hasta que sintió sus labios en la húmeda mejilla del contrario. El angelito sonrió y también depositó un beso en la mejilla de rubio quien se ruborizó terriblemente.

-¿Qué tienes en cara? -Pregunto abruptamente el castaño

-¿Qué?

-Manchitas en cara

-Oh, son pecas -Respondió sonriendo avergonzado

-Manchitas en cuerpo también

-También son pecas, están en todo mi cuerpo -Contestó el humano aun más sonrojado al saber que Jared se habia fijado lo suficiente en su cuerpo

-¿Se quitan?

-No, ¿Por qué? ¿No te gustan?

-Gustar mucho, son lindas -Contestó el chico acariciando las pequitas del rostro de Jensen -Espero no caigan nunca

El rubio sonrió embobado, no había nada más tierno y adorable que el chico que yacía frente a el tratando de besar todas sus pequitas del rostro.

Mi pobre angelito {Padackles, J2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora