Capítulo 5 : Esclavitud.

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Norte de Estonia. Bosques del norte.
              Manada Täiskuu ( Plenilunio)

—¿Es cierto el aviso Alekai? Me acabo de enterar— Espetó el Beta.

— Al parecer Aarón murió hace un par de días, lo asesinaron— Murmura en tono frío.

— No puedo creer que su hija lo hiciera. Según las lenguas, tenían una gran conexión— Un gruñido bajo se escuchó salir de la garganta del lobo Alfa.

— Aquí solo importa el poder. Esa maldita loba ya debe estar pagando la muerte de un líder.

— ¿Planeas hacer visita?

— Por supuesto que no. ¿Crees que me interesa el futuro de Persver? El legado ata nuestras manadas, solamente en caso de amenaza, mis guerreros defenderían sus tierras.

Odiaba la firma ancestral  que asentaba  el lanzo de unión de ambas manadas.
Alekai salió de su despacho de reuniones. Dejando detrás cualquier tipo de emoción lastimosa entorno al Alfa que durante siglos, compartió conversación.  Recogió sus cabellos en una coleta baja, dejando algunos cabellos sueltos al frente. Su enorme tamaño le permitía mayor fuerza al momento de convertiste en Alfa. Su lobo, una bestia de más de dos metros, con el pelaje como el brillo del anochecer.

Lanzó su saco sobre el escritorio sacando una botella de vino grotesca desde su almacén personal. Una de las pocas ofrendas creadas por los hijos de la tierra que de verdad le sorprendían.
La cajetilla de puros se encontró vacía para cuando el amanecer llegó. Tantas guerras, tantas muertes. Cualquiera que tuviese  consciencia no se libraría de su culpa, a consecuencia de esto, perdió el sueño.

Maragen, era el nombre de su Luna. Una hermosa mujer de piel bronceada, cabello castaño y ojos verdes como las hojas de primavera. En su primer transformación la diosa Luna le otorgó la bendición de unión, misma que terminó dos siglos después. Cuando los primeros rebeldes emergieron de lo más profundo del bosque, atacando, destruyendo, masacrando. Alekai no poseía la fuerza necesaria para combatir, Maragen no fue la única pérdida ese día, su padre, su madre, incluso su hermano un cachorro recién nacido, murieron en las mismas circunstancias. Nunca entendió como fue que recuperó su energía, su vitalidad, para sobrevivir rechazó a su mate y ella a él, con su último suspiro.
Levantó a la manada de guerra desde las cenizas. Un milenio después, no había enemigo para su linaje. Más que todas aquellas sombras envueltas en su pasado, atadas al dolor.

— ¿Otra noche sin dormir Alfa?— Francheska entró a la habitación con una bandeja de artículos para limpieza.

— A puesto a qué ya debiste darte cuenta que jamás lo hago.

— Si Alfa. ¿Desea algo especial está mañana?

— Velas de Lavanda.

— Muy bien, Velas de Lavanda serán—. La loba de gran altura se encargó de limpiar la habitación como rutina diría. A pesar de no ensuciarse seguido, era una forma de pago. Alekai le salvó la vida años atrás. Mientras perecía por una trampa humana.

[…]

Manada Persver. Norte del mar nórdico.

El caos y miedo envolvió cada rincón de los territorios del nuevo Alfa. La noticia del deceso de Aarón ni siquiera tuvo tiempo de ser asimilada para cuando un nuevo orden emergio.

Sometida al Lobo (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora