Capítulo 15: Destello de sol.

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•Sometida al Lobo•

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•Sometida al Lobo•

Respiró profundo observando las costas del mar abrirse ante sus ojos. Durante las tardes su pasa tiempo favorito descansaba en la brisa salada, en la arena suave y el canto de las aves. El mar le otorgaba  la tranquilidad que no poseía esa alma. Más de cinco siglos sirviendo para Gerdal, el Alfa. Quién salvó de la muerte en más de una ocasión a su progenitor. Su antiguo leal. Seguir con su legado a lado de un ser como Alekai, no solo significaba vivir entre el peso de varios mundos, si no, observar lo que muchos no podrían si quiera imaginar.

Lo miré ganar más de mil guerras. Lo miró renacer de la muerte, renacer de las cenizas y nadar entre aguas de plata. Le observó en su transformación más monstruosa, pero también, fue testigo del amor que envolvió su pecho cuando la luna unió su alma a la de su primer Luna. Entonces las estrellas brillaban con gran intensidad y las flores más hermosas de la tierra, florecían en la costa. Percibió la armonía así como la destrucción.

En el instante en qué la luz de sus ojos se apagó. Gerdal empuñó su espada con el fuego más ardiente que había visto jamás. Asesinó a cientos de rebeldes en las manadas cercanas hasta que dio con la pequeña jauría que atacó el páramo. Lugar donde el alfa encontró su lazo perfecto con Maragen.

Desde entonces ese lugar quedó prohibido para todo ser. No existen más que ruinas y recuerdos en el.

No si ella logra cambiar las cosas.

La más sagrada ley de un Lobo, radica en su instinto de protección hacia su mate. Algo que Goran, anhela en lo más profundo de su pecho.

—Beta— Jordan, uno de los guardias leales se aproximó hasta la costa. Pocas veces le molestaban al menos que el Alfa lo llamase.

— Dime— Notó cierto nerviosismo en su expresión.

—Hemos encontrado una flota a unos kilómetros de distancia. Al parecer se está incendiando. Esperamos órdenes para derribar a los invasores— Frunció el ceño colocándose la capa detrás de la espalda.

  — ¿Qué han visto los vigilantes? ¿A qué ejército nos enfrentamos? — Estaba por llamar al Alfa cuando una respuesta negativa detuvo sus pasos.

— No hay tal ejército Beta. La embarcación es muy pequeña. Los vigilantes no logran ver tripulación.

— Eso es estúpido. Debe haber alguien en ese barco. Esta aquí por un propósito. No molesten al Alfa. Me haré cargo yo mismo. ¡Traigan el barco!

No faltaba mucho para que el atardecer envolviera los cielos en un reflejo de melocotones.

— Una escolta de cinco. Síganme. Sea quien sea no es bienvenido a estas tierras. Y pagará con sangre su ofensa.

Jordan tenía razón. El barco parecía, entre sus ruinas, un simple transporte de comercio entre islas cercanas. No apto para navegar más allá de las mareas profundas y tormentas marinas. Eso explicaba por qué se había auto destruido. El peligris arribó la embarcación buscando algún indicio de amenaza. Incluso una trampa. Un escuadra ya merodeaba la costa, mientras pequeñas aves de presa buscaban enemigos en el aire.

Sometida al Lobo (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora